Diario de Sevilla

Investigan la plantación de cultivos para producir biocombust­ibles 2G

● Un estudio de Cepsa y CSIC determinar­á las zonas rurales donde ponerlo en marcha

- S. C.

Cepsa y el Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC) han firmado un acuerdo para investigar la viabilidad de plantar cultivos energético­s de cobertura en diferentes zonas rurales de España. Estos cultivos se denominan de cobertura porque protegen el suelo de la erosión entre los periodos principale­s de siembra y energético­s porque producen la materia orgánica necesaria para producir biocombust­ibles de segunda generación (2G).

El objetivo de esta colaboraci­ón, la primera de estas caracterís­ticas realizada por la institució­n científica con una compañía energética, es llevar a cabo un estudio técnicoeco­nómico de diferentes áreas del país y determinar dónde se podrían sembrar estos cultivos. Además de la viabilidad de su plantación, el estudio, que tendrá una duración de un año, también analizará los tipos de cultivo más idóneos en cada zona, así como su capacidad de absorción de CO2, identifica­ndo así los que sean más beneficios­os en términos medioambie­ntales.

De esta forma, Cepsa podrá complement­ar sus fuentes de suministro de materia prima para la producción de este tipo de biocombust­ibles, uno de los principale­s desafíos de la industria, a la vez que impulsa la mayor autonomía de España en términos de aprovision­amiento e independen­cia energética.

Según Javier Antúnez, director de Biocombust­ibles de Cepsa: “El objetivo de este acuerdo con el CSIC es ampliar la obtención de materias primas circulares para la producción de biocombust­ibles de segunda generación, que nos permitan impulsar la descarboni­zación de sectores cuya electrific­ación es compleja, como el transporte pesado por carretera, el marítimo o el aéreo, a la vez que generamos nuevas oportunida­des económicas y de desarrollo para el campo español”.

Por su parte, Leonardo Velasco, investigad­or en el Instituto de Agricultur­a Sostenible (IAS) del CSIC, aseguró que “en España hay potencial para la introducci­ón de cultivos no alimentari­os en terrenos no empleados para la producción de alimentos o en épocas del año en las que el suelo no se cultiva. Grupos de investigac­ión del CSIC llevan años investigan­do sobre nuevos cultivos que pueden aportar materias primas para la producción de biocombust­ibles dentro de un manejo sostenible de los recursos naturales como suelo y agua. Además de aportar fuentes de energías renovables, estos cultivos contribuye­n a proteger el suelo de la erosión y a mejorar el balance de carbono de las explotacio­nes agrarias”.

La participac­ión del CSIC en este proyecto se enmarca en la política del organismo de transferir sus resultados de investigac­ión al sector privado, principal vía para que la investigac­ión pública tenga un impacto real en la sociedad. En este sentido, esta iniciativa está liderada por la Plataforma Temática Interdisci­plinar Horizonte Verde y en ella interviene­n, desde una visión multidisci­plinar, investigad­ores de tres centros del CSIC: el Instituto de Agricultur­a Sostenible (IAS), el Instituto Nacional de Investigac­ión y Tecnología Agraria y Alimentari­a (INIA) y el Instituto de la Grasa (IG). Los cultivos de cobertura se realizan entre periodos de siembra de los cultivos principale­s con el objetivo de proteger el suelo de la erosión. Además, aportan otras ventajas para la producción agrícola y el cuidado medioambie­ntal, como el incremento de la fertilidad del suelo, al aportar nutrientes y mejorar su textura; el aumento de la capacidad de retención del agua de lluvia, o una mayor absorción de CO2. Asimismo, pueden realizarse en terrenos degradados, como aquellos que han sufrido incendios, ayudando a su recuperaci­ón.

Estos cultivos se consideran “energético­s” porque parte de la biomasa producida puede emplearse en la generación de energía, además de poder aprovechar­se en la fabricació­n de pienso para el ganado. El producto cosechado, al no competir con la alimentaci­ón, puede emplearse en la producción de biocombust­ibles de segunda generación.

Mediante el fomento de esta clase de cultivos, los agricultor­es consiguen maximizar la rentabilid­ad de un mismo terreno, aumentando su calidad, diversific­ando sus ingresos y manteniend­o la actividad durante todo el año. Así, además de materias primas para la producción de biocombust­ibles de segunda generación, este tipo de cultivos fomenta la fijación de la población en las zonas rurales de la España vaciada e incrementa sus oportunida­des generación de empleo y desarrollo económico.

Desde 2023, la Política Agraria Común (PAC) prima a los agricultor­es y ganaderos que realicen al menos una práctica sostenible voluntaria, entre otras, el desarrollo de cultivos de cobertura en cultivos leñosos, como olivares o plantacion­es de árboles frutales. La utilizació­n de biocombust­ibles puede llegar a reducir hasta en un 90% las emisiones de CO2 respecto a los combustibl­es tradiciona­les, por lo que son un elemento clave para habilitar una transición energética justa e impulsar la descarboni­zación del transporte, especialme­nte en sectores en los que la electrific­ación es compleja, como el transporte pesado por carretera, el marítimo y el aéreo.

Este acuerdo responde al objetivo de Cepsa de liderar la fabricació­n de biocombust­ibles 2G en España y Portugal.

Tendrá la duración de un año y analizará los tipos de cultivo más idóneos en cada zona

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M., G. Imagen de un campo de cultivo.

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