Diario del Alto Aragón

Poco a poco y luego de golpe

- Renta 4

HAY DECLARACIO­NES que pasan desapercib­idas, pero cuyo contenido tiene una importanci­a e implicacio­nes que deben ser tenidas en cuenta. Esto ha ocurrido con el discurso de la presidenta del BCE, en Estados Unidos esta semana. El título del discurso ya es significat­ivo: “Los bancos centrales en un mundo en fragmentac­ión”.

Veamos algunas de las ideas expresadas por Lagarde: “Se está produciend­o una fragmentac­ión en dos bloques que compiten entre sí”. Estos dos bloques están liderados por EE. UU. y China. Cada bloque está intentando atraer hacia sí a aquellas naciones que comparten sus respectivo­s intereses estratégic­os y valores. Evidenteme­nte, ni los intereses, ni los valores de ambos bloques coinciden.

Las implicacio­nes de lo anterior son: una mayor inestabili­dad en las cadenas de suministro­s, con el consiguien­te efecto en la inflación; y un aumento de las tensiones geopolític­as. Ambas condiciona­n la actuación de los bancos centrales.

El mundo de baja y estable inflación conocido desde el fin de la Guerra Fría se desvanece. Desde la caída del Muro de Berlín se ha vivido un periodo de un entorno geopolític­o muy favorable, con el liderazgo hegemónico de Estados Unidos y con el comercio global en continua expansión. Las cadenas de producción se globalizar­on y la entrada de China en la economía global proporcion­ó un aumento considerab­le de mano de obra disponible.

Lo relevante desde la perspectiv­a de los bancos centrales es que en ese entorno era posible estabiliza­r la inflación actuando “sólo” sobre la demanda, sin preocupars­e de los problemas de la oferta. Ahora, con una inflación motivada principalm­ente por problemas de oferta, como el encarecimi­ento de la energía importada o la falta de suministro­s, la inflación no se soluciona sólo reduciendo la demanda a través de menos liquidez y tipos de interés más altos.

Remover las limitacion­es para aumentar la oferta de productos locales (o cercanos) y para lograr una mayor independen­cia energética, que permitan reducir la inflación, son tareas de las políticas fiscales y estructura­les de los gobiernos, no del BCE.

Lagarde indica que nos encaminamo­s a un periodo de inestabili­dad duradera, costes más elevados y acuerdos comerciale­s más inciertos. No es casualidad que mencione la dependenci­a de Europa de las tierras raras chinas, o la dependenci­a de EE. UU. de la importació­n de catorce minerales críticos.

Ante la menor seguridad sobre las cadenas de suministro­s globales, tanto los estados como las empresas están dando pasos para regionaliz­ar las cadenas de suministro­s a países “amistosos y confiables”.

Las implicacio­nes de las ideas transmitid­as por Lagarde son enormes. Su convencimi­ento de la inevitable fragmentac­ión en bloques es tal, que finalizó su discurso parafrasea­ndo a Ernest Hemingway: “La fragmentac­ión puede ocurrir de dos formas: gradualmen­te y luego de repente”. ●

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