“El Rocío es un espectáculo religioso de alto octanaje”
● Dos periodistas de ‘The New York Times’ narran la experiencia en la romería de 2022 ● “Es la representación visual más potente de la cultura andaluza”
El Rocío siempre ha sido una celebración que ha acaparado la atención de medios internacionales. Una prueba de este poder de atracción es el reportaje que ha publicado The New York Times recientemente, en el que dos periodistas narran la experiencia vivida en la romería de 2022. Con el título de Flamenco and Fervor: Inside Spain’s El Rocío Pilgrimage (Flamenco y fervor: la Romería del Rocío en España desde dentro), Ana Hart (redactora) y Kevin Faingnaert (fotógrafo) destacan la simbiosis perfecta que se produce durante una semana en las marismas de Doñana entre lo religioso y lo folclórico, entre los rezos y el disfrute lúdico y gastronómico. Una peregrinación que invitan a conocer a los lectores del rotativo estadounidense.
“Un espectáculo religioso de alto octanaje”. Se trata de las palabras que emplea Ana Hart al describir la romería del Rocío. La periodista es hija de un pastor presbiteriano irlandés. Las celebraciones religiosas que preside su padre no se asemejan lo más mínimo a lo que vio y disfrutó el año pasado por las arenas. Del “té y bollo” de aquel país a la cerveza, el jamón y el queso con el que los peregrinos la agasajaron a ella y su compañero fotógrafo en pleno Pentecostés. “En el Rocío me encontré embriagada por la pompa y los ritos, y por la idea de que una romería puede y debe ser también motivo de jolgorio”, reflexiona la periodista en el reportaje.
Uno de los aspectos que más subrayan en esta crónica es “el carácter abierto” de los romeros: “Nadie con quien nos encontramos se mostró reacio a ser entrevistado o fotografiado. Todos parecían aceptar que el Rocío es un espectáculo. Nuestro asombro y curiosidad fue recibido como una muestra de respeto”.
Esta experiencia comenzó con una propuesta de Kevin Faingnaert, fotógrafo que había estudiado durante un año en Sevilla. Fue en 2012. Aquella estancia le permitió acudir a la romería, a la que volvió una década después. Ana llevaba algunos meses viviendo en Mallorca y aceptó la idea de Kevin, pues según la cronista, “no hay mejor forma de conocer un país que festejarlo”.
La primera recomendación que recibieron les vino de su interlocutora en la empresa especializada en el intercambio de casas para los viajes. Advirtió a Ana sobre la conveniencia de que no usara el traje de flamenca propio de la Feria de Abril para ir al Rocío. Debía hacerse con una bata, de telas más ligeras y frescas, apta para andar por las arenas y “echarse una buena siesta sobre la hierba”. Aquel consejo ya adelantó lo que vivirían en pocos días.
Redactora y fotógrafo se meten en pleno Parque Natural de Doñana, cruzan “las aguas turbias” del vado de Quema y contemplan el transitar de hermandades por Villamanrique de la Condesa, declarado Fiesta de Interés Turístico. También los invitan a montar en una de las carretas, donde les dan de comer “estofado y rodajas de sandía”. Duermen la siesta en la hierba y están presentes en los momentos de cante y baile, pero también en los estrictamente religiosos, marcados por la oración comunitaria. Y ahí viene una de las más importantes reflexiones de los periodistas, que combina lo divino con lo más humano de la fiesta sureña: “En España, el catolicismo se toma en serio. Pero también lo son la cerveza, el jamón y el queso, incluso a las diez de la mañana”.
En esta mezcla de lo espiritual y banal, no falta otra advertencia por parte de la redactora del NYT sobre la realidad religiosa en España: “Un fervor religioso que parece crecer cada vez más, a pesar de la influencia cada vez menor de la Iglesia católica”.
Otra conclusión que extrae de los días de peregrinación concierne a la gastronomía andaluza. “Me llamó la atención que la mayoría de los alimentos básicos de la cocina española son esencialmente comida de peregrinos: descomposición controlada convertida en un manjar”. Reflexión que realiza después de ser agasajada durante varias jornadas con jamón, queso y “botellines de cerveza Cruzcampo”.
Las descripciones gráficas tampoco pueden dejarse al margen. Cuando llegan a la aldea almonteña (“pueblito” lo denominan), la primera imagen que les viene a la mente es la de encontrarse en “uno de los escenarios de película del oeste”, de las que se graban para este género cinematográfico en Arizona y California. Sus calles de arena, las carriolas y los peregrinos a caballo contribuyen a crear el símil. No menos detallista resulta el día a día en el camino, donde ningún detalle pasan por alto. “La peregrinación requiere también la elección de un vestido que permita a quien lo lleva hacer sus necesidades detrás de un arbusto mientras destila toda la elegancia de la duquesa de Alba de Goya”, refiere con sutil gracia y decoro Ana Hart.
Todo ello con un despliegue fotográfico de gran belleza. Imágenes captadas por Kevin Faingnaert que confieren al reportaje un ambiente bucólico, sacado de otra época. A esta “cualidad” de la romería se refieren algunos de los entrevistados por Ana. Varios de ellos confiesan no ser creyentes, como una pareja de madrileños que se desplazan cada año al Rocío con el fin de “escapar” del estrés de la vida moderna. Una opción por la que también se decanta la trabajadora de una empresa tecnológica. “Es bueno para el espíritu sumergirse en la tradición”, afirma en sus declaraciones.
La experiencia de Ana y Kevin en la romería les lleva a una conclusión para todo aquel que quiera conocer el sur de España desde un punto de vista religioso y antropológico: “La peregrinación del Rocío es posiblemente la representación visual más potente de la cultura andaluza”.
Un respaldo a la investigación y al poder que tiene esta labor para ampliar la mente. El teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Santiago de León y Domecq, usó ayer una cita de Marco Aurelio durante la entrega de los premios de investigación que concede la institución nobiliaria y la Real Academia Sevillana de Ciencias (RASC), galardones que alcanzan su trigésima segunda edición y que suponen un importante respaldo para los jóvenes que se adentran en el ámbito científico, un sector que, a raíz de la pandemia, se ha mostrado clave y necesario para las nuevas generaciones.
La entrega de los premios tuvo lugar en la sede de la Real Maestranza de Caballería. En la ceremonia, desarrollada con la solemnidad que caracteriza a la institución nobiliaria, intervino la soprano Diana Larios, acompañada de la guitarrista Francesca Turchetti.
Los galardonados de esta edición fueron el doctor en Ingeniería Mecánica y Organización Industrial
Santiago de León y Domecq recordó las palabras de Felipe VI sobre la investigación
Enrique García Macías por sus investigaciones sobre el desarrollo de materiales compuestos e identificación de daños estructurales. En Química Inorgánica el premio lo recibió Orestes Rivada Wheelaghan por su labor investigadora en el desarrollo de compuestos moleculares y su aplicación en el almacenamiento energético. El Premio de la Academia de Ciencias se entregó al doctor en Medicina Javier Ampuero Herrojo, por su investigación en el campo de la Biomedicina.
Santiago de León y Domecq empleó una cita del emperador romano Marco Aurelio a la hora de alabar el trabajo desarrollado por los premiados. “Nada tiene tanto poder para ampliar la mente como la capacidad de investigar”, recordó el teniente de Hermano Mayor de la Maestranza. “Esa capacidad para esforzarse y avanzar en el conocimiento es la que han demostrado los investigadores hoy premiados y a la que se rinde homenaje con este acto”, refirió De León y Domecq, que abundó en “el esfuerzo, trabajo y tiempo” que los jóvenes han dedicado “a esta noble y enriquecedora tarea”.
La felicitación de la Maestranza se amplió a los padres y familiares de los galardonados por su apoyo y acompañamiento “en este arduo camino”. “A ellos también los felicito, al igual que a sus profesores y colaboradores”, añadió Santiago de León y Domecq, que también tuvo palabras de agradecimiento para José Luis de Justo, presidente de la Real Academia Sevillana de Ciencias.
Este reconocimiento al trabajo investigador lo puso de manifiesto el rey Felipe VI el pasado marzo durante la entrega de los Premios Nacionales de Investigación que se celebraron en Alicante. El teniente de Hermano Mayor de la Maestranza no dudó en recuperarlas para el acto de ayer: “La investigación es fundamental. Evidentemente lo es por los resultados que se obtienen de ella, pero también por los procesos y métodos que conlleva, que en sí mismos generan conocimiento, buenas prácticas y mejoras generales”.
Por tanto, la investigación no es beneficiosa sólo por sus resultados, sino también por los excelentes hábitos que se consiguen durante su proceso, logros que se evidencian en los trabajos que se presentan a estos premios, a los que concurren un buen número de aspirantes cada edición, dado el prestigio que los caracteriza. Cada galardón está dotado con 6.000 euros y va dirigido a jóvenes investigadores con menos de 35 años.
Estos galardones se suman a muchos otros que la Real Maestranza entrega anualmente para fomentar la formación académica y el espíritu emprendedor en la sociedad sevillana.