Los tambores y los romanos dieron luz al Viernes Santo
Cientos de oscenses disfrutaron del toque de tambores en la plaza López Allué y del desfile
HUESCA- El toque de los tambores, el desfile romano y la posterior adoración al Cristo Yacente en la Iglesia de Santo Domingo fueron los tres actos que dieron luz al pasado Viernes Santo en la capital altoaragonesa.
Aunque el cielo gris amenazaba con dar lluvia, finalmente el tiempo dio tregua y las calles de Huesca retumbaron a toque de tambor en la plaza López Allué, tal y como preveían las cofradías. La Concentración de Bandas de Tambores y Cornetas comenzó con un acto previo, la entrega del donativo a la Asociación Oscense de Esclerosis Múltiple. Fue el mayordomo primero de la Archicofradía de la Vera Cruz, José María Río, quien hizo entrega a su presidenta, Peña Hernando, del cheque, con un importe de 2.500 euros.
Una plaza López Allué abarrotada esperaba con paraguas y móvil en mano para capturar su salida desde la plaza de San Pedro. Las cofradías partieron hacia la plaza López Allué ante la atenta mirada de los asistentes hasta formar filas y hacer sonar varios toques en conjunto e individualmente.
Tras una primera parada en la plaza López Allué, las bandas iniciaron su itinerario y recorrieron la calle Moya, siguiendo por el Coso Alto, el Coso Bajo hasta llegar a la plaza de Santo Domingo.
A penas unas horas después, puntual a las 14:00 horas salieron de la Catedral de Huesca alrededor de 25 romanos en un desfile que recorrió la calle Santiago, Pedro IV, Lizana, Coso Alto, Coso Bajo y de nuevo a la plaza Santo Domingo para, una vez allí, rendir culto al Cristo Yacente en el templo.
Un desfile de “tradición” y “emoción”
Fernando Tuda fue uno de los romanos que desfiló este Viernes Santo. Él es uno de los integrantes más veteranos, con 49 años de experiencia a sus espaldas. En su caso, explica que no supo con certeza si el desfile saldría adelante hasta bien entrada la mañana. “Es una alegría que se haya podido celebrar y salir a la calle. Al final es un acto muy tradicional. En mi caso en mi familia hemos salido a lo largo de nuestra vida cinco o seis y acabas cogiendo el relevo”.
En la otra cara de la moneda, Elena Estaún, de 16 años, que debutó como romana el pasado viernes en sustitución de su padre, que durante 25 años participó del acto. “Es algo que he visto toda mi vida y lo he vivido con algo de nervios pero con mucho ilusión”, dice Elena, quien todavía tiene que hacerse al peso de la armadura, porque prevé salir “muchos años más”. ●