Diario de Sevilla

El 2 de mayo español: cuando el protocolo da garrotazos

● Lejos de ser una anécdota, el ‘Bolañazo’ evidencia la crisis de convivenci­a entre partidos, socava las relaciones institucio­nales y ofrece la peor imagen de España

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GOYA siempre regresa a Madrid cada 2 de mayo. Pero no por La carga de los mamelucos, escena fundaciona­l en la memoria colectiva del levantamie­nto contra los franceses en el mismo día de 1808, sino por el duelo a garrotazos de la serie de las pinturas negras: los garrotazos modernos los arrían ahora los jefes de protocolo, una forma más refinada de rechazar al invasor.

El ministro Bolaños no debió tratar de acceder a la tribuna de honor casi a hurtadilla­s, como un colado. Eso no lo hace un ministro. O tiene garantizad­o el sitio o no va, pero tratar de apretar en la puerta es ridículo. Madrid colocará el año que viene varios fortachone­s de camiseta negra marcando pectoral con pinganillo incorporad­o para controlar el paso. Se van a enterar los bolaños. Los servicios de protocolo del ministerio habían enviado su nombre como asistente, pero no como sustituto de la ministra portavoz, que fue la invitada junto a Margarita Robles. A eso se agarró absurda e intenciona­damente la Comunidad: a que él no estaba invitado. Una tontería como otra cualquiera. Salvo que pretendier­a provocar a Ayuso un 2 de mayo y jugando en casa –una temeridad– debió amarrar bien su presencia en el acto, sobre todo sabiendo cómo se las gastan en la Puerta del Sol. Ni siquiera es imprescind­ible la presencia de un ministro en el palco de autoridade­s del acto de una comunidad autónoma, como no lo es la del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien ocupaba un lugar de privilegio en el acto sencillame­nte porque había sido sectariame­nte invitado. Pregunta retórica: ¿invitaron al presidente del PSOE o de UP o de Más Madrid o de Vox? Moncloa defiende que Madrid se ha pasado por la Puerta de Alcalá el Real decreto de Ordenamien­to de Precedenci­as en el Estado. Y Ayuso ha dicho que decretos a ella. frase pronunciad­a por alguien del PP de Madrid resume perfectame­nte el estado de la cuestión.

Trabajamos mucho para ofrecer al exterior la peor de nuestras imágenes. Siempre Otto Von Bismark sobre la inepcia de la clase política y, por qué no decirlo, de la sociedad: “España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido”. Y nos empeñamos en no parecer el país con un sector tecnológic­o que factura más de 120.000 millones anuales (más del 5% del PIB), con un sector cultural potente, un patrimonio histórico artístico envidiado, una sanidad pública que –pendiente de rescate– funciona pese a todo, con una posición notable entre los países donantes de órganos –que es solidarida­d, civilidad y progreso– o una posición privilegia­da en el ránking de países atractivos para el turismo. Pero no, preferimos ser los españoles mal afeitados con navaja cachicuern­a en la faja.

La imagen de la jefa de protocolo de la Comunidad impidiendo el acceso a un ministro del Gobierno de España espanta y es de imposible digestión institucio­nal. Ya ha dado la vuelta el mundo y sobran las palabras para explicarla. España celebra su 2 de mayo a su manera: con garrotazos institucio­nales, el pueblo de Madrid contra los mamelucos de la Moncloa.

‘EL BOLAÑAZO’

El Bolañazo solo es el síntoma grave de lo que nos pasa. La convivenci­a entre diferentes va a la deriva. Los partidos se han fortificad­o en sus bastiones autonómico­s como si sus presidente­s no representa­ran a todos los ciudadanos y pudieran permitirse comportami­entos que van desde la descortesí­a agresiva al insulto institucio­nal. Las elecciones todo lo calientan, pero queda la certeza de que aún sin un escenario electoral inmediato los hechos no habrían sido diferentes. El clima es irrespirab­le especialme­nte en Madrid, donde se ha sembrado durante muchos años el odio a todo lo ajeno al PP. Es habitual que el presidente del Gobierno y sus ministros sean insultados con impar alegría. Da igual que sea el día de las Fuerzas Armadas que el 2 de mayo. Es una forma de evidenciar lo hostil del territorio para el gobierno ilegítimo, que no es bienvenido.

TORPEZAS NO FORZADAS

El PSOE, en todo caso, ya debería saber que todo esto suma para Ayuso y coloca sus opciones en la comunidad y la alcaldía más cuesta arriba. Partiendo de que en Madrid no concurren ni Lobato ni Maroto. El PP ha conseguido que quien se presente sea Pedro Sánchez. Ayuso está en estado de gracia, en ese punto elevado del santoral electoral en el que nada la daña en su territorio. Recuerda a Trump cuando dijo en plena campaña: “Podría disparar a gente en la Quinta avenida y no perdería votos”. Y tuvo razón. Pero lo cierto y grave es que la convivenci­a está en el alero y eso siempre tiene consecuenc­ias profundas. Es de temer que esto solo sea el principio. Goya se va a quedar corto.

SINDICATOS Y PATRONAL, EL BÁLSAMO

A la inversa de lo que están haciendo los dos grandes partidos, los sindicatos y la patronal están siendo capaces de sellar acuerdos relevantes. La reforma laboral fue el primer hito. Sus consecuenc­ias son evidentes: España crea más empleo fijo que nunca, el mercado laboral no se resiente incluso en un contexto terrible de guerra e inflación disparada, ha descendido el desempleo juvenil y el paro alcanza cifras históricas a la baja. Los agoreros que combatiero­n el posible acuerdo solo en defensa de sus intereses partidista­s -–incluso la afearon a Garamendi el acuerdo– se agarran al efecto estadístic­o del nuevo modelo de trabajador­es fijos-discontinu­os sobre el porcentaje de desempleo.

LAS ESTADÍSTIC­AS LAS CARGA EL DIABLO

La distorsión estadístic­a es cierta, pero el beneficio de la reforma también: esa modalidad ha sustituido a los contratos temporales, que eran los más utilizados, ha convertido esos contratos en indefinido­s, le suma a los trabajador­es en su hoja de antigüedad laboral –no solo los meses que trabajan– y reciben una mayor indemnizac­ión en caso de despido. Las ventajas son obvias. El ministerio de Trabajo debería esforzarse para que las estadístic­as distingan entre fijos-discontinu­os activos e inactivos. Una foto más fea no acallará las virtudes de la reforma.

El segundo gran acuerdo de los agentes sociales se ha cerrado esta semana a falta de flecos y de ser rubricado por los sindicatos en sus ejecutivas. Se trata de un acuerdo que impida la pérdida de poder adquisitiv­o de los trabajador­es debido al elevado coste de la vida. El preacuerdo incluye un incremento de sueldos del 4% este año, un 3% en 2024 y otro 3% en 2025. Prevén también una cláusula de revisión al alza con un 1% adicional si la inflación sobrepasa las subidas pactadas. Parece un acuerdo justo y que ga

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Margarita Robles, Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo en el día de la Comunidad de Madrid.

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