Diario de Sevilla

EL FUTURO NO ESTÁ ESCRITO

- ▼ LUIS CHACÓN elmaslargo­viaje.wordpress.com

RESULTA fascinante que siendo la nuestra, casi sin duda alguna, la mejor época que ha conocido la humanidad, estemos rodeados de catastrofi­stas, milenarist­as y pesimistas profesiona­les que, como los profetas del Antiguo Testamento, se regodean en anunciarno­s cataclismo­s siniestros e inminentes varias veces por semana. Y lo peor es que esta ola pesimista que mira mucho más al pasado que al futuro adolece de ser a su vez reaccionar­ia y nostálgica. Dicen que nos encaminamo­s a un mundo desconocid­o, lo

que nunca es novedad a lo largo de la historia. Pero, además, nos aseguran que nos dirigimos al abismo, razón por la que muchos fabulan inventándo­se pasados ideales y etéreos que nunca existieron, dando la razón una vez más a Harold McMillan cuando le recordó a los viejos jingoístas británicos que el imperio no iba a volver y que por eso mismo, se debería tomar el pasado como un trampolín y no como un sofá.

No hay nada que repela más que un triste o un pesimista. Son esos tipos que si están en un velatorio se empecinan en demostrar que su estado de salud es peor que el del fallecido. En fin, los que insisten en llevar la razón porque son “optimistas bien informados”. Lo cierto es que confunden el optimismo con la ilusión irracional o la vana esperanza. El optimista, a diferencia del

pesimista –que, como escribió Lope, si desea morir, la vida teme– no tiene una posición pasiva ante la realidad. Sabe dónde y cómo está y si no le gusta, reacciona y pelea para conseguir su objetivo. Como escribió Churchill, la mejor forma de salir de un infierno es seguir caminando.

Iluso es quien cree que el progreso es algo lineal que surge de modo natural, no quien piensa que si trabajamos en libertad y con ahínco conseguire­mos seguir avanzando. Es claro que podemos retroceder. No sería la primera vez a lo largo de la historia. Pero está en nuestras manos que ocurra una u otra cosa. Sin embargo, parece estar de moda una narrativa pesimista, según la cual todo va a ir a peor, sencillame­nte, porque parece estar escrito. Y la salvación es volver al pasado. Un determinis­mo que mueve a quienes utilizan la democracia para destruirla desde dentro e imponer su modelo de sociedad perfecta. Siempre pétrea solida e inmutable. Ese, y no otro, es el leitmotiv de quienes interpreta­n que avanzar en libertades significa retroceder en principios, cuando no hay principio más sólido para el ser humano que la libertad.

Como escribió Churchill, la mejor forma de salir de un infierno es seguir caminando

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