Diario de Sevilla

“Si no llueve, estamos muertos”

● Con temperatur­as típicas del verano en pleno mes de mayo, la ganadería andaluza necesita que caiga agua para poder sobrevivir

- V. F.

No va a llover de aquí a 15 días. Francisco Javier Soto ha dejado de mirar las previsione­s de Aemet. No importa cuantas veces actualice la página web en su móvil, sólo se espera sol y calor este mes de mayo.

En su finca de Las Pajanosas el paisaje es desolador. Por estas fechas, la hierba debería estar verde, frondosa y superar los 50 centímetro­s, hoy se encuentra ante hierba seca que no crece más allá de los 15. Al mirar a los árboles la cosa no mejora, las ramas más bajas de las encinas han perdido sus hojas y el calor hace que las bellotas caigan antes de alcanzar el tamaño necesario.

“La hierba no dejaría ver a los becerros”, recuerda Francisco Javier mientras ve como estos corren a sus anchas tras sus madres. “Es que creemos que estamos en julio y agosto pero es que estamos en mayo”, apunta.

La falta de pasto hace que los animales se tengan que alimentar con pienso, algo que “no es normal en esta época del año”.

Soto cuenta que los insumos superan en un 22% su precio habitual, aunque han bajado desde el inicio de la guerra de Ucrania, cuando lo sobrepasab­an en un 40%. El ganadero va más allá al hablar de la situación de la paja: “No hay paja en el sur por culpa de la sequía y la poca que estamos encontrand­o esta un 40% o un 50% más cara”.

Aparte del gasto que esto supone por sí mismo, apunta que hay que sumar los salarios de nuevos trabajador­es puesto que alguien tiene que llevar la comida a los animales. No puede recortar ahí.

En la Dehesa El Roque, nombre del terreno, hay 590 vacas y toros. Las hembras consumen entre 15 y 20 litros de agua al día, los machos 60. Las cuentas no salen. En los pequeños embalses del recinto apenas queda agua. De aquí a un mes se secarán las lagunas que quedan.

Para poder dar de beber al ganado están aprovechan­do el agua que se acumula en los pozos de la finca. “Trasladamo­s unos 10.000 litros cada dos días”, dice. Dos de los cinco pozos que tienen están ya secos y tienen que esperar varios días a que se llenen con aguas subterráne­as. A esto se añade que un trabajador tiene que coger un vehículo y trasladarl­a, más dinero.

Al año suele llover entre 500 y 600 litros, pero este año han caído poco más de 200. Este ganadero señala que necesitan que llueva, no ya para que el pasto crezca, “con eso ya no podemos hacer nada”, si no para poder dar de beber a los animales.

De media, subraya que el precio por animal ha subido en unos 1.000 euros. Como muchos compañeros del sector, menciona la posibilida­d de sacrificar animales. “La decisión no está tomada todavía, pero algo vamos a tener que hacer porque no podemos tener tantísimo gasto”, lamenta.

Francisco Javier explica que los animales no pueden estar en malas condicione­s, “las vacas tienen que estar alimentada­s y gordas”, y si la situación actual no cambia, la cosa va a estar muy complicada.

Aún así, se apresura a explicar que, aunque ellos lo están pasando mal, son consciente­s de que otros ganaderos lo están pasando aún peor. El sevillano profundiza en la situación que están viviendo las macrogranj­as, donde ven cómo les han subido los costes de los insumos, la luz o el agua. “No me lo quiero ni imaginar”, dice.

“Llover, lloverá en octubre, pero entonces ya estaremos muertos”, zanja.

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REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS VÁZQUEZ OSUNA Laguna con agua de lluvia acumulada para que los animales beban.
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Francisco Javier Soto, junto a una laguna seca en El Roque.

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