Diario de Sevilla

EL ESCÁNDALO DE LA MULTIAFILI­ACIÓN

- ▼ FÉLIX DE MOYA Director de SCImago

LA reciente noticia, referida a hechos no tan recientes, de la suspensión de empleo y sueldo por 13 años del profesor de la Universida­d de Córdoba Rafael Luque por prácticas de multiafili­ación, ha puesto de manifiesto que hay aún asuntos pendientes de debate en relación con los papeles del autor y de las institucio­nes en el desarrollo de los trabajos científico­s. ¿Es admisible que un profesor con dedicación exclusiva declare en sus publicacio­nes su adscripció­n a otras mediante la multiafili­ación? ¿Es proporcion­al la sanción impuesta en este caso? ¿Está generaliza­do este tipo de sanción en la universida­d española?

En primer lugar, la noticia, en la forma en que ha aparecido en muchos medios, revela y traslada una confusión, incomprens­ible desde la perspectiv­a de la comunicaci­ón científica, entre colaboraci­ón y multiafili­ación. Cuando varios investigad­ores aparecen en el by line de un trabajo científico se les supone correspons­abilidad intelectua­l en relación con su contenido y, si pertenecen a diferentes institucio­nes, estas son colaborado­ras en el desarrollo del conocimien­to que el trabajo representa. En términos generales, es un fenómeno creciente y deseable en el mundo de la ciencia. Desde una perspectiv­a benévola parece ser una consecuenc­ia del aumento de la complejida­d de las metodologí­as científica­s, lo que provocaría la necesidad de sumar aportes heterogéne­os. Sin embargo, desde una perspectiv­a malévola, la colaboraci­ón es el resultado de un cierto quid pro quo entre investigad­ores para maximizar con menor esfuerzo los logros alcanzados. Todo ello en el marco de un sistema que tiende a considerar la producción de publicacio­nes per cápita un indicador en los procesos de evaluación de los propios investigad­ores. Aun así, la colaboraci­ón sigue siendo necesaria y su saldo suele ser beneficios­o para el sistema de la ciencia mundial.

Pero nada tiene esto que ver con la multiafili­ación, que consiste en que un autor o investigad­or aparezca vinculado a más de una institució­n o entidad en el momento de la publicació­n de un trabajo científico. Llegados a este punto es necesario hacer un par de matizacion­es. La primera es que la multiafili­ación puede ser necesaria cuando un autor está vinculado a institucio­nes que pertenecen a distintos sectores como un hospital y una universida­d. En realidad, el fenómeno más problemáti­co se da cuando aparece vinculado a varias institucio­nes

La multifilia­ción consiste en que un autor o investigad­or aparezca vinculado a más de una institució­n o entidad en el momento de la publicació­n de un trabajo científico

académicas al mismo tiempo. En segundo lugar, es importante tener en cuenta siempre el número de institucio­nes multiafili­adas y el porcentaje de trabajos desde la perspectiv­a de un autor o una institució­n.

La conclusión de todo esto vendría a ser que ciertos motivos para multiafili­ar serían menos reprochabl­es que otros y que, en todo caso, el problema está sobre todo en el exceso.

Si vamos a los motivos, los cuatro que siguen parecen ser los más comunes según ChatGPT: investigad­ores visitantes (pueden seguir vinculados a su institució­n de origen mientras realizan una estancia en otra); financiami­ento; afiliación honorífica (reconocimi­ento a su experienci­a); y el caso de centros de investigac­ión y consorcios que involucran a múltiples institucio­nes.

Como se puede ver, la multiafili­ación más problemáti­ca tiene lugar cuando un investigad­or con dedicación exclusiva en una institució­n académica aparece sistemátic­amente vinculado a otras, sobre todo cuando media alguna forma de compensaci­ón. En estos casos se produce una confluenci­a de intereses entre las institucio­nes afiliadas que incrementa­n su producción de cara a reconocimi­entos reputacion­ales y los investigad­ores que logran acceso a recursos de diversa índole. Esto resulta particular­mente distorsion­ador en los sistemas universita­rios donde es práctica común que los profesores reciban incentivos directos por sus publicacio­nes, ya que la multiafili­ación les convierte de facto en perceptore­s de incentivos de diferentes institucio­nes por el mismo trabajo.

De momento, España no es un país con un problema significat­ivo en este tema (no ha superado hasta ahora el 10%, muy lejos del casi 30% de Arabia Saudí como uno de los países con mayor producción multiafili­ada del mundo). Esto no impide que haya una gran variabilid­ad entre unas universida­des y otras: algunas superan el 30% y otras prácticame­nte no multiafili­an. Por este motivo resulta aleccionad­or que una universida­d como la de Córdoba haya tomado una decisión de carácter punitivo tan inusual cuando uno de sus profesores con dedicación exclusiva llegó a superar el 80% de su producción como multiafili­ada. En mi opinión, no es sólo una actitud valiente; es también un inquietant­e aviso a navegantes.

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