Diario La Grada

“NoS VEMoS EN EL bAÑo”

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levo unos días atrapado en el Nueva York de principios de siglo y todo gracias al libro de Lizzy Goodman “Nos vemos en el baño”, título que hace referencia a una canción de The Strokes. Es un libro que nos explica el renacimien­to del rock and roll que sucedió del 2001 al 2011 en Nueva York. En una ciudad en shock por el ataque terrorista y por las políticas opresivas del alcalde Giuliani, una ciudad dispuesta a engullirte si no caminabas con un cuchillo entre los dientes. Es una crónica oral contada por la gente que la vivió, tocando en bandas, sirviendo copas, firmando cheques o informando de lo que ocurría en las cloacas de la gran urbe norteameri­cana. Nuestro Espanyol también está renaciendo de sus cenizas y estos dos choques fuera de casa han de calibrar si todo es un globo hinchado o una revolución real. De toda la hornada de grupos que surgieron de las tripas de la ciudad de los rascacielo­s y que cuentan que nunca duerme The Strokes fueron los más mediáticos, los abanderado­s de una ciudad y un movimiento que golpeó al britpop, y recuperó el trono para Norteaméri­ca perdido tras el grunge y la muerte de Kurt Cobain. Si la selección nacional fue la percusora del tiki taka o como se llame y Luis Aragonés el ideólogo de un plan maestro que situó a España en la senda de la cima futbolísti­ca mundial, sería de necios negar que otros equipos, clubs o seleccione­s no han mejorado ese plan hasta hacerlo casi infalible. Pero como siempre no los primeros son los mejores en llevarlo a la práctica y tras la sorpresa inicial poco a poco se va perdiendo efectivida­d. En Nueva York pasó lo mismo, nadie recuerda que años antes del éxito de The Strokes con su disco de debut ellos asistían ensimismad­os a los conciertos de Jonathan Fire*Eater quien liderados por Stewart Lupton pusieron el rock de vuelta en las calles de la gran manzana. Pocas canciones atrapan como “When the curtain calls for you” la verdad. Los miembros de The Strokes soñaban con ser ellos y con el tiempo se convirtier­on en el grupo de rock más grande de Norteaméri­ca de la primera década de este siglo. Nuestros chicos llevan en el ADN el fútbol de Luis y de aquella selección campeona de Europa, pero al igual que The Strokes han mejorado la fórmula, presión asfixiante, rigor táctico y un compañeris­mo total. Quería rendir tributo a Jonathan Fire*Eater y sobretodo a Stewart que murió este mayo pasado a los 43 años. Quizás con las jornadas, con las temporadas nos pase como a la banda de Lupton pero... ¿y si nos convertimo­s en los nuevos The Strokes? Sigamos disfrutand­o y entre partido y partido les recomiendo que lean y escuchen lo que se coció en el Nueva York de principio de siglo.

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