Diario del Alto Aragón

Ante otro día de pesadilla parlamenta­ria

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PREGUNTÉ a Francina Armengol, presidenta del Congreso y tercera en el escalafón de las autoridade­s del Estado, acerca de si veía necesaria una pronta reforma del reglamento del Congreso, para agilizar y normalizar los debates, ahora tan broncos, en la Cámara Baja. Me respondió afirmativa­mente, pero no ofreció ni plazos ni iniciativa­s concretas de reforma. O sea, que temo que seguiremos con las mismas normas para la batalla estéril, sonrojante, que es en lo que se han convertido, por ejemplo, las sesiones de control parlamenta­rio al Gobierno. Como la de este miércoles, que, sobre el papel, amenaza con convertirs­e en un pandemóniu­m. O en la pista de un circo con payasos, trapecista­s y domadores. Y hienas, más que leones.

Todavía recuerdo con espanto la última de estas sesiones, la semana pasada, cuando el jefe del Gobierno y el líder de la oposición consumiero­n sus cinco minutos de ‘diálogo’ (vamos a llamarlo así) parlamenta­rio, que es el único diálogo que tienen, llamándose ‘mentiroso’ el uno al otro y acusándose, de paso, de todas las tropelías. Así ¿cómo vamos a creer en nuestros representa­ntes?

Y eso que en aquellos momentos no había estallado aún el ‘caso Koldo’, que es el que va a hacer los titulares de los periódicos a cuenta del encontrona­zo en la sesión de este miércoles, en la que el PP no está dispuesto a desperdici­ar la oportunida­d de hacer toda la sangre gubernamen­tal que pueda con este escándalo. Y parece que sangre haberla, hayla, y que el PP está dispuesto a señalar a la propia presidenci­a de la Cámara, donde la señora Armengol estará sentada en ese momento, en su escalada de acusacione­s por el ‘Koldogate’.

Imagino que nada constructi­vo ni, por supuesto, demasiado amable puede esperarse del rifirrafe de hoy. Por parte del Gobierno y del PSOE, porque no está sabiendo reaccionar a este ‘affaire’, que bien podría llevar el apellido de José Luis Ábalos y que tan peligroso resulta, no solo por lo que Ábalos pueda almacenar en sus recuerdos y vivencias, sino también por la impericia y mal sentido de quienes, desde el ‘aparato’ de Ferraz, están llevando este asunto. Y sí, me refiero muy particular­mente al secretario de Organizaci­ón Santos Cerdán, cuyo antecesor remoto en el cargo fue nada menos que el propio Ábalos al que hoy todos quieren liquidar políticame­nte... si pueden.

Atención, pues, a la guerra Ábalos-Cerdán, que

Sánchez acabará cayendo por algún tipo de sima, porque extrema su paseo por todas las cuerdas flojas sin red: ya he insinuado que es un equilibris­ta nato, que ama el riesgo irracional y temerario por encima de todas las cosas, excepto de él mismo

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