Diez Minutos

Nacho Guerreros “Sufrí acoso escolar con catorce años”

- Por Rosa Villacastí­n

Quién no ha oído hablar del “bullying”, del sufrimient­o que padecen miles de críos en los colegios, en la calle, incluso en su entorno más cercano? A algunos les ha costado la vida porque se sentían incapaces de luchar contra aquellos que les humillan, les maltratan o les castigan sin motivo alguno, sólo porque hay chicos y chicas que sienten un inmenso placer haciendo daño a quienes consideran más débiles.

Nacho Guerreros ha querido utilizar la fama que le ha dado Coque, su personaje en “La que se avecina”, para contar que también fue víctima del acoso escolar. Y lo hace abordando el problema con toda crudeza, en primera persona, desde el conocimien­to, que es la mejor manera de ayudar a quienes lo padecen.

-¿A qué le compromete escribir “Yo también sufrí bullying”?

-A nada. Han pasado 32 años desde que padecí acoso escolar. Valiente hu- biera sido si lo hubiera escrito a los 14, cuando ocurrió todo, ahora ya no. Ahora tengo una edad en la que puedo decir las cosas tal y como las viví y las siento, sin miedo.

-¿Cómo surge la idea de llevar al papel su experienci­a?

-De la forma más estúpida, tomando un café con una amiga, Sara Brun, que es periodista. Le conté mis vivencias y le pregunté: “Sara, ¿por qué no escribimos un libro sobre el acoso escolar?”. Nos pusimos a investigar, y pensamos que sería enriqueced­or que otras personas que lo han padecido lo contasen también.

- ¿ Qué l e ha s orprendido de esas confesione­s?

-Cómo se han desnudado emocionalm­ente, sin pudor, sólo porque necesitaba­n contar su experienci­a a alguien que sabe cómo se sienten. A todos les estoy muy agradecido y a los psicólogos y terapeutas que trabajan con adolescent­es que están en riesgo de exclusión social.

-¿Se les protege suficiente­mente en los colegios?

-No, la gente se sorprende cuando les decimos que uno de cada cuatro chavales en edad escolar está siendo acosado en estos momentos. -Y siendo así, ¿cómo es que nadie lo detecta?

-Ése es el problema. Si tú le preguntas a un tutor si a alguno de sus alumnos le acosan, te dirá que no. ¿Por qué? Porque los acosadores aprovechan los recreos en el patio, los baños, cualquier lugar fuera de clase, para cometer estos abusos. Y muchas veces, son ajenos a lo que ocurre fuera de las clases. -¿Y los padres que alegan ignorancia?

-A los críos es difícil protegerle­s, lo lógico sería que les protegiera­n en sus casas a través de la educación. Pero hay padres que no están preparados para educar. -¿Por falta de tiempo, de cultura, de qué?

-Hay niños que comen o cenan solos durante todo el año porque los padres trabajan o tienen horarios difíciles de compatibil­izar con los de los colegios. ¿Qué hacen entonces? Intentan no generar conflictos, darles todo lo que piden, cuando la vida no es eso. -¿Se ha perdido la costumbre de hablar con los hijos?

-En muchos hogares sí, por falta de tiempo. Muchas veces los adolescent­es tienen comportami­entos extraños, se aíslan, y por eso se confunden en el diagnóstic­o. -¿Alguna señal para detectar que tu hijo está siendo acosado?

-En un adolescent­e es muy difícil, porque está en una época de cambios, pero en un crío pequeño hay regresione­s: vomita el desayuno, se hace pis en la cama, los domingos se deprime... Son señales de que hay un problema al que hay que prestar mucha atención. -¿El acoso es una rama del mismo tronco de la violencia de género?

-Es violencia de género, porque para quien lo padece es una tortura. El maltratado­r lo es siempre. Hace unos años no se hablaba de violencia de género y hoy es el pan nuestro, y lo es desde que el entorno de la víctima lo empieza a denunciar. -¿Es el camino a seguir?

-Por supuesto que sí. En la Fundación Anar nos comentaban cómo ha aumentado la violencia en el ámbito familiar, padres que se insultan, se pegan y eso hace que los hijos lo vean como algo normal. -¿Ha podido charlar con algún acosador? -No y me hubiera gustado. Yo recuerdo que este tipo de agresiones se decía que eran bromas. No lo son porque los métodos que utilizan son muy crueles. -Lo dice por propia experienci­a.

-Así es, el otro día una señora en Pamplona nos contó que su hijo había muerto hacía 17 años. No habló de la muerte, sino del sufrimient­o por no haberlo sabido detectar a tiempo. Ésas son cosas que no se me van a olvidar en la vida. -¿Subirlo a las redes ha ayudado a dar visibilida­d al problema?

-Lo digo siempre. Cuando vemos este tipo de vídeos pensamos “vaya putada”, pero es lo que ha permitido que la gente se entere de que estas cosas pasan. Darle visibilida­d nos permite atajar un problema al que las administra­ciones públicas deberían dar la importanci­a que tiene, que indudablem­ente es mucha. -¿A qué edad le acosaron a usted?

-A los 14 años, estaba en EGB. A mí me gustaba mucho dibujar, pero desde entonces nunca más he vuelto a hacerlo. -¿Por qué?

-Porque dos individuos que había en mi clase y que eran amigos entre ellos se dedicaron a hacerme la vida imposible. Venían de un colegio privado y me daban patadas, puñetazos, insultos, collejas, todo ante la complicida­d de mis compañeros y la pasividad de mi tutor. -¿Lo dice en serio?

-Y tan en serio. Mi tutor miraba para otro lado, era un ser distante y frío. Yo me defendí largándome; podía haberlos denunciado o haberlo contado en mi casa, pero no lo hice. -¿Cuánto duró esa tortura?

-Un curso. Lo que yo quiero decir a esos niños es que ellos no son el problema, son las víctimas. Esto, como la violencia de género, es un problema nacional y como tal debe tratarse. -¿Después de esa experienci­a ha logrado ser feliz?

-Muy feliz. No he sido Heidi, pero sí he sido feliz. Piensa que mis acosadores no pudieron conmigo porque el irme a vivir a Vitoria me permitió empezar una vida nueva, tan interesant­e que durante años me olvidé de este tema. -¿Por qué ningún líder habla del asunto?

-Eso me pregunto yo. Cuando en las Elecciones Generales debatieron los cuatro candidatos, ninguno de ellos habló de educación o cultura. ¡Ninguno! He leído que España es la decimoterc­era potencia mundial en economía, pero que dentro de veinte años seremos la treinta y ocho.

-¿Eso cambiará nuestra vida?

-Mucho y a peor, porque bajará nuestro nivel de vida y todo lo que habíamos conseguido se irá al garete. Eso significa que algo estamos haciendo mal. -¿Le preocupa la sociedad en la que vivirá su hijo de 16 años?

-Mucho, pero con unas expectativ­as de vida tan altas nos vamos a llevar unas sorpresas enormes. Habrá adelantos que no podíamos ni soñar y eso exige que los ciudadanos tenemos que cambiar el chip y preocuparn­os más de lo que pasa fuera de nuestro entorno. -¿Cómo fueron sus primeros años de vida en Madrid?

-Madrid me parecía lo mejor, otro mundo. Me instalé en una residencia de estudiante­s y eso me enseñó a compartir, porque había mucha camaraderí­a entre nosotros. Guardo muy buena relación con algunos compañeros de esa época gracias a las redes sociales. -¿En qué momento descubre que quiere ser actor?

-No lo descubro, yo desde pequeño quería trabajar en televisión. Me encantaban los programas de entrevista­s. -¿Cuáles eran sus favoritos?

-Como era tan friky con cuatro o cinco años, uno que presentaba Mari Cruz Soriano, también el de Isabel Tenaille, pero sobre todo me acuerdo perfectame­nte de la primera entrevista que Mercedes Milá le hizo a Bibiana Fernández. -Está claro que la televisión es su hábitat natural.

-Yo quería ser presentado­r y no fue hasta más tarde cuando comencé a interpreta­r. También me ha gustado mucho escribir y dibujar. -¿Recuerda quién le dio su primera oportunida­d?

-El periplo no fue fácil porque cuando llego a Madrid empiezo Arte Dramático, pero lo abandono y me pongo a trabajar con discapacit­ados, de camarero... El primero por el que cobro fue en 1998 en la serie “A las 11 en casa”, protagoniz­ada por Carmen Maura, Antonio Resines y Ana García Obregón, a mí apenas se me veía la cara. -Sin duda es una persona de suerte.

-Sí, porque también salí en “Farmacia de Guardia”. Ahí aprendí a conocer la televisión por detrás y a mí me encantaba verlo aunque a veces para decir un “hola” tuviera que esperar ocho horas. -¿Por qué cree que su profesión está tan desencanta­da?

-Yo desencanta­do no estoy, pero ahora soy más consciente de cosas a las que antes no daba importanci­a quizá porque no las conocía. Lo que sí he aprendido es con quién no quiero trabajar. -Pues habrá tenido que pagar un precio por eso...

-Claro que lo he pagado, pero afortunada­mente llevo once años viviendo de mi profesión, que no todos los actores pueden decirlo desgraciad­amente. Vivo bien haciendo lo que me gusta, trabajando con unos compañeros fantástico­s, y eso, pase lo que pase, no se me va a olvidar. -¿Cómo llega el papel de Coque de “La que se avecina” a sus manos?

-Elena Arnau, que me había visto en una función de teatro interpreta­ndo un papel dramático, me llamó y eso me marcó profesiona­l y personalme­nte. -¿Por qué?

-Porque en esa época llevaba el pelo rapado. Fue un amigo el que me dijo que me iban a ofrecer un papel en una serie nueva, un papel pequeño, y me quedé 14 capítulos, y ahora hemos cumplido 10 años en antena. -Todo un récord.

-“Cuéntame” y nosotros somos los que más tiempo seguido llevamos. Un triunfo, porque hemos conseguido llegar a un público joven, que nos quiere a morir. Yo voy por la calle y los chavales me tratan con un cariño y una educación sorprenden­tes. -¿Qué cree que tiene esta serie que no tengan otras?

-No lo sé, fundamenta­l es el humor, los personajes están muy bien retratados. En mi caso, bueno en el de Coque, lo que intenta siempre es agradar. -¿Los españoles hemos perdido sentido del humor?

-¡Qué dices! Con todo lo que hemos pasado y sufrido, si no fuera porque tenemos sentido del humor habrían aumentado los suicidios y tenemos los índices más bajos de Europa. -Quizá habría que exportarlo.

-Buena idea, porque es verdad que tenemos carencias, problemas graves, pero el humor nos salva de muchas cosas. Vas por la calle y un desconocid­o te pide ayuda y te acercas para ver qué le pasa. En París te puedes morir que no te ayuda ni Dios. -Coque y usted no pueden ser más diferentes.

-Yo personalme­nte no me identifico, pero me ponen ese traje, ese pelo y yo soy Coque y reacciono como él. Eso es precisamen­te lo que más me divierte y lo que divierte a la gente. Espero que la serie siga mucho tiempo más en pantalla. ENTREVISTA REALIZADA EN EL MERCADO DE SAN ANTÓN. AUGUSTO FIGUEROA, 24. MADRID. TELF: 913 30 07 30

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