Diario del Alto Aragón

HipHop TikTok

Ocer y Rade llevaron de nuevo su rap vivencial a la sala El Veintiuno, de Huesca

- Luis Lles

HEMOS venido aquí para dejarnos la garganta!”, gritaron Ocer y Rade en un momento de su actuación del viernes en El Veintiuno. Pero lo cierto es que no hacía falta, porque allí estaban, delante de este dúo de raperos, decenas de adolescent­es entusiasta­s (con mayoría femenina) dispuestos a ayudarles si se les olvidaba la letra de alguno de sus temas. Porque se las sabían todas de memoria. Y no, para eso, para memorizar todas esas canciones, ya no están los discos. Para eso están las redes sociales. Redes por las que corren como la pólvora todos y cada uno de esos temas que Ocer y Rade llevan varios años prometiend­o que van a editar en un disco que nunca llega. Total, ¿para qué? Hace cuatro años, en la primera visita a El Veintiuno de esta dupla de Torrejón de Ardoz, titulé la crónica de su actuación El rap de Instagram. Pero a la velocidad que va todo hoy en día, ese titular se ha quedado ya anacrónico. De ahí, el titular de esta nueva crónica: HipHop TikTok. Porque ahora es TikTok el vehículo que transporta la mayoría del material que consumen los adolescent­es, el público objetivo de Ocer y Rade. El que volvió a agotar las localidade­s en El Veintiuno.

Y, sin duda, los móviles –al igual que en su anterior visita- son los verdaderos protagonis­tas. Móviles haciendo fotos, móviles grabando, móviles haciendo selfis, móviles corriendo de mano en mano hasta llegar a los dos raperos, que facilitan la labor a sus fans haciéndose los selfis con los móviles que les pasa el público, mientras hablan y hablan como si estuvieran en una tómbola. Y desatan una locura cercana a la histeria. Vamos, otra onda. Una nueva realidad. En cuanto a la música de Ocer y Rade, se encuadra dentro de lo que podríamos llamar rap confesiona­l o vivencial, casi como si se tratara de un diario. Algo que conecta perfectame­nte con un público adolescent­e que se abre a la vida a través de esta sencilla (por no decir simple) poesía callejera llena de tópicos y verdades de Perogrullo: “las cosas que valen son las que no tienen precio”, “que tu vida es solo tuya”, “reírte de la vida aunque te duela”. Y en cuanto a sus bases sonoras, son siempre parecidas, como un soniquete midtempo reiterativ­o y un poco tristón, adecuado para esas letras que hablan de amores y desamores y de los avatares de la vida.

Lo que está claro es que con el rap la poesía está viva. Y ojalá que a estos adolescent­es esta música les lleve a Miguel Hernández, a García Lorca o a José Hierro. O a MCs con más enjundia como Kase.O o Tote King, aunque es posible que los encuentren un poco viejunos. Nada más empezar su actuación, sacaron al escenario a la cumpleañer­a Patri, mientras Ocer y Rade, sin bases, acapella, entonaban el tema Distinto con todo el público rapeando a coro, algo que se repetiría toda la noche. Y así siguieron con canciones como Glaciar, Tú (que habla de algo parecido a una relación tóxica: “tú vendías droga para comprarme ropa”) o piezas de un acendrado romanticis­mo como Si te vas -que desató la locura- o Es pa mí.

No faltaron tampoco temas como Unión (dedicado a la madre), Eterno (lo más parecido a un hit de su repertorio),

Madriz (puro neo-casticismo con un rap a toda velocidad) o la vena más social de ese El mundo que interpreta­ron acapella y en el que dicen “ya nos pasó en el 36/ matamos al mejor poeta por sus ideas y por ser gay/ quieren Cataluña contra España, España contra Cataluña/ quieren que odiemos porque saben que amar es la vacuna”. Siguieron después con Pase lo que pase, Esperanza (con una de las bases más conocidas del hip hop) o Por un beso, en el que apuestan directamen­te por el reguetón sin hacerle ascos al auto-tune.

Y así enfilaron la recta final con algunas de sus mejores bazas: la imaginativ­a Animales (en la que hacen la comparació­n de las actitudes humanas con distintos animales), la reciente Rodri (en la que realizan un acto de reafirmaci­ón al decir “Ocer y Rade, historia del rap en España, y el que diga lo contrario se autoengaña”) y ya con el público en plena catarsis, Sonrío y Aprendí, quizá sus dos temas más emblemátic­os.

Ocer y Rade, o Javier y Rodrigo -sus nombres reales-, dos amigos desde el colegio, habían vuelto a triunfar. Y de eso no cabe ninguna duda. ●

Rap vivencial Sala El Veintiuno

Ocer y Rade

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Imagen de la actuación de Ocer y Rade en El Veintiuno.

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