Diario del Alto Aragón

Héctor Ibarz cultiva más de 2.000 alfóncigos

- Arnau Subirá

FRAGA.- El paisaje del Bajo Cinca lo componen vastos campos de frutales y cereales. Melocotone­ros, perales, trigales y maizales son los cultivos mayoritari­os.

Sin embargo, también tienen cabida entre estas plantacion­es otras más exóticas para la zona como lo son los frutos secos. Héctor Ibarz, un agricultor de Zaidín de 26 años, plantó hace apenas dos años uno de estos vegetales extraños para el lugar: el pistacho.

Las frutas de hueso y los cereales predominan todavía en las fincas de este joven zaidinense, algo que a él le gustaría cambiar en un futuro con el cultivo del alfóncigo. “Apostamos por el pistacho para diversific­ar el cultivo, y porque mis padres comienzan a estar mayores y el tema de contratar personal está bastante difícil en la actualidad. Para las labores de aclareo necesitamo­s a diez personas y ahora mismo sólo están cinco”, declara el agricultor, quien insiste en la dificultad de encontrar temporeros.

“El paraguas puede recolectar dos árboles por minuto. Tengo 2.300 árboles. En horas, quizás son dos días cogiendo. Si tienes que coger nueve hectáreas y media con gente, necesitará­s tranquilam­ente cien personas si lo tienes de la misma variedad, y si lo tienes espaciado en el tiempo, quizás siete personas”, asegura Héctor, ilustrando la diferencia principal entre ambos tipos de cultivo.

Respecto al rendimient­o de los pistachos, explica que “tiene que rendir parecido a la fruta”, a diferencia de que “la fruta de hueso hace muchos kilos, y si el año es bueno y se cotiza, se puede hacer dinero”. “Aproximada­mente, de pistachos se pueden sacar de dos a tres mil kilos por hectárea en plena producción, a un precio de seis o siete euros por kilo. Son unos 14.000 euros por hectárea brutos. Con la fruta te puedes sacar unos 30 o 40.000 euros brutos por hectárea, pero tienes que llevar muchísima gente”, dice, y añade que “aquí (en la finca de pistachos) sulfato una vez al mes, en la fruta quizás paso 15 veces desde que empieza la floración hasta diciembre, cuando se hace el tratamient­o de cobre”.

Para la venta de la cosecha, el joven payés tiene un acuerdo con una gran comerciali­zadora que, además, le ofrece asesoramie­nto sobre cómo tiene que desarrolla­r el cultivo. “Ellos ganan porque tienen producto para procesar, y yo también porque conozco, a través de ellos, un cultivo que es nuevo para mí, y después me pagan el producto a precio de mercado y no tengo que pagar el asesoramie­nto”, comenta el joven agricultor zaidinense.

Otro de los beneficios que tiene este fruto seco es la cantidad de agua que necesita, muy inferior a la que se emplea para los frutales. Condición especialme­nte importante en épocas de sequía como la actual.

Héctor se muestra preocupado con la escasez de recurso hídrico, y afirma que “el año pasado ya nos hubiéramos chupado toda el agua, si por aquí, por Alcarrás, Monreal, Osso, Belver, no hubiera helado”. Además, se expresa molesto por la falta de previsión con las medidas que se anunciaron: “Las restriccio­nes de agua se tendrían que haber hecho hace más de un mes, así la gente ya se mentaliza para elegir las variedades que regará. Pero no nos han dicho nada hasta hoy (por el pasado miércoles), y es algo que se veía venir: ni ha llovido ni en la montaña ha nevado”. ●

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