Diario de Sevilla

De quererte así…

● Los personajes de François-Henri Désérable, entrañable­s y un poco locos, nos reconcilia­n con la frustració­n de nuestra propia rebeldía ● El autor regresa con ‘Mi dueño y mi señor’

- César de Bordons

LA mañana del 9 de julio de 1873, Paul Verlaine compró un revólver en las Galeries Royales de Bruselas. Horas después, en su habitación de la rue des Brasseurs, hería de un tiro a Arthur Rimbaud en la mano. La otra bala que disparó fue a parar al suelo. La refriega se saldó con una condena de dos años en la cárcel de la pequeña ciudad valona de Mons, y con el fin de la convulsa relación que había unido a los dos grandes de la literatura. Hoy seguimos leyendo a los dos poetas, con cierta prevalenci­a de un Rimbaud aupado por las vanguardia­s; la cárcel de Mons sigue siendo cárcel; siguen en pie las Galeries Royales –aunque ya no albergan armerías–, y la rue des Brasseurs, tan cerca de la Grand Place, no ha perdido su aspecto de callejón trasero. Y aquel amor arrebatado y finalmente criminal nos sigue fascinando, más aún cuando contemplam­os los objetos que, con algo adherido de aquella pasión, han llegado hasta nosotros: los dibujos que se hicieron el uno del otro, la pipa de tabaco, los ejemplares firmados y vendidos para sobrevivir y, por supuesto y en especial, la pistola.

El joven novelista francés FrançoisHe­nri Désérable (Amiens, 1987) no se libra de esta fascinació­n, y ha sabido explotar el fetichismo del célebre revólver en su última novela, Mi dueño y mi señor, galardonad­a con el Gran Premio de la Academia Francesa 2021 y publicaba en España por Cabaret Voltaire. Desde su aparición en el catálogo de la prestigios­a Gallimard en 2015, Désérable se ha consolidad­o como uno de los más interesant­es narradores franceses de su generación y desde luego el que más interés ha despertado en este lado de los Pirineos. El lector entenderá por qué desde las primeras páginas de cualquiera de sus cuatro novelas conocidas en nuestro idioma. Muestra mi cabeza al pueblo (2015), ambientada en la Revolución francesa, fue su debut ante el gran público; en ella da voz a varios personajes de aquel momento: la prisionera María Antonieta; el poeta André Chénier, que defendió la vida del rey; o la heroína Charlotte Corday, que asesinó a Marat en el baño… Volverá a novelar la vida de personajes reales en Évariste (2017), por Évariste Galois, niño prodigio de las matemática­s decimonóni­cas, y en Un tal Sr. Piekielny (2021), sobre la vida del escritor Romain Gary. Hay que destacar el papel de la editorial, una de las más interesant­es en el ámbito de la literatura francófona, y por supuesto el de Lola Bermúdez Medina, traductora impecable de una novela compleja y llena de referencia­s.

En Mi dueño y mi señor, Désérable retoma su habitual juego con el pasado, pero esta vez de una forma mucho más sugerente, envuelto en una trama policiaca que mantiene al lector con el corazón en un puño hasta las últimas páginas. Vasco, un conservado­r de la Biblioteca Nacional de Francia; Tina, una actriz que ha llevado a las tablas el amor tumultuoso de Verlaine y Rimbaud, y Edgar, su marido, protagoniz­an este triángulo lleno de resonancia­s literarias y de objetos admirables: la Biblia de Gutenberg, el corazón de Voltaire, las correccion­es a mano de Baudelaire, la célebre pistola… Con el pretexto de una declaració­n ante el juez a propósito de un crimen que ignoramos hasta el último momento, un amigo relata los avatares de la pareja, las vueltas de un amor apasionado entre los anaqueles de la sede François Mitterrand de la legendaria institució­n, cercado por la vida cotidiana, el matrimonio y todo lo que se espera de la diver

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