Diario La Grada

“A POCHETTINO LE ABREN LA PUERTA TAMUDO Y DE LA PEÑA, AUNQUE TAMBIÉN ANTES SE LA HABÍAN ABIERTO A TINTIN Y LUEGO SUFRIERON LESIONES Y FALTARON MUCHO”

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pa al Barça en los despachos… Sí, pero mira lo que te digo; yo no creo en los goles de despacho. Son chorradas. Lo que se tiene que ver en las institucio­nes es que detrás de un club hay un proyecto serio. Y entonces nosotros estábamos construyen­do un estadio nuevo que además fue declarado el mejor estadio en 2010 y fue fuente de inspiració­n para otros proyectos. Las institucio­nes te creen cuando eres creíble.

Deportivam­ente, el inicio fue muy bueno. Es el año de Glasgow. Sí. Esa experienci­a me pilló mucho más maduro que en Leverkusen. Estaba más preparado y tenía buena relación con la UEFA. Además, Cristóbal Parralo había construido un gran equipo que venía de ganar la Copa del Rey. Hicimos una gran competició­n, quedamos invictos y fue una lástima volver a caer en los malditos penaltis… Otra vez la mala suerte. ¿Te acuerdas de Jonatas, que gol metió y que bueno era?

Imposible olvidarlo. Pues no tenía buena relación con Tamudo, De la Peña y compañía. No lo podían ver…

Vaya. A propósito de esto, ¿es cierto que Valverde pidió que los llamados ‘tres tiburones’ no continuase­n como condición para seguir? Es cierto. No le resultaba fácil trabajar con Tamudo y De la Peña. Creía que debían cambiar de aires. Luís García también estaba en el paquete, pero sobre todo De la Peña requería de mucha paciencia. Futbolísti­camente no lo discutiré, pero desde luego personalme­nte era... bueno, digamos que yo mismo no le entendía. Y encima marcado por las lesiones... ¿Y Tamudo? Lo de Raúl es mas comprensib­le. Tamudo estaba hasta arriba de llevar la carga del Espanyol a la espalda. Todo el club se aguantaba sobre sus hombros. Un hombre de familia humilde de Santa Coloma que se dejaba la vida en el campo, criado y hecho figura en el Espanyol. Decían que no

Pero hay que decir en honor a la verdad que vender a Tamudo hubiese sido un trauma… Sí, pero era lo mejor para todas las partes. El Espanyol no tenía dinero y él había cubierto un ciclo y era una oportunida­d para crecer. También hay que decir que Paco Herrera nos hablaba para reemplazar­le de unos jugadores como Pavone o Marco Ruben que no tenían ningún peso para cubrirse de una decisión así. No era fácil atreverse a hacerlo y el caso es que no se hizo.

En 2008, acabamos la primera vuelta cuartos y haciendo un gran fútbol. ¿Qué pasó en la segunda vuelta? Paco Herrera, que era más entrenador que secretario técnico en su fuero interno, tenía discrepanc­ias con Valverde sobre el juego del equipo. Paco y Tintín Marquez, segundo entrenador, tenían feeling y no lo tenían tanto con Ernesto que es un tipo con mucha personalid­ad. Alguna vez he pensado que se le bajaron de la moto algunos jugadores. No puede haber otro motivo. Al final esa temporada llegó la petición que hemos comentado. Aunque yo pienso que, si hubiésemos hecho lo que nos pedía, se quedaba. Le quedaba un año de contrato y nos lo perdonó a pesar de que enseguida tuvo una oferta de Olympiakos.

Siempre he pensado que en usted se da una coincidenc­ia histórica. Es el hombre que rige el club tras Leverkusen, donde el club deshace el equipo. Y también es el hombre que está al mando tras Glasgow, donde el club decide no vender… Sí, es posible. En la época de Leverkusen yo estaba por la idea de no vender y al final vendimos. Pero en la de Glasgow no teníamos un duro… ¡y nos equivocamo­s por no vender!. Tendríamos que haber aprovechad­o las ofertas que llegaron. Recuerdo la del Valencia por Luis García, donde estaba entonces Quique Sánchez Flores. Quique se lo quiso llevar también al Benfica. ¡Vino el presidente del Benfica con Rui Costa y todo! Paco Herrera, de rodillas en el restaurant­e

En el tema de las ventas siempre pesaba la delicada situación económica… Es que lo pasamos muy mal. Estábamos en quiebra técnica. No había un chavo. Se aplazaban todos los pagos. Los jugadores cobraban tarde y mal. Pasé tanto estrés esos años que por ejemplo el día antes de la inauguraci­ón del estadio me encontré fatal. Acabé en la Clínica Quirón al cuidado del Dr. Narciso Amigó de Bonet y otros médicos que pensaban que podía ser una angina de pecho. Pero que va, era todo nervios y ansiedad…

Después de Valverde, llegó Tintín como entrenador. ¿Hubo paciencia? Hay que reconocer que los más futboleros del Consejo lo veían mal y me dijeron “¡Pedro, que haces, estás loco!”. Pero Paco Herrera le apoyó. Se llevaban muy bien. Pero a Tintín los jugadores le conocían demasiado y se le subieron pronto a las barbas. Tuvo poco carácter, pero en honor a la verdad también tuvo mala suerte. Creo que sabe de fútbol.

Tras el recordado ‘olemos a muerto’ de Tintín, es cesado. Llegó Mané y nos vimos todos en Segunda… Sí. Condal insistió en traer a Mané a través de Ramón París, que había sido un representa­nte de confianza del club. Los jugadores jamás creyeron en él. Lo veían anticuado. Y cuando los jugadores no creen en el técnico...

Y llega Pochettino. Hay una anécdota buena y es que a mí me tocó despedir a Pochettino en verano de 2006, porque Lotina le advirtió a Valverde, a través de su representa­nte, de que le removería el vestuario. Ernesto nos pidió si podíamos hacerlo antes de que él llegase. Quedé con Pochettino en Madrid a través de su mánager y le ofrecí el año de contrato que le restaba íntegro. En 10 minutos llegamos a un acuerdo. Y al finalizar me quedé tan encantado con él, que recuerdo que le dije: “¡es usted un fenómeno. Me voy a ir yo y se queda usted en el Espanyol!” Ya hemos visto después la fantástica carrera que ha hecho.

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