EL ESCÁNDALO DE LA MULTIAFILIACIÓN
LA reciente noticia, referida a hechos no tan recientes, de la suspensión de empleo y sueldo por 13 años del profesor de la Universidad de Córdoba Rafael Luque por prácticas de multiafiliación, ha puesto de manifiesto que hay aún asuntos pendientes de debate en relación con los papeles del autor y de las instituciones en el desarrollo de los trabajos científicos. ¿Es admisible que un profesor con dedicación exclusiva declare en sus publicaciones su adscripción a otras mediante la multiafiliación? ¿Es proporcional la sanción impuesta en este caso? ¿Está generalizado este tipo de sanción en la universidad española?
En primer lugar, la noticia, en la forma en que ha aparecido en muchos medios, revela y traslada una confusión, incomprensible desde la perspectiva de la comunicación científica, entre colaboración y multiafiliación. Cuando varios investigadores aparecen en el by line de un trabajo científico se les supone corresponsabilidad intelectual en relación con su contenido y, si pertenecen a diferentes instituciones, estas son colaboradoras en el desarrollo del conocimiento que el trabajo representa. En términos generales, es un fenómeno creciente y deseable en el mundo de la ciencia. Desde una perspectiva benévola parece ser una consecuencia del aumento de la complejidad de las metodologías científicas, lo que provocaría la necesidad de sumar aportes heterogéneos. Sin embargo, desde una perspectiva malévola, la colaboración es el resultado de un cierto quid pro quo entre investigadores para maximizar con menor esfuerzo los logros alcanzados. Todo ello en el marco de un sistema que tiende a considerar la producción de publicaciones per cápita un indicador en los procesos de evaluación de los propios investigadores. Aun así, la colaboración sigue siendo necesaria y su saldo suele ser beneficioso para el sistema de la ciencia mundial.
Pero nada tiene esto que ver con la multiafiliación, que consiste en que un autor o investigador aparezca vinculado a más de una institución o entidad en el momento de la publicación de un trabajo científico. Llegados a este punto es necesario hacer un par de matizaciones. La primera es que la multiafiliación puede ser necesaria cuando un autor está vinculado a instituciones que pertenecen a distintos sectores como un hospital y una universidad. En realidad, el fenómeno más problemático se da cuando aparece vinculado a varias instituciones
La multifiliación consiste en que un autor o investigador aparezca vinculado a más de una institución o entidad en el momento de la publicación de un trabajo científico
académicas al mismo tiempo. En segundo lugar, es importante tener en cuenta siempre el número de instituciones multiafiliadas y el porcentaje de trabajos desde la perspectiva de un autor o una institución.
La conclusión de todo esto vendría a ser que ciertos motivos para multiafiliar serían menos reprochables que otros y que, en todo caso, el problema está sobre todo en el exceso.
Si vamos a los motivos, los cuatro que siguen parecen ser los más comunes según ChatGPT: investigadores visitantes (pueden seguir vinculados a su institución de origen mientras realizan una estancia en otra); financiamiento; afiliación honorífica (reconocimiento a su experiencia); y el caso de centros de investigación y consorcios que involucran a múltiples instituciones.
Como se puede ver, la multiafiliación más problemática tiene lugar cuando un investigador con dedicación exclusiva en una institución académica aparece sistemáticamente vinculado a otras, sobre todo cuando media alguna forma de compensación. En estos casos se produce una confluencia de intereses entre las instituciones afiliadas que incrementan su producción de cara a reconocimientos reputacionales y los investigadores que logran acceso a recursos de diversa índole. Esto resulta particularmente distorsionador en los sistemas universitarios donde es práctica común que los profesores reciban incentivos directos por sus publicaciones, ya que la multiafiliación les convierte de facto en perceptores de incentivos de diferentes instituciones por el mismo trabajo.
De momento, España no es un país con un problema significativo en este tema (no ha superado hasta ahora el 10%, muy lejos del casi 30% de Arabia Saudí como uno de los países con mayor producción multiafiliada del mundo). Esto no impide que haya una gran variabilidad entre unas universidades y otras: algunas superan el 30% y otras prácticamente no multiafilian. Por este motivo resulta aleccionador que una universidad como la de Córdoba haya tomado una decisión de carácter punitivo tan inusual cuando uno de sus profesores con dedicación exclusiva llegó a superar el 80% de su producción como multiafiliada. En mi opinión, no es sólo una actitud valiente; es también un inquietante aviso a navegantes.