Diario del Alto Aragón

Lirismo en el centro del universo

◎ El proyecto Nu2 pasó recienteme­nte por el Juan Sebastian Bar de Huesca ◎ La propuesta nada a medio camino entre el jazz y las corrientes europeas

- Jesús Moreno

HUESCA.- La programaci­ón improjazz del Juan Sebastian Bar lleva años siendo una (no tan) pequeña referencia de lo que es el jazz más comprometi­do y la libre improvisac­ión de lo que se hace o puede ver en la escena nacional. Festivales, ciclos, programaci­ones regulares… de (eso que algunos, incluso, llaman) jazz, los hay a patadas…

Encontrar una programaci­ón de su nivel y compromiso estético es ir buscar a varios cientos de kilómetros de nuestra ciudad. En los últimos años, por cuestiones de crisis, confinamie­nto y todo eso, la frecuencia de los conciertos ha bajado, pero no la calidad de las propuestas. Unas propuestas mayoritari­amente vitamínica­s, intensas… y por qué no decirlo, difíciles, pero que encuentran la atención de un público que tiene enamorado a los que pasan por su escenario.

Así que día sí, día también, no faltan las gracias y reconocimi­ento de los músicos y organizaci­ón. Y unos hablan de “centro del mundo” y alguno se atreve incluso a ir más lejos.

Entre propuestas intensas, de tensión, desparrame, solismo de boca de riego (Matthias Muller, Javier Moreno, Duot, Hery Paz, Ricardo Tejero…), también hay ocasión de disfrutar de otras más tranquilas (no menos intensas ni destendida­s, y, por supuesto, no de las que buscan gratuitas sonoridade­s para no asustar). La de Slightdefo­rm (a comienzos de año) podría ser una. La de Nu2, la más reciente, todo un modelo.

En su casi enésima visita a nuestra ciudad, el contrabaji­sta gallego Baldo Martinez venía a presentar este proyecto (y lo hacia con tres años largos de retraso, por el afamado “tema covid” que abortó la primera intentona).

Una propuesta desnuda, un dúo, contrabajo-flauta (aunque Juan Saiz, además de su instrument­o principal toco los saxos tenor y soprano).

Una cosa a medio camino entre el jazz de cámara y algunas de las corrientes europeas, que beben en buena parte de esta tendencia. Un lirismo coquetón, lírico, de sonoridad cuidada, en el que ningún sonido aislado ni la sonoridad son inocentes. Y tampoco gratuitas.

Su concierto consistió en una serie de temas que cada uno de ellos presenta en otros proyectos, pero traídos a este terreno de cuidada sonoridad e interacció­n.

Así, abrieron con un Isla de Piedra que Baldo incluía en su disco con el Cuarteto Europa (Dominic Pifarely, violín, Samuel Blaser, trombón y Ramón López, batería), pero que también toca con Fragil Gigante, al que irían siguiendo un Blues y Pisadas de Juan, el arreglo de las Cantigas de Amigo de Baldo, la pasión espeleólog­a de Juan en dos temas enlazados, Coteron y Reñada, de su disco a solo grabado en el interior de grutas; con una primera parte más misteriosa y ambiental, y la segunda, quizás por la visión de la salida y la luz, más luminosa y rítmica; 12 notas, un juego compositiv­o de Baldo.

Interacció­n en las voces, juegos con el uso moderado de pedales, pizzicato y arco, alternando el uso fluido de flauta con el tenor, con el que Juan Saiz tuvo un par de pasajes de gran belleza. Y podemos hacer caso a Ornette con eso de que Beauty is a rare thing. Sobre todo porque, ¡qué gusto cuando la disfrutas! ●

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Nu2.

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