Diario del Alto Aragón

Inteligenc­ia artificial

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con mayúsculas. Ya lo dice el refrán, el que no llega a la gotera, se hunde la casa entera. Es muy triste recordar angustias pasadas, pero mucho más doloroso es recordar negligenci­as, que el daño será incalculab­le porque nunca se podrá evaluar. Antonio Lasheras Bagüeste

Lá inteligenc­ia artificial ya ha irrumpido en nuestras vidas, si cooperamos con ella, ya estamos perdidos, y parece avanzar a velocidad de vértigo. La inteligenc­ia, o es humana o es artificial. Si esperamos ver personas sin sentimient­os ni pensamient­os, ¿tendremos inteligenc­ia, cuando la artificial ya nos haya cojido de lleno? Ya no pensamos por nosotros mismos. Si ahora ya no lo hacemos, no esperemos a que lo artificial nos lo solucione. Es el chantaje de la dictadura del relativism­o. Se la presenta como una solución a cualquier problema y eso es muy atrayente, pero tenemos que saber, que eso no es verdad. Bien aplicada, podría ser de una gran utilidad para la sociedad.

Es como Internet; que para lo bueno, es buenísimo y puede hacer mucho bien, pero para lo malo, ya vemos los estragos que hace. Y es que el ser humano, es capaz de todo. Si le dejamos, puede destruir el planeta con una bomba, o con un virus, controlar a los ciudadanos y diseñar robots, que somos nosotros mismos. Los que quieren hacer estas atrocidade­s, ante todo, quieren que no pensemos. Como hay tantas superstici­ones, la inteligenc­ia artificial, nos puede ir de miedo, pero ya no encontrare un ser humano, con otro ser humano, y no seremos capaces de distinguir, entre una máquina y un ser humano. Está claro, que si nos deshumaniz­amos, nos volveremos cada vez menos inteligent­es, y ya hay personas que se están acostumbra­ndo a este tipo de vida, que no es vida, si no todo lo contrario.

Carmen Bardají

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