Diario del Alto Aragón

Pedro Sánchez Dragó

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nuestro país y de su homólogo galo- se impone de manera urgente una próxima cumbre, al objetivo de mostrar una postura común y más adaptada a los tiempos actuales.

Mar Sánchez Ramos

La reacción del Gobierno español ante el fallecimie­nto de Fernando Sánchez Dragó merece una reflexión. En la última entrevista concedida por el escritor unos días antes de su muerte en su casa-museo de Castilfrío de la Sierra, se ve cómo en ese recóndito lugar de Soria ha quedado una de las mayores biblioteca­s privadas del mundo con, aproximada­mente, ciento veinte mil libros.

La moción de censura de Vox fue una comedia y un disparate que degradó la vida parlamenta­ria, convirtió el Congreso de los Diputados en una barra de bar y demostró hasta qué punto Vox es capaz de aprovechar­se de las personas para sacar rédito político.

Náuseas. Pero... que Dragó, en connivenci­a con Abascal, fuese el ideólogo de esa charlotada y el inductor de presentar a Tamames como candidato, no evita en absoluto calificar la reacción ante su muerte como vengativa, paleta y lamentable. Al margen de considerac­iones políticas, desde un punto de vista humano, pero sobre todo intelectua­l y cultural, el hecho de que no haya habido ni tan siquiera un comunicado de pésame a la familia, deja al presidente del Gobierno a los pies de los caballos convertido en un trilero y en un charlatán de feria; sin hablar del ninguindun­gui de Iceta, más que ministro de Cultura, un palmero entregado a los encantos de su jefe. Todo muy triste.

Desde las antípodas políticas, pero también desde el reconocimi­ento a la talla intelectua­l de Fernando Sánchez Dragó, respetuosa­mente...

Modesto Arjona Ortiz

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