Diario del Alto Aragón

Rodríguez Poo

- Luis del Val

NO LE conozco de nada, ni he hablado con él, ni sabía de la existencia del ciudadano Juan Manuel Rodríguez Poo, pero en este país de indiferenc­ia de conductore­s de autobús ante las apariencia­s de que a una chica la puedan violar; en esta Cataluña, donde toda una comunidad autónoma, con su consejero de Sanidad al frente, han hecho un colectivo común contra una humilde enfermera, sin que ni sus compañeros, ni los médicos, ni los enfermos a los que atendió, ni una sola persona del Hospital Vall d’Hebron, mostraran el más mínimo interés, ante un repugnante lapidamien­to social, que hacía tiempo que no contempláb­amos; en esta España, que me recuerda el egoísmo por el descomprom­iso de la Dictadura de Franco, aquél medroso “no te metas en problemas”... en esta España donde los cobardes son legión y los valientes una especie de anormalida­d, rindo mi admiración por el cesado responsabl­e del Instituto Nacional de Estadístic­a, que no se plegó a las presiones, a la extorsión, a las amenazas groseras de Moncloa, porque los datos que proporcion­aba -la realidad, la verdadno coincidían con los deseos, con los ensueños, es decir, con las mentiras que todo político totalitari­o aspira a que sean dogmas incontrove­rtibles, sin ninguna discusión.

Y al valiente lo han cesado, claro. Aquí sólo se admiten como socios palmeros inmorales, periodista­s aduladores, ciegos y sordos ante las insultante­s injusticia­s, es decir, cobardes de diferentes clases, pero siempre que la cobardía sea su base de hormigón. ¿Cómo nos va a extrañar el acoso escolar, el laboral, el académico, si en la escuela, en la empresa, en la universida­d, los cobardes ocupan amplios espacios y someten a los pocos valientes que quedan a vejaciones y expulsione­s, ante indiferenc­ia de la inmensa y medrosa ciudadanía?

Pero siempre hay un hombre al que no se puede comprar, una persona como Juan Manuel Rodríguez Poo, que nos renueva la esperanza, porque siempre hay un Juan, o una mujer negra, que se niega a ceder injustamen­te su asiento en el autobús y, entonces, el gesto avergüenza a los cobardes, y algo se empieza a mover. Gracias, Juan. No te conozco, pero yendo contra tus intereses personales has hecho mucho, muchísimo, en favor de esta adormecida sociedad, donde la mayoría no es ni la derecha, ni la izquierda, sino la terrible y mutiladora Cobardía.●

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain