El “trilema energético”
ES DIFÍCIL afrontar que factores priorizar en la política energética entre la seguridad del suministro, la asequibilidad de la energía disponible y la sostenibilidad medioambiental de las fuentes de energía utilizadas. Fuera de Europa y de Estados Unidos lo tienen claro, prima el desarrollo de la economía y, por tanto, la seguridad del suministro y la asequibilidad del mismo, quedando la sostenibilidad como tercera prioridad.
A mayor desarrollo económico, mayor consumo de energía. La mayor parte de la población del mundo se encuentra en países en desarrollo. Según vayan desarrollándose económicamente estos países, su necesidad de consumo eléctrico será mayor por el crecimiento de la población y la prosperidad económica. Comparado con Europa y Estados Unidos, los países en desarrollo consumen en torno a un 80% menos de petróleo y un 90% menos de gas por persona y año.
El incremento del consumo de energía a nivel global en las próximas tres décadas se estima en al menos un 50%. Aunque en Occidente las inversiones necesarias para afrontar este incremento de la demanda se están centrando en las energías renovables, desechar y limitar las fuentes tradicionales de energía, especialmente las de origen fósil, es poco realista si no se quiere crear un caos económico.
La estrategia actual no se centra realmente en la reducción de emisiones, sino en las fuentes de energía, centrándose exclusivamente en sustituir hidrocarburos por alternativas. Se considera a las energías fósiles como el enemigo de la transición, cuando son imprescindibles para que la transición energética avance.
Las energías renovables y las energías fósiles son complementarias. Sin petróleo no hay transición energética. Las turbinas de viento están hechas de acero, fibra de vidrio, resinas o plásticos, hierro y aluminio. Todos estos componentes no se pueden conseguir sin la utilización de petróleo o gas en su producción. En el caso de los paneles solares ocurre algo similar. Para su fabricación se necesita: vidrio, plásticos polímeros, aluminio, cobre y otros metales. De nuevo, no es posible la obtención de estos componentes sin el empleo de petróleo o gas. Lo mismo ocurre con las baterías de litio.
En la gestión del “trilema energético”, Europa está priorizando la sostenibilidad medioambiental sobre la seguridad del suministro y la asequibilidad de la energía. Ello ha provocado que docenas de empresas de sectores intensivos en energía, como químicas, acero, cerámica, vidrio o fertilizantes, hayan cesado o reducido su actividad en Europa. En el caso de Alemania, la producción de compañías energéticamente intensivas ha descendido a niveles de 2006.
La producción que ha desaparecido de Europa se ha sustituido por producción elaborada en otras áreas geográficas con menos miramientos sobre la sostenibilidad medioambiental. Europa en algún momento virará su política y priorizará la seguridad del suministro y su asequibilidad poniendo como tercera, y no primera prioridad, la sostenibilidad. ●