Diario del Alto Aragón

El pulmón verde de Huesca luce en su máximo esplendor en primavera

El Miguel Servet, inaugurado en 1930, se construyó sobre los antiguos jardines de Lastanosa (s. XVII)

- Por_CHUS SÁNCHEZ

DESDE hace casi un siglo los habitantes de Huesca disfrutan de un privilegia­do espacio verde en el centro urbano, pocos son los oscenses que no atesoran recuerdos relacionad­os con sus muchos rincones, ya sea disfrutand­o de sus zonas de juego en la niñez, aprovechan­do un recoveco escondido para robar besos furtivos en la juventud, en la edad adulta dando paseos en familia y en la madurez contemplan­do sus zonas verdes y descansado en uno de sus bancos e incluso compartien­do animadas charlas entre amigos a la sombra de los árboles. Pero también discurren por su trazado visitantes que observan embelesado­s esta “joya”, viandantes que lo atraviesan para llegar a otros puntos de la capital y de paso respirar aire puro, mayores jugando a la petanca, deportista­s de todas las edades realizando su habitual circuito de entrenamie­nto, aficionado­s a la fotografía intentando captar con su cámara las estampas que ya han quedado grabadas en su retina o incluso estudiante­s que ‘se pican’ las clases y escogen este escenario para pasar ese rato de esparcimie­nto.

En sus casi 7 hectáreas se pueden contemplar más de 110 especies de árboles y arbustos y aunque fue inaugurado en 1.930 su germen se remonta al siglo XVII con los célebres jardines que se erigieron en este terreno. El denominado pulmón verde de la ciudad está estrechame­nte ligado a tres conocidos personajes que no coincidier­on en el tiempo pero cuya memoria convive y pervive entre sus rincones.

Está dedicado a Miguel Servet (Villanueva de Sijena 1511-Ginebra 1553), teólogo, científico y pensador altoaragon­és al que se le atribuye el descubrimi­ento de la circulació­n pulmonar de la sangre.

El segundo es el oscense Vincencio Juan de Lastanosa (1607-1684), erudito, coleccioni­sta, numismátic­o y mecenas, gentilhomb­re de la casa de Carlos II que levantó unos jardines en este lugar -de los que se conservan algunos planos- en los que había un estanque navegable y un laberinto vegetal.

Y por último el pintor, escultor, periodista y pedagogo Ramón Arsenio Acín Aquilué, también natural de Huesca (1888-1936) y autor de la escultura Fuente de Las Pajaritas, el monumento artístico que se ha convertido en un gran símbolo para la ciudad.

Su historia

El 16 de marzo de 1928 se aprobó la creación del parque sobre esta zona de la ciudad. Esta decisión supuso un cambio de emplazamie­nto ya que anteriorme­nte un informe recomendab­a que el futuro parque de Huesca se ubicara en las orillas del Isuela, englobando la Alameda y los Cerros de Las Mártires.

El ayuntamien­to expropió una extensión de 37.620 metros cuadrados para obrar sobre los terrenos de tres huertas: la de Lastanosa, la de Lasala y la de Casas, y se empezó a construir ese mismo año. Fue diseñado por Antonio Uceda, Bruno Farina y Santos Coarasa y junto a ellos colaboraro­n el arquitecto José Luis de León y el artista Ramón Acín. El catalán Domingo Vidal, jardinero diplomado, dirigió la construcci­ón floral del parque contando con la ayuda de varios hortelanos.

La inauguraci­ón oficial del parque fue en 1930, en ese momento todavía no se había decidido dedicarlo a Miguel Servet y fue al año siguiente cuando el ayuntamien­to aprobó la idea.

En los años 60, con Emilio Miravé de alcalde y José Antonio Llanas de concejal de Parques y Jardines, se aprobó el proyecto de agrandar el parque hacia el suroeste. Se ocuparon más terrenos de huertas y de esta manera el parque unía la zona de ensanche de Huesca con el centro histórico. Con esta ampliación se crearon nuevos elementos y se añadió más naturaleza y pasó a ocupar 6,95 hectáreas. Ya más recienteme­nte, en 2001 se creó el Solarium, un nuevo espacio para

En sus casi 7 hectáreas se pueden contemplar más de 110 especies de árboles y las Pajaritas de Ramón Acín y el Quiosco de la Música son sus emblemas

el disfrute ciudadano, complement­ario con la parte antigua del parque y con distintos usos a los ya existentes y en 2016 se inauguró la Fuente 8 de marzo con el agua y la luz como protagonis­tas.

El perímetro del parque se encuentra enmarcado entre las calles de Vicente Campo, Saturnino Baquer, Juan XXIII, San Jorge, Calle del Parque y Calle La Rioja y en su origen se le dotó de tres entradas, que con el paso del tiempo se han ampliado en número.

Lo ornamental y lo vegetal

El Miguel Servet cuenta con 9 zonas ornamental­es: el pinar, que ocupa una superficie de 9.493 m², situado entre las calles San Jorge y del Parque, con acceso directo a ambas; la segunda es el Paseo de las Pajaritas, que cuenta con una superficie de 1.511 m², ubicado junto a la entrada principal, discurre paralelo a la calle del Parque hasta la escultura del mismo nombre y en su inicio se localiza un banco circular de gran belleza artística formado por azulejos. El paseo está escoltado por dos hileras de plátanos de sombra y bancos con listones de madera pintados en blanco con una pajarita incrustada.

Una gran extensión, 8.946 m², ocupa el Paseo Central, que comprende la zona situada entre el Quiosco de la Música y el Estanque Central, y entre ambos se encuentra el Monumento a los Oscenses Caídos, de Ángel Orensanz. Llama la atención el estanque de los cisnes, que con sus 2.762 m² es sin duda alguna una de la zonas más atractivas por lo idílico de su entorno, y en él habitan varias aves acuáticas así como algunas plantas singulares.

La Rosaleda, con sus arcos metálicos que sirven de sostén a los macizos de flores, ha sido desde los años treinta uno de los espacios emblemátic­os. Fue remodelada y reabierta el público en 1993, cuando se plantó toda una colección de rosas de todos los colores y diferentes épocas de floración. Las pérgolas se levantaron en 1929 y poco después, en 1931, se construyó el Estanque Central emplazado al final del paseo principal.

Y el área del Solarium o Anfiteatro verde fue llevada a cabo con el objetivo de crear un nuevo espacio con distintos usos de los ya se encontraba­n presentes en el parque.

Además se incluye la zona de la Fuente del Ángel y el Teatro Griego, un espacio rectangula­r enlosado en el que se instaló un escenario permanente, con columnas clásicas procedente­s de una antigua casa solariega de la ciudad y que acoge actuacione­s. Con el paso de los años, el núcleo zoológico desapareci­ó y se transformó en un aula de la naturaleza y entre las especies que moraban en el lugar, se añora a los pavos reales que décadas atrás paseaban y lucían su majestuoso plumaje bajo el arbolado.

Y finalmente, está el Jardín de Verano, un lugar constituid­o por una amplia zona infantil y un sencillo laberinto vegetal con tres ejes que confluyen en una pequeña fuente.

Dos construcci­ones destacan en el Parque Miguel Servet, la primera de ellas la colorida Casita de Blancaniev­es (1947), una reproducci­ón de la morada que los siete enanitos tenían en el cuento de Disney que ofrece servicios de biblioteca infantil y ludoteca y el Quiosco de la Música, que es prácticame­nte el único elemento del proyecto inicial que persiste.

Si tenemos en cuenta sus zonas botánicas, podemos diferencia­r dos espacios abiertos con arbustos, el primero junto a la Rosaleda y Jardín de Verano y el segundo junto al Solarium. Los cipreses se localizan próximos al aula de la naturaleza, los perímetros norte y sur y la rosaleda. Existen humedales junto a los estanques central y de los cisnes, la Fuente del Ángel y la Rosaleda. Los pinos carrasco están plantados en las zonas norte y sur, y los plátanos son la especie más abundante y la que ocupa mayor extensión del Parque Miguel Servet. Y cuenta además con dos zonas de bosque de Ribera.

En el recorrido por este entorno también nos toparemos con varios elementos singulares como son los bancos de la Rosaleda, los ya citados estanque central, bancos de las pajaritas y Fuente del 8 de marzo y también la Fuente del Ángel, ubicada en las inmediacio­nes del Teatro Griego, que mantiene vivo el recuerdo de dos de las fuentes que durante siglos abastecier­on de agua a la ciudad, próxima estuvo la desapareci­da Fuente del Ibón, y la Acequia o Canal principal que se se construyó en la década de los 60 facilitand­o así la creación de algunas de las zonas húmedas del parque de Huesca.

Pero el Miguel Servet es mucho más, siempre tiene recodos para descubrir y la primavera con el florecimie­nto de las plantas y flores, y su explosión de color, es el momento ideal para hacerlo.

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La entrada del Parque Miguel Servet, enmarcada entre columnas, ya hace presagiar que el interior no nos va a dejar indiferent­es.
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El Quiosco de la Música ya se incluía en el diseño original del parque.
 ?? ?? Las Pajaritas de Ramón Acín son un emblema para la ciudad.
Las Pajaritas de Ramón Acín son un emblema para la ciudad.
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La Casita de Blancaniev­es, un espacio de cuento entre los árboles.
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La zona del Solarium se ha convertido en lugar de esparcimie­nto y descanso.
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La Fuente 8 de marzo se inauguró en 2016 y es el elemento más moderno.

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