SENTIMIENTO DE PERTENENCIA
Se pueden sacar muchas cosas positivas del triunfo ante el Castellón. Aunque antes de ponernos con ellas, una que debería cambiar: cerrar los partidos antes. El Espanyol dominó, marcó los tiempos y tuvo múltiples ocasiones para no llegar a los últimos 20 minutos con un rival todavía vivo, que si se lo creyera podría hacer mucho daño. Ese pequeño apunte al margen, fue una actuación coral perica de mucho nivel. Diego López tuvo que parar dos ocasiones en la primera parte y poco más. Calero, con el gran rendimiento que está encadenando esta temporada, se erigió como el líder de la defensa. Su capacidad para ganar duelos aéreos evitó que el Castellón se estirara, que pudiera ser peligroso, despejó cualquier atisbo de llegada castellonense y dio seguridad al equipo. Me pregunto si desde el Ayuntamiento de Madrid se han planteado la posibilidad de hacerse con los servicios de Keidi Bare para despejar las calles ante tanta nieve: ¡qué centrocampista! La capacidad que tiene el albanés para recuperar, encadenar esfuerzos, liberar a sus compañeros de ciertas tareas defensivas, no escatimar a la hora de recorrer kilómetros es digna de admirar. Ha costado encontrar a un centrocampista de sus características. No es el más fino del lugar, pero en una medular que los últimos años había sido, para opinión de quién escribe, algo tierna, tener a un tipo robusto como Keidi es un auténtico lujo. Es emocionante ver también a los chicos de la casa brillar. De Pedrosa esperamos esta versión suya de una forma más seguida: ese torbellino que no cesa de subir y bajar la banda izquierda, extremadamente peligroso en los metros finales. Y Nico. Nico Melamed es lo mejor que podía ocurrirle a un equipo como el Espanyol. En los momentos difíciles, el sentimiento de pertenencia tiene todavía más valor y eso lo elevan a la máxima potencia futbolistas como él. Ojalá dentro de poco pueda recibir el calor de la afición en el Templo, una ovación más que merecida, pues el mal trago de la Segunda División se hace más liviano con su talento y la ilusión que genera su proyección. Por último, un aspecto importante de Raúl de Tomás: su ambición no conoce fronteras. Es un futbolista peculiar, no hay discusión sobre eso, hay a gente a la que no le gusta, genial. Vivimos en una sociedad en la que se juzga demasiado y se comprende poco. Los delanteros viven del gol y es lo más normal del mundo que se obsesionen con ello, que lo busquen sin cesar. No pudo marcar ante el Castellón, pero a mí dame ese tipo de goleadores, a mí dame a RDT.