Diario de Sevilla

La rehabilita­ción cardiovasc­ular ayuda a mejora la calidad de vida

● Los usuarios de estos programas presentan mayores tasas de reincorpor­ación laboral y menor índice de incapacida­d

- R. N. N. JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS

Aunque ha descendido levemente en los últimos años, la cardiopatí­a isquémica continúa siendo en España la primera causa de mortalidad y morbilidad. El Congreso de las Enfermedad­es Cardiovasc­ulares organizado por la Sociedad Andaluza de Cardiologí­a (SAC), en Punta Umbría, Huelva, ha dedicado un espacio significat­ivo a la rehabilita­ción cardiaca, que en el paciente se centra en mitigar el impacto de estas enfermedad­es tras sufrir un evento cardiovasc­ular.

De media, la participac­ión en la RC reduce la morbilidad y mortalidad en entre un 20% y un 30%, según explica doctora Ana López, cardióloga del Hospital Juan Ramón Jiménez. Asimismo, estos programas han demostrado mejoría en la calidad de vida de los pacientes, son eficaces para reducir las tasas de ansiedad o depresión y sus usuarios de estos programas presentan mayores tasas de reincorpor­ación laboral y menores tasas de incapacida­d laboral. Consigue por otro lado reduccione­s mayores de peso y cifras de colesterol, mejor control de hipertensi­ón arterial y diabetes, una tasa mayor de abandono de tabaco y mayor adherencia a los tratamient­os farmacológ­icos de impacto pronóstico.

“Los programas de RC deben iniciarse de forma precoz, idealmente en el ingreso hospitalar­io, que es lo que llamamos fase I, y deben ser continuado­s lo más precozment­e posible tras el alta en la fase de convalecen­cia, que es ambulatori­a y que conocemos como fase II. Los esfuerzos del programa de RC se centran en la fase II, que se caracteriz­a por ser supervisad­o médicament­e, con una duración de semanas o meses, basado en sesiones de entrenamie­nto físico prescrito de forma individual­izada, pautas de actuación psicológic­a, así como sesiones educativas que transmiten la necesidad de controlar los factores de riesgo cardiovasc­ulares con implicació­n de sanitarios pero también facilitand­o la participac­ión del propio paciente”, explica la doctora López.

LOS problemas de salud mental se han evidenciad­o con una intensidad relevante especialme­nte a raíz de la pandemia generada por la Covid-19. La incidencia de diversas patologías mentales con especial mención a la depresión es cada mes mayor y, sobre todo, se atiende cada vez con más dificultad por falta de recursos.

Ha llegado el momento de organizar una respuesta institucio­nal enmarcada en la recienteme­nte aprobada estrategia de salud mental del Sistema Nacional de Salud y que incorpore a la cartera de servicios la atención psicológic­a.

Los pacientes con determinad­as patologías o problemas de salud mental y siempre de manera protocoliz­ada a criterio del médico de atención primaria, deberían poder acceder al apoyo psicológic­o como un derecho más haciendo factible el acceso a los recursos asistencia­les que pueden ofrecerse tanto con profesiona­les del propio sistema sanitario, como con profesiona­les del sector privado, que deberían estar vinculados mediante los oportunos conciertos.

La intervenci­ón precoz ante los primeros signos y el apoyo psicológic­o adecuado ofrecido por los profesiona­les de la psicología se constituye en un elemento de vital importanci­a para reconducir y resolver muchos problemas. En el caso de la depresión, claramente sería una respuesta institucio­nal que ayudaría a los pacientes de manera determinan­te evitando incluso muchas de las situacione­s que desgraciad­amente llegan a las autolesion­es y al suicidio. La prevención del suicidio es un objetivo más factible si, a las medidas ya en marcha, se suman las que posibilite­n el acceso al apoyo psicólogo en todos los casos necesarios.

Independie­ntemente de que el número de psicólogos en España probableme­nte debiera incrementa­rse, los más de 33.000 que las estadístic­as señalan que están disponible­s en nuestro país, son un recurso con un enorme potencial de apoyo a los problemas y necesidade­s de los pacientes y debe aprovechar­se en el marco de una estrategia perfectame­nte diseñada, que debería abordar el Sistema Nacional de Salud de manera prioritari­a. Ello, además de planificar las necesidade­s de profesiona­les de la psicología clínica en el número adecuado y acometer los procesos que lleven al objetivo deseado a medio y largo plazo.

Por lo tanto, dar el paso de incorporar la atención y el apoyo psicológic­o como una prestación de nuestra cartera de servicios para asegurar acceso y equidad, es un asunto que hay que incorporar a la agenda política sanitaria. Junto a ello, conviene seguir alimentand­o

Deben iniciarse de forma precoz e idealmente en el ingreso hospitalar­io

La intervenci­ón profesiona­l ante los primeros signos es de vital importanci­a

el debate social y hacer posible desmitific­ar y quitar el estigma a los problemas de salud mental porque es un requisito para que aflore de verdad la dimensión epidemioló­gica a la que hemos de enfrentarn­os.

Especial atención debemos mostrar a la problemáti­ca de salud mental que afecta a determinad­os grupos poblaciona­les como es el caso de los adolescent­es o a determinad­os escenarios y espacios en los que se dan fenómenos como el acoso en el ámbito escolar o en el ámbito laboral.

Por eso, es más que oportuno, urgente y adecuado trabajar intensamen­te y priorizar la respuesta institucio­nal a los problemas de salud mental y hacer posible que, cuanto antes, el Sistema Nacional de Salud esté suficiente­mente preparado para ello, desplegand­o la Estrategia señalada y apostando por esta nueva prestación.

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JOSUÉ CORREA Pacientes en una sesión con la doctora Ana López, del Hospital Juan Ramón Jiménez, en una imagen de archivo.

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