EL CHOLLO DE LOS MÚSICOS DE LA ROSS
HEMOS visto a sevillanos darse de baja como abonados de un club de fútbol, militantes de un partido o hermanos de una cofradía. Esos momentos de cabreo máximo en los que se suelta el “hasta aquí hemos llegado”. Pero jamás habíamos visto un enojo similar en un abonado de la temporada de conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, lo que nos ocurrió el otro día con un reconocido vecino que está harto, hartito, de las continuas huelgas y reivindicaciones de unos músicos de los que nadie duda de su prestigio, pero que, por ejemplo, no sabemos sin son empleados públicos o personal laboral privado. Ah, perdón, que para las subidas salariales son públicos y para evitar las restricciones e incompatibilidades son de la privada. ¡Pista, que van los artistas! Si usted sigue los análisis que firma Andrés Moreno en este periódico conocerá al detalle el impactante descenso del número de asistentes a los conciertos de la ROSS: de los 2.100 abonados de la temporada 1994-1995 a los 1.800 de 2008-2009, 1.385 en 2014-2015, 999 en 20182019 y 833 en la actual, con la matización de que de esos 833 sólo son 632 los abonados al programa general, pues 230 corresponden al abono joven de reciente creación y 21 al propio personal de la ROSS. En total, una reducción de más del 60%.
En definitiva, la ROSS estaría al borde de la quiebra si se tratara de una empresa privada y no de una entidad sostenida por el Ayuntamiento y la Junta. Tome nota don Arturo Bernal, consejero del ramo, y no equipare esta orquesta por razones obvias a las de Granada, Málaga y Córdoba en las que también tiene parte la Junta. Y conste que los anteriores gobiernos socialistas pecaron de la misma injusta equiparación... hacia abajo. La ROSS parece acomodada, pendiente de un cambio de modelo que la adapte a la Sevilla de 2023. No se puede funcionar con los mismos criterios que cuando nació, pues la oferta cultural de Sevilla es hoy mucho mayor y los patrocinadores huyen a opciones más seguras. La ROSS tiene que competir, tocar con más frecuencia y, por supuesto, salir más de Sevilla, como hace la orquesta barroca. Los problemas de coordinación con el Teatro de la Maestranza, que son ciertos, no son óbice para seguir evitando una reconversión. La ROSS no puede estar como las plazas de abasto de mitad de los años 90, cuando los industriales pretendían que el Ayuntamiento les solucionara los problemas derivados de la multiplicación de supermercados abiertos doce horas al día y con el envío gratuito de la compra a domicilio. Sería una pena perder un organismo de prestigio y con calidad. Los primeros que deben tomar conciencia son los músicos. Todos los chollos se acaban.
Las huelgas están minando el prestigio de una orquesta que sigue pendiente de renovación para competir en la Sevilla actual