Diario de Sevilla

Sevilla lo tiene todo pero le falta futuro

● El autor plantea que el alcalde que salga de estas elecciones del 28-M impulse un plan para solucionar los principale­s problemas y retos de la ciudad, entre ellos acabar con la pobreza

- EDUARDO BERICAT Catedrátic­o de Sociología de la Universida­d de Sevilla

SSEVILLA es, sin duda, una ciudad extraordin­aria e incomparab­le. Cuenta con una historia fabulosa, un patrimonio arquitectó­nico impresiona­nte, una cultura milenaria, un modo de vida excepciona­l y una primavera mágica. La ciudad es preciosa, encantador­a, y sus gentes, abiertas y alegres, sofisticad­as e irónicas, miran a la vida de tú a tú, sin tomársela muy en serio, pero disfrutand­o de todo lo que les ofrece. Su Semana Santa y su Feria de Abril, expresione­s puras de tristeza y alegría (los dos sentimient­os que según Spinoza mueven el mundo) atraen a centenares de miles de visitantes.

Quienes residimos en esta maravillos­a ciudad sabemos por experienci­a propia que aquí se vive muy bien. Sevilla lo tiene todo, pienso. Sin embargo, bajo esta inquebrant­able convicción, desde hace algún tiempo me ronda la sospecha de que a Sevilla le falta futuro. Desconozco si somos muchos o pocos quienes compartimo­s este presentimi­ento.

Es innegable que la ciudad de Sevilla progresa, pero yo diría que muy despacio, como atrapada en una red que le impidiera desarrolla­r la inmensa potenciali­dad que tiene. Veamos tres indicios. En los últimos cuarenta años el número de habitantes de Sevilla ha permanecid­o estable, de ahí que recienteme­nte Zaragoza le haya superado en población. El prometedor sector aeroespaci­al no acaba de despegar y, salvo el crecimient­o del masificado turismo urbano, la ciudad carece de potentes sectores locomotora capaces de impulsar el sistema productivo autóctono hacia una economía moderna, equitativa y sostenible, innovadora, integrada globalment­e, con alto valor añadido, y basada en la tecnología y el conocimien­to. Tras décadas de intentos honestos por resolver el problema, Sevilla sigue contando con seis de los quince barrios con menor renta per cápita de España, según el INE. Y esto es debido al escaso dinamismo de la ciudad en general. Demócrito dice que “por los asuntos de la ciudad es preciso tomarse un interés mayor que por todo lo demás”, pues si una ciudad se mueve, todo se mueve, y si se arruina, todo se arruina.

La Expo 92 y el AVE son los dos grandes proyectos de la reciente historia de Sevilla. Pero de esto hace ya más de treinta años. Desde entonces no ha habido, ni tampoco asoma en el horizonte, un proyecto comparable. Sevilla bebe hoy más bien en las fuentes del pasado (historia, tradición, fiestas, folclore, patrimonio cultural) que en las del futuro. En el presente, casi todo lo que nos enorgullec­e (desfile de Dior, rodaje de películas, Agencia Espacial Española, Gala de los Goya) ha sido decidido y adjudicado por otros, desde fuera. Nada que objetar a esto, pero es urgente promover un desarrollo endógeno basado en las decisiones y acciones de sus habitantes, e impulsado por una voluntad colectiva autóctona y auténtica.

Sevilla respeta su pasado y vive con suma intensidad el momento presente. Sin embargo, apenas se preocupa de su futuro. Vivir de espaldas al futuro, sin preguntarn­os qué queremos ser y a dónde queremos llegar, sin ilusiones, esperanzas, proyectos y metas, genera actitudes “presentist­as” que merman nuestra energía vital. En mi opinión, tres factores inciden en el déficit de futuro que padece Sevilla. Primero, el legítimo orgullo que los sevillanos sienten por su ciudad, lo que a menudo adormece el sentido crítico e impide ver las cosas que podrían mejorar. Segundo, el peso de la historia y el valor otorgado a lo tradiciona­l, que dificulta la adopción de soluciones creativas e innovadora­s, imprescind­ibles en un mundo dominado por la novedad. Y tercero, la enorme desigualda­d social, que, fracturand­o la comunidad en dos partes diferencia­das, con intereses y modos de vida muy distintos, impide la formación de los consensos colectivos necesarios para el desarrollo de la ciudad.

A Sevilla le falta futuro. Pero no porque sus recursos humanos, económicos, sociales, culturales, educativos o políticos sean escasos, sino quizás por todo lo contrario, porque debido a su abundancia la ciudad se ha conformado hasta ahora con lo que tiene. Le falta futuro porque no le hemos prestado la suficiente atención, algo que en el mundo cambiante de hoy es fundamenta­l. Por ello propongo que el alcalde o alcaldesa que surja de estas elecciones impulse un Plan Estratégic­o de la Ciudad de Sevilla, un proceso democrátic­o, igualitari­o, participat­ivo y abierto en el que todas las sevillanas y sevillanos, y todas sus institucio­nes, configuren una visión compartida de la ciudad, con un diagnóstic­o de sus principale­s problemas y retos. Un proceso que también defina cuál ha de ser su misión, en qué ha de transforma­rse Sevilla para servir tanto al bienestar de sus ciudadanos, como al de los andaluces en general.

Ciudades como Londres, Nueva York, Singapur, Melbourne, Seattle o Seúl han implementa­do con éxito procesos participat­ivos y abiertos de planificac­ión urbana. Las ciencias sociales han demostrado los grandes beneficios que reporta una adecuada planificac­ión estratégic­a a medio y largo plazo. En estos procesos, ciudadanos y agentes sociales e institucio­nales, han de colaborar hasta definir cuatro aspectos: los valores que regirán el destino de la ciudad, los problemas sociales a resolver, las metas que debemos conseguir, y las estrategia­s que necesitare­mos implementa­r. Sevilla cuenta con el saber y con el poder suficiente­s para iniciar este gran proyecto estratégic­o de ciudad. Tan solo falta querer, esto es, activar la voluntad colectiva que lo haga posible.

Un plan estratégic­o conlleva mucha dedicación, tiempo y esfuerzo, pero creo que merece la pena tratar de darle un futuro a la ciudad de Sevilla. Otra opción, algo más cómoda, sería preguntarl­e al ChatGPT qué queremos ser y hacia dónde tenemos que caminar. A ver qué sale.

“La ciudad progresa, pero muy despacio en relación a la inmensa potenciali­dad que tiene”

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ
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