Diez Minutos

‘‘ Claudia Schiffer

Desearíamo­s que el tiempo no fuera el tiempo, que acaba destrozand­o cualquier belleza’’

-

Fue Claudia Schiffer copa máxima de lo suyo, inventando la topmodel, que es la maniquí con sueldo de futbolista. Hablamos de los años 90, y Claudia igual repercutía en los papeles porque la pillaban desnuda en un yate de isla o bien porque la pillaban vestida en la pasarela de Milán. Queremos decir que Claudia era Claudia. Queremos decir que Claudia era la Schiffer. Ahora, el monumento cumple 47, el 25 de agosto, y aún está de anuncio. La descubrió un fotógrafo en un pub de Munich, y luego Karl Lagerfeld la nombró “rostro Chanel”, póster incluido. Uno diría, por encerrar su belleza, que no hay quien encierre, todavía, que Claudia Schiffer es una Brigitte Bardot con menos vicio, y más yogures. Una actualizac­ión de la lámina de Brigitte Bardot, que es la lámina de la archirrubi­a con pelucón de crines.

En la pasarela batió rápido a la niñata de esqueletur­a y en las revistas salía dorada y nutriente, con una hermosura de escote abismal. Casó, en el 2002, con Matthew Vaughn, un tipo del cine, y han tenido tres hijos. Se les ve a todos por ahí, todavía, tan felices. Antes fue chica chollo de las revistas del colorín cuando mantuvo un romance con David Copperfiel­d, aquel mago tecnológic­o. Aquello fue en los 90, duró un par de trucos, pero Claudia era entonces la gran rubia de la aldea global del deseo, la alemana que logró que las modelos fueran tan famosas como los modistos, o los actores, o incluso más. Era algo así como un futbolista de lo suyo, ya digo, pero en hembraza. Claudia coronó a las maniquíes de maniquíes famosas, y les subió a todas el caché, empezando por el suyo, que era un susto. Claudia subió el oficio de modelo al podio del brillo de estrella, y con ella la década resultó una primavera perpetua de cuerpos gloriosos: Cindy Crawford, Naomi Campbell o Linda Evangelist­a. Ha habido luego otras. Pero no.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain