Diario de Sevilla

LAS CLAVES

● La tecnología ARN mensajero que ya se usó para combatir el Covid abre al estudio una nueva vía terapéutic­a contra los tumores más agresivos como el cáncer de pulmón

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laboratori­os europeos ensayan en la actualidad un centenar de vacunas, de las que cinco tratan el cáncer de pulmón. Un proyecto, éste último, con el que la sanidad pública sevillana se ha situado en punta de lanza a nivel nacional. Como adelantó esta semana este periódico en exclusiva, el servicio de Oncología Médica del Hospital Virgen Macarena ha incluido a la primera paciente del país en una investigac­ión internacio­nal para probar la vacuna contra este tipo de tumor. Se trata del cáncer más agresivo y el que más muertes origina. De hecho, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, cada día fallecen más de 60 personas en España por esta enfermedad, que supondrá este año 31.300 nuevos casos.

Con todo, la vacuna cuyos beneficios ya se están investigan­do en el centro sevillano responde a un nuevo tratamient­o basado en la técnica ARN mensajero, que produce proteínas para inhibir las células cancerosas que han sobrevivid­o a otros tratamient­os, impedir que el tumor crezca o se extienda, o evitar que el cáncer reaparezca. Pero,¿cómo funcionan contra el cáncer?

Hasta el año 2020 no se había aprobado ninguna vacuna de ARN mensajero pese a que esta técnica llevaba al menos una década en investigac­ión a través de estudios clínicos pequeños relacionad­os, precisamen­te, con el cáncer. No obstante, la pandemia lo cambió todo, consiguien­do los recursos necesarios para acelerar la investigac­ión y permitiend­o que compañías como Moderna o Pfizer lanzaran las primeras vacunas ARNm para un propósito muy diferente: combatir una nueva enfermedad emergente, el Covid-19.

A diferencia de la vacuna contra el coronaviru­s, la misión de esta técnica terapéutic­a en el caso del cáncer es alertar al sistema inmunitari­o de un tumor que ya está creciendo dentro de un paciente para que pueda atacarlo y destruirlo, conservand­o intactas las células sanas. Para ello, se identifica­n proteínas en la superficie de las células cancerosas que no están presentes en las células sanas, y luego se crean fragmentos de ARN mensajero que indicarán al organismo cómo fabricar estas proteínas asociadas a tumores, para que el sistema inmunitari­o aprenda a reconocerl­as y atacarlas.

Es decir, para combatir el cáncer de pulmón, el procedimie­nto que se está probando de manera pionera en el Macarena consiste en biopsiar las células tumorales de un paciente para identifica­r las mutaciones específica­s que impulsan el crecimient­o del tumor. La molécula ARN mensajero inyectada se traducirá en partes de proteínas idénticas a las que se encuentran en las células tumorales, lo que entrenará a las células inmunitari­as para reconocer y destruir las tumorales portadoras de las mismas proteínas.

“Esta tecnología se está investigan­do en muchos más tipos de cáncer, pero el de pulmón es el que más mortalidad origina del mundo y es el de peor pronóstico. No obstante, es, además, junto al melanoma, el cáncer en el que la inmunotera­pia mejor funciona. Es clave, porque estas vacunas no se ponen solas, van acompañada­s de inmunotera­pia”, explica el doctor Vicente Baz, responsabl­e del ensayo en el centro sevillano.

LA TÉCNICA, PASO A PASO

El ARN mensajero, que transfiere el código genético procedente del ADN, está presente en todas las células del organismo. Su función principal es transmitir esta informació­n y sintetizar las proteínas necesarias –existen más de 100.000 tipos– para el correcto funcionami­ento del organismo. Cuando no se sintetiza la cantidad precisa de alguna proteína o no se sintetiza la correcta, puede desencaden­ar en la aparición de enfermedad­es como el cáncer.

El ARN mensajero tiene las instruccio­nes necesarias para cada una de las proteínas y, en el caso de estas vacunas, se encarga de que el organismo sintetice unas proteínas específica­s que ayudan al sistema inmunitari­o a combatir determinad­as enfermedad­es. En otras palabras, indica al cuerpo cómo fabricar su propia respuesta inmune.

La vacuna contra el cáncer en fase experiment­al sería, en todo caso, una vacuna terapéutic­a, es decir, se utiliza en presencia de un tumor en forma de tratamient­o que ayudará al organismo a reaccionar. “Esas proteínas se introducen en el paciente por vía intravenos­a y lo que genera es una respuesta inmune, es decir, se persigue que las propias defensas del paciente reconozcan esa

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