Diario de Sevilla

Oliver acaba el tratamient­o con protones en Madrid y vuelve a Barcelona

● Cumple una etapa más en su lucha contra un tumor con un emotivo toque de campana

- L. G.

“Fin protones”. Así comunicaba la madre de Oliver a través de las redes sociales un paso más logrado en el tratamient­o de su hijo en la lucha contra un tumor en la base del cráneo. Lena lo puso en Instagram que luego compartió el padre, el malagueño Alejandro Romero. En las imágenes, el niño toca la campana –el símbolo de cuando un paciente supera un cáncer– mientras los profesiona­les aplauden. Luego el pequeño quita el envoltorio a unos regalos.

“Nos vamos de Madrid tristes y felices a la vez. Tristes porque nos despedimos de la Clínica Navarra y su equipo encantador que os ha apoyado a Olivito y a mí en cada momento. Nos vino muy bien esta rutina que tuvimos aquí. Todos los días el mismo horario, el mismo tratamient­o, las mismas caras... Felices porque hemos terminado otra etapa en este camino”, afirmó la madre a través de un reel.

El pequeño, de tres años, fue diagnostic­ado hace siete meses en México de un tumor del sistema ner vioso central. De inmediato, los padres volaron a Barcelona donde le hicieron una primera operación en el Hospital Sant Joan de Déu para controlar su hidrocefal­ia y una segunda en la que se le extirpó el 98,84% de la masa que presentaba el menor en la base del cráneo. Pero para su extirpació­n total, era necesario el tratamient­o con protones.

“Después de dos meses, nos vamos de vuelta a Barcelona a empezar una nueva vida allí. Ahora toca descansar un poquito. A reponer fuerzas, a disfrutar y a por estos últimos ciclos de quimio. ¡Tu puedes mi pequeño campeón y te admiro por lo valiente y fuerte que eres!”, escribiero­n sus padres. Ade

Tras dos operacione­s experiment­ó una notable mejoría neurológic­a

más, hicieron a través de esa red social un reconocimi­ento a los profesiona­les que han asistido a su hijo: “Gracias a todas estas personas tan bonitas que hemos conocido aquí en Madrid que hicieron que este viaje fuera más fácil”.

Oliver arribó a España a principios de noviembre pasado. El tumor –un ependimoma de fosa posterior– medía 7,5 centímetro­s y estaba muy avanzado. Llegó con afectación en la movilidad y del funcionami­ento de los ner vios craneales. Tras las dos operacione­s experiment­ó una mejoría neurológic­a notable. “De un diagnóstic­o muy malo hemos pasado a un camino por recorrer”, dijeron entonces sus padres. El fin del tratamient­o con protones es un paso más en ese camino.

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M. H. Oliver con su padre, Alejandro Romero, en una imagen de archivo.

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