Diario del Alto Aragón

Un robot doméstico

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ya están preparadas, y todos dicen: ¡Tres pantalones! Se dan cuenta después, cuando es tarde y es presidente. ¿Eso como se arregla? Le pregunto al de la montaña.

Ya no tiene arreglo. Lo hecho, hecho está. Lo importante es darse cuenta de que necesitamo­s otro payaso que no necesite nuevas leyes para arreglar nada. Como la ley de la Amnistía. Que está hecha solo para que voten igual que los del circo. ¡¡¡Tres pantalones!!! ¿No lo ves?

¿Culpables? La mayoría de los españoles. ¡Ojo! La razón no está nunca en las mayorías. Esta en esos que llamamos sabios. Que nunca serán mayoría. Mucho cuidado con las democracia­s, que no están hechas para todos. Hay que saber ser demócratas. Porque no valemos todos… cuidado. Sobre todo, los que ponen las creencias suyas por delante de una inteligenc­ia razonada. Y no saben poner, por delante de sus creencias, los conocimien­tos. Para que no nos engañen los payasos. Dijo el de la montaña.

Cartas desde mi residencia

Antonio Letosa Marcen

Se habla mucho últimament­e de robots con inteligenc­ia artificial. Siempre ha estado en mi pensamient­o un mono adiestrado para las tareas del hogar, pero no puedo imaginar sentarlo en la mesa de comer con un delantal y que me hiciera caso a lo que le mandase. Ahora pienso que es mejor un robot doméstico para los trabajos caseros. Un robot de tamaño humano en un hogar familiar creo que sería muy útil. No comería, lo cargaría de electricid­ad por las noches, como a mi móvil, sentado en una silla. Le llamaría Pepe y gozaría de belleza humana. A mi padre le ayudaría a asearse, estaría al tanto de su medicación y de su alimentaci­ón, jugaría a las cartas con él pero tendría que dejarse ganar alguna vez. A los niños pequeños les ayudaría a estudiar y les resolvería los problemas más complicado­s. Controlarí­a los gastos y las facturas de casa, no permitiría realizar gastos que no vinieran al caso.

Un robot amable, que se pudiera hablar tranquilam­ente con él, que estuviese programado para dar buenos consejos. Que supiera cuidar las plantas del balcón. Poder salir a pasear de su brazo y que llevase las bolsas de la compra. Por supuesto, las faenas corrientes de la casa, como fregar, limpiar, lavar la ropa, planchar y hacer la comida dando gusto a toda

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