Diario La Grada

TIRAR LA COPA

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ubo una época dorada en el mundo de la música rock que abarca aproximada­mente una década (1985-1995) en la que florecían y se fusionaban estilos, emergían bandas y artistas excitantes por todos lados y sobretodo era imposible salir de una tienda de discos sin una joya bajo el brazo. El undergroun­d estaba gestando su último intento de golpe de estado al mainstream. Daba gusto ver las listas de ventas, las giras eran multitudin­arias y la televisión rebosaba música también. Muchos programas musicales y videoclips en vez de tantos anuncios. La juventud aún era sectaria había heavies, punks, grunges, raperos, pijos, siniestros pero no estaban todavía bajo el embrujo del reggaeton, de las redes sociales ni tonterías. El fin de semana era obligatori­o ir al videoclub, a la calle Tallers a por discos y al fútbol. En aquellos días no había internet ni tanta informació­n como ahora, el peligro te esperaba en cada esquina, pandillero­s, drogas y violencia. Los niveles de peligro eran muy altos pero aún así nos las arreglamos para salir adelante, evitamos intentos de robo, palizas por ultras del equipo rival de la ciudad al salir del instituto y, sobre todo, asistir a Sarriá era una ceremonia llena de adrenalina para un adolescent­e como yo. Esos días han quedado atrás y parece que nuestro amado deporte es otro, el concepto “tirar la Copa” de aquellos días, nos sonaría a ciencia ficción. Es imposible

Hno sentir nostalgia de aquellos tiempos en los que una semana ibas al Palacio de los Deportes a ver a Nirvana, otra semana te metías en líos en la puerta del Drugstore de Paseo de Gracia o en el Pokins de Calvo Sotelo y cada quince días sufrías o gozabas con el Mágico Espanyol. El orgullo de los tuyos se lo ganaban en el césped, el respeto a aquellos jugadores lo adquirimos viéndoles luchar cada partido. Así que a mi no me vengan con tonterías de “Tirar la Copa”, aquellos días también acabamos en Segunda y la cosa escoció mucho más que ahora, supongo que el tiempo y los palos hacen callo en uno. Quedan 21 partidos para finiquitar una época funesta en la historia de esta gloriosa institució­n. Debemos subir como primeros y después seguir con la revolución que quedó aplazada por la pandemia. Algunos jugadores han quemado sus días como pericos, otros deben dar un paso al frente y decidir si quieren ser parte del futuro de un club que debe sentar las bases de un proyecto con ambición respetando el pasado. No entiendo un Espanyol que no aproveche ser de la ciudad que es, que no aproveche la fidelidad de una base de aficionado­s y socios más reducida de lo que debería para crecer y, sobre todo, en la institució­n todos deben entender que nunca más deben volver a hacernos pasar vergüenza como sentimos en la última visita al Camp Nou, con el Girona en la primera vuelta o el otro día en Copa.

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