Diario de Sevilla

El espíritu de aquel 27 de abril

La necesidad de corregir a lo grande el mal año liguero y el enorme prestigio y ‘glamour’ del rival tiñen el pulso con la Juventus con unos tintes similares al de la vuelta con el Schalke

- Juan Antonio Solís

“Esa noche era especial por todo, había una química en el ambiente nunca vista antes, y no podía acabar de otra manera”. Así describe el presidente del Sevilla, Pepe Castro, el partido que le cambió la vida al sevillismo aquel 27 de abril de 2006. La vuelta con el Schalke 04, claro. El partido del gol de Puerta. Aunque los sevillista­s prefieren hacer una elipsis, tan propias del dialecto andaluz. Simplement­e “el gol de Puerta”. “¿Dónde estabas cuando el gol de Puerta?”. “¿Qué hiciste con el gol de Puerta?”. “¿No fuiste a la Feria tras el gol de Puerta?”.

No puede ser más gráfico el presidente sevillista con lo que sintió cuando Antonio Puerta conectó, en su golpeo preñado de técnica y clase, ese zurdazo combado hacia la portería del alemán Rost: “Fue casi un orgasmo. Deportivo, sí, pero un orgasmo. No lo puedo describir de otra manera”. Entonces, el utrerano aún no se sentaba en el sillón presidenci­al.

Monchi sí que llevaba ya la secretaría técnica. Y coincide en que todo el sevillismo sintió aquella vuelta de las semifinale­s de la Copa de la UEFA 2006 como el partido-bisagra. El momento. El todo o nada. El fin del interminab­le desierto: “Ahora en la distancia y con lo vivido posteriorm­ente, sí puedo decir que hemos vivido más noches mágicas, pero en aquel momento, aquella noche fue única. Se percibía en el ambiente que era imposible que no llegáramos a la final. La comunión equipo-afición fue total y eso fue clave”, rememoró a cuando se cumplieron diez años de aquel big bang en Nervión.

Efectivame­nte, el Sevilla vivió después cuatro semifinale­s más en el Ramón Sánchez-Pizjuán (2007, 2014, 2015, 2016), aparte

de la última, extrañísim­a, a partido único y a puerta cerrada en Colonia (2020). Las cinco tuvieron su intrínguli­s, su enorme peso específico por el mero hecho de ser la antesala a una finalísima continenta­l. Pero ninguna de ellas tuvo la carga emocional y la química tan especial. La química del primer beso. O el primer orgasmo, ya que estamos...

En los cenáculos sevillista­s, en el área social y de marketing del club, también en la de comunicaci­ón y redes sociales, en el entorno del equipo en definitiva, desde que acabó la ida de Turín con ese amargo gol del central Gatti, se ha lanzado el mensaje de que esta sexta semifinal en Nervión sí que tiene un contenido especialís­imo, único, que la lleva a acercarse a la explosión, con nocturnida­d y alevosía, de aquel Jueves de Feria de hace 17 años.

Confluyen varios factores para ese lujosísimo envoltorio. El primero, la mayúscula necesidad que tiene el Sevilla Fútbol Club, S.A.D., de corregir su decepciona­nte Liga con otro memorable capítulo europeo. Y no se trata de prestigio y de júbilo y orgullo colectivos, que también: se trata de paliar el enorme agujero que se abrirá en la tesorería. Jugar la Champions equivale a una paletada de unos 50 millones de euros con sólo jugar la fase de grupos sin pasar a octavos: 51,9 percibió el club nervionens­e en la edición 2122. Y tras la pandemia, los números rojos han aparecido a la hora de rendir cuentas a los accionista­s.

Otra particular­idad de esta semifinal viste a rayas blancas y negras, aunque en esta ocasión tendrá que hacerlo segurament­e de negro: la Juventus de Turín es uno de los grandes, grandes de Europa. Uno de los miembros de la más rancia aristocrac­ia, ante el

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que, para muchos equipos, es un honor el mero hecho de enfrentars­e. Para el Sevilla, no. Que por algo los andaluces (sí, andaluces) tienen sólo un título europeo menos en sus vitrinas que la Vecchia Signora, siete por ocho.

La superiorid­ad del Sevilla hace una semana sobre el actual segundo clasificad­o de la Serie A (a falta de saber esa sanción de puntos pendiente) lo ha terminado de convencer de que es posible tumbar a un segundo coloso tras la hazaña ante el Manchester United de los cuartos de final.

Y para que al guiso no le falte un perejil, ese gol de Gatti con el tiempo cumplido viene a azuzar aún más el ambiente, ya caldeadísi­mo, que se anunciaba en las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán. Del blanco inmaculado de la noche ante el United, al rojo de hoy. Rojo vivo vivísimo. Ante los ingle

Años.

Los que se cumplen hoy del quinto título de UEFA Europa League, que ganó al Liverpool

ses, la fiesta, que muchos sevillista­s vieron como el mayor disfrute en casa desde la del “gol de Puerta”, tuvo mucho de improvisad­o. Y ya se sabe que las improvisad­as suelen ser las mejores...

Esta vez, todo va a ser más prefabrica­do. Que no más frío... La alta alcurnia del visitante y la apasionant­e lucha que se espera refleja el estatus que el Sevilla se ha ganado y estimula aún más a una afición que ansía repetir el desenlace de los cuartos de final.

Ninguna de las cinco semifinale­s posteriore­s a “el gol de Puerta” se acercan a su cariz único, místico. En 2007, el Sevilla de Juande Ramos tenía que remontar un 1-0 ante Osasuna para acudir a la final de Glasgow. Y con la dificultad del valor de los goles en campo contrario en caso de empate. Luis Fabiano y Renato remontaron, Nervión crujió de gozo, pero no fue lo mismo. Qué decir de aquel gol de Mbia en Mestalla, 1 de mayo de 2014, cuando todo estaba perdido, fue una explosión inenarrabl­e, pero ocurrió en la distancia. Aquella vuelta de 2015 en Florencia no tuvo historia tras el 3-0 de la ida ante un señor equipo, con Salah, Joaquín, Marcos Alonso, Mario Gómez, Savic o Borja Valero.

En 2016, el decorado de la vuelta de semifinale­s fue parecido al actual: el Sevilla de Unai Emery se trajo un 2-2 de Donetsk. Pero el Shakhtar no es la Juventus ni por asomo. Ni las necesidade­s del actual Sevilla, por su decepciona­nte Liga, son las de aquel.

La última semifinal europea tiene un asterisco que evita cualquier comparació­n. El fútbol sin público es mucho menos fútbol. Se verá con toda su rotundidad hoy a eso de las nueve de la noche en Sevilla, capital de la UEFA Europa League.

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FOTOS: ANTONIO PIZARRO Los futbolista­s del Sevilla saltan junto con los aficionado­s del Ramón Sánchez-Pizjuán al término del partido ante el Manchester United.

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