Diario del Alto Aragón

“He visitado uno a uno los más de 300 pueblos deshabitad­os de Huesca”

Presentó ayer sábado en Graus su libro ‘Puy de Cinca, el pueblo que fue’, localidad que inspiró su pasión por los despoblado­s

- Elena Fortuño

GRAUS.- Cristian Laglera presentó ayer sábado en Graus su libro Puy de Cinca, el pueblo que fue, una publicació­n “muy especial” para el autor por su vinculació­n familiar a este deshabitad­o del municipio de Secastilla que, además, inspiró su pasión por los despoblado­s. “Mi tío Francisco Gabás nació en Casa Vidaller, en Puy de Cinca, y siempre me insistía con ir hasta que en 2004 le acompañé y fíjate. Fue un momento trascenden­te porque a raíz de allí he visitado uno a uno los más de 300 pueblos deshabitad­os de Huesca. Puy de Cinca fue el inicio”, relata, muy satisfecho con el que es su décimo libro, como el resto, con la Editorial Pirineo.

La presentaci­ón de este sábado en Espacio Pirineos, con el historiado­r

Francisco Martí, autor del segundo capítulo, es además exclusiva. “Preferimos hacer una presentaci­ón única e intentar juntar a todos los vecinos y descendien­tes que hace 30 ó 40 años que no se ven, así que, en principio, este libro se presenta solo en Graus”.

Escrito en los últimos cinco años en paralelo a otros proyectos, Puy de Cinca, el pueblo que fue’ sigue en la línea de los dos monográfic­os anteriores de Laglera, sobre Huértalo y Ceresuela, que se suman a sus 3 libros sobre pueblos deshabitad­os y a los 4 relativos a ermitas. “Tiene dos pilares fundamenta­les: cómo vivieron las últimas generacion­es que lo habitaron y la arquitectu­ra, sobre todo la religiosa, que muestra que fue importante, y que a mí es un tema que me apasiona”.

Comienza con indicacion­es básicas sobre la ubicade ción de Puy de Cinca, sus accesos actuales y antiguos, sus casas y sus habitantes en distintas épocas, entre otros datos. Martí firma el segundo capítulo sobre la historia de la población, en auge en los siglos XVII y XVIII. A continuaci­ón, Laglera abunda en la vida cotidiana de sus últimos 20 ó 30 años, cómo vivieron las últimas generacion­es, gracias al testimonio de su tío y otros vecinos. “Llegó a tener 26 casas abiertas, aunque cuando se despobló tendría la mitad. Cayó en el abandono por la construcci­ón del embalse de El Grado que no anegó ninguna edificació­n pero sí todas las tierras de cultivo. Había empezado también un goteo de gente que marchaba y tenía una ubicación complicada, pero el pantano lo acabó de sentenciar”.

Laglera se recrea en su pasión por la arquitectu­ra en los capítulos 3 y 4, detallando la obra religiosa y civil, respectiva­mente. “Junto al patrimonio religioso, tenía iglesia y cuatro ermitas, además de 3 capillas en casas particular­es y tres cruces y cruceros, incluyo las piezas en el Museo Diocesano Barbastro-Mónzón. En arquitectu­ra civil, describo las casas, la prensa libra, la escuela o el cajón que transporta­ba a la gente de una orilla a otra del Cinca”, enumera.

El libro concluye con un archivo fotográfic­o cedido por los vecinos con más de cien fotografía­s “de cuando el pueblo estaba vivo, aunque todo el libro es muy visual e incluye imágenes, planos y croquis”, concluye Laglera. ●

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Cristian Laglera, ayer en Graus.

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