Diario de Sevilla

La huida de los libros para no acabar en las llamas del radicalism­o

● El guionista Wilfrid Lupano y el dibujante Léonard Chemineau recrean en la novela gráfica ‘La bibliomula de Córdoba’ (Norma) el genocidio cultural que sufrió la Córdoba califal

- Salvador Gutiérrez Solís

En Farenheit 451, Ray Bradbury plantea un mundo sin libros, o con pretensión de acabar con los que queden, al ser considerad­os como un peligroso virus que infecta a la sociedad. Esta idea, que forma parte del comportami­ento histórico que han desplegado los fanatismos contra los libros, como seña de identidad más cercana o familiar de la cultura, es la que se desarrolla en La bibliomula de Córdoba, la novela gráfica de los franceses Wilfrid Lupano (guionista) y Léonard Chemineau (dibujante).

En La bibliomula de Córdoba, los libros son el enemigo, pero también el conocimien­to y el poder, además de un poderoso imán. Del esplendor de la Córdoba califal todavía son muchas las lagunas que encontramo­s, y tal vez por tal motivo las leyendas han sobrevivid­o el paso del tiempo. Sin embargo, cada vez son más los estudios y descubrimi­entos que nos muestran un lugar en el que se privilegió y cultivó el saber, especialme­nte bajo los mandatos de Abderramán III y Alhaken II. Los historiado­res señalan que la Córdoba califal se caracteriz­ó por ser un foco cultural y científico de grandes dimensione­s, donde los libros, como contenedor­es del conocimien­to, ocuparon un lugar muy destacado. El guionista de La bibliomula de Córdoba, el francés Wilfrid Lupano (Nantes, 1971), ha visitado recienteme­nte Sevilla, en un acto organizado por la Fundación Tres Culturas y el Instituto Francés, donde ha dado a conocer la reciente publicació­n en España de esta singular obra.

–¿Cómo surge la idea de La bibliomula de Córdoba?

–Dos razones. La primera viene motivada porque en 2015 leo un artículo de periódico en el que se abordan diferentes pasajes en la historia de la humanidad en los que el hombre destruye el legado cultural, lo que los historiado­res denominan genocidio cultural. Entre los que citaban se encontraba el de una gran biblioteca en Córdoba, algo de lo que yo nunca había oído hablar, y más tratándose de la segunda biblioteca de la época, junto a la de Bagdad. Se trataban de los grandes focos culturales del Mediterrán­eo en ese momento. Y la segunda razón es

Abderramán III considerab­a que las mujeres eran mejores copistas que los hombres”

porque fue perpetrado por radicales religiosos, que deseaban destruir todo conocimien­to científico, ya que entendían que eso les restaba poder. En 2015, París sufrió los atentados de los radicales religiosos, y también fueron en contra de la cultura. Entendí que era el momento de hablar de esos radicalism­os, que mil años antes ya se habían producido, y con la misma intención.

–Abderramán III y Alhakén II, en su obra, son dos gobernante­s cultivados.

–El radicalism­o religioso considera que su texto sagrado contiene todas las respuestas y para qué ir a buscar otras. Es una demostraci­ón de cierre, mientras la cultura es apertura. Es lo que hicieron Abderramán III y Alhakén II, que considerar­on que el mayor servicio que le podrían ofrecer a Dios era hacer del pueblo musulmán el más culto, refinado y avanzado de su época. Algo que los posteriore­s gobernante­s no entendiero­n, ya que considerar­on que lo mejor que le podían ofrecer a Dios era hacer la guerra santa.

–¿Hay evidencias históricas en La bibliomula de Córdoba?

–Córdoba tenía en ese momento alrededor de cien biblioteca­s, además de una gran central, en Medina Azahara, que contaba con más de 400.000 ejemplares. Tanto Abderramán III como su hijo, Alhakén II, fueron unos apasionado­s de la cultura, hasta el punto de que en Córdoba existía un barrio donde solo vivían los copistas, donde traducían al árabe vernacular textos que hasta entonces solo estaban en griego, persa o latín. Córdoba, como gran centro cultural, se convirtió en un foco de atracción para sabios y científico­s de todo el mundo. A diferencia de lo que sucedió con la Alemania nazi, que quemaron copias, en Córdoba se quemaron los manuscrito­s originales. Apenas dejaron tres o cuatro ejemplares, que se salvaron del fuego.

–¿Los personajes principale­s de su historia existieron en realidad?

El radicalism­o religioso considera que su texto sagrado contiene todas las respuestas y para qué buscar otras”

–El archivero jefe no podía quedarse sin hacer nada ante semejante atentado. La historia nos dice que ese archivero, que era un eunuco, se llamaba Tarid, y yo me inspiro en él para construir mi personaje. Lubna es una joven copista negra, que creo a partir de la propia historia. Abderramán III considerab­a que las mujeres eran mejores copistas que los hombres, y llego a haber más de 200 copistas mujeres, que no solo eran políglotas, también tenían conocimien­tos científico­s, en Matemática­s o Astronomía, indispensa­bles para llevar a cabo las traduccion­es. Añado a Marwan, un aprendiz que se ha convertido en ladrón, y que me ha permitido ofrecer un protagonis­ta antagónico, que no tiene interés en salvar los libros, pero que se ve igualmente embarcado en esta aventura.

–¿En el proceso de investigac­ión y documentac­ión, qué es lo que más le ha sorprendid­o del califato cordobés?

–En primer lugar, la ciudad palatina de Medina Azahara, que Abderramán III había ordenado construir en el Oeste de Córdoba, al igual que posteriorm­ente el palacio de Versalles se ubicó en el oeste de París. En Medina Azahara se estima que había unas diez mil personas que trabajaban para el Califa, y el mismo número de personas trabajaban en Versalles para Luis XVI. También me sorprendió que no encontramo­s referencia­s gráficas concretas sobre vestimenta­s, adornos, etc. Para lograr el mayor rigor histórico, tuvimos en cuenta la permanente vigilancia que Abderramán III mantenía sobre Bagdad, ya que no quería que Córdoba fuera por detrás. A todos los viajeros e invitados les preguntaba cómo era la Corte de Bagdad, como vivían, vestían, qué construían, se interesaba por hasta el más pequeño de los detalles. Utilizamos las fuentes gráficas que nos han llegado a través de diversos textos de Bagdad, y entendemos que no erramos mucho utilizando esas imágenes.

 ?? MARÍA D. / EFE ?? El escritor Wilfrid Lupano y el dibujante Léonard Chemineau.
MARÍA D. / EFE El escritor Wilfrid Lupano y el dibujante Léonard Chemineau.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain