Tarde compleja para inexpertos
● Los tres novilleros que hicieron el paseíllo en Las Ventas solventaron una peliaguda combinación de mansos y viento ● El ventarrón, que no ha cesado desde que empezó el serial, condicionó la ya dificultosa lidia de los ‘santacolomas’
PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS
GANADERÍA: Se lidiaron seis novillos de Los Maños, muy desiguales de volumen y cuajo, aunque todos de escasa dimensión de pitones. Resultaron muy descastados en el último tercio, sin emplearse.
NOVILLEROS: Diego García, de grana y oro, dos pinchazos, estocada caída delantera y tres descabellos (silencio tras aviso) y pinchazo y dos medias estocadas atravesadas (silencio tras aviso).
Christian Parejo, que se presentaba, de blanco y plata con remates negros, pinchazo hondo caído tres pinchazos y estocada baja trasera (silencio tras dos avisos) y pinchazo, estocada trasera tendida y dos descabellos (ovación tras aviso). Mario Navas, que sustituía a Marcos Linares, de cian y oro, estocada corta delantera, pinchazo hondo y estocada atravesada (silencio tras aviso) y pinchazo, estocada delantera y cinco descabellos (silencio).
INCIDENCIAS: Séptimo festejo de la feria de San Isidro, con algo más de medio aforo cubierto (16.423 espectadores, según la empresa), en tarde fría y ventosa. Destacó la brega de Mario Campillo con el primero y Curro Javier saludó tras banderillear al quinto. En la enfermería fue atendido Mario Navas de una contusión en el hombro izquierdo, pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado.
Los tres novilleros que hicieron ayer el paseíllo en la feria de San Isidro tuvieron que solventar, no sin dificultades y apuros, la compleja combinación que supuso el fuerte viento que sopló toda la tarde y el descastamiento, a veces problemático, de los utreros del hierro de Los Maños.
Ese ventarrón, que no ha cesado en todo lo que va de abono, fue un incómodo condicionante añadido a la ya de por sí dificultosa lidia de varios de los santacolomas aragoneses, pues, además de acrecentar el riesgo de las suertes, hizo que, sin el suficiente control de los trastos, no se pudieran corregir muchos de esos defectos.
De hecho, una de esas fuertes rachas provocó el primer percance del festejo, cuando Christian Parejo abría por estatuarios su faena al segundo y se quedó claramente al descubierto para que el de Los Maños se lo echara a los lomos aparatosamente. Tuvo ese novillo una inquietante falta de fijeza, pendiente de todo menos de una tela a la que acudía sin entrega, y hasta ciñéndose con guasa, a lo largo de una faena que el debutante planteó osadamente en los medios hasta que pudo asentarse ya en terrenos más resguardados, justo cuando, al someterlo, el animal se aburrió.
También se rajó el quinto, aunque este, al menos, tuvo una insulsa y desclasada nobleza que permitió a Parejo, siempre buscándole con decisión en los remates, atacar y robarle medios muletazos con asiento antes de fallar con los aceros.
El otro percance, igualmente sin consecuencias, lo sufrió Mario Navas al saludar de capote al último del encierro, justo al rematar unos relajados lances al delantal, cuando el utrero, insospechadamente, le buscó con saña las zapatillas. Sin más daño aparente que el destrozo de la taleguilla, el novillero de Valladolid optó por abreviar con la muleta ante el acusado sentido que el utrero fue desarrollando con gran rapidez.
Lo mejor de Navas, que sustituía al anunciado Marcos Linares, herido el pasado domingo en Sevilla, había llegado ante el tercero, un cárdeno de paupérrima cuerna pero que sabía cómo usarla, midiendo mucho antes de decidirse a arrancar. Pero el pucelano, sin alardes pero sin dudas, acabó por imponerse manejando la muleta a la altura y con el trazo precisos. Con otro de los dos novillos manejables abrió plaza Diego García, que, muy mecánicamente, lo movió mucho pero sin llegar a compensar con más fibra su sosa falta de celo, sin que luego el cuarto, que no tardó en huir hacia las tablas, le permitiera resarcirse.