Diez Minutos

Lara Dibildos

‘‘Me gustaría encontrar un compañero de vida”

- Por Rosa Villacastí­n

Marbella es para Lara -como lo fue para sus padres-, lugar de reposo pero también de diversión y vida familiar. Con ella se encuentran sus dos hijos, Francisco y Álvaro, con los que le gusta compartir momentos únicos, de descanso, pero también de largas sobremesas. Un lujo al que no quiere renunciar teniendo como tiene una magnífica casa en una de las mejores zonas de la Costa del Sol.

Lara está a punto de entrar en capilla. Apura los últimos días antes de viajar a Valladolid y a Madrid, donde estrenará una nueva obra de teatro “La habitación de Verónica”, con la que espera sorprender a un público acostumbra­do a verla en comedias desenfadad­as. Un cambio de registro que supone todo un reto en su carrera. -¿Por qué decide hacerse actriz? -A veces pasan por tu lado trenes que no puedes dejar escapar, yo cogí el de la interpreta­ción y es la mejor decisión que he tomado en mi vida. En televisión me lo paso bien, me siento segura, pero cuando salgo al escenario y se levanta el telón no hay nada que lo iguale. -¿Cuál es la magia del teatro? -Cuando interpreta­s un personaje y te metes en el papel, la sensación es increíble. Pero tengo una asignatura pendiente... -¿Cuál? -Hacer una serie en televisión, aunque estoy convencida de que las emociones que sientes en un escenario no pueden ser iguales que las que puedas sentir rodando, donde los cortes son continuos.

- ¿ Todavía siente mariposas en el estómago?

-A mí se me dispara la adrenalina antes de salir y me dura varias horas después de terminar la función. El día del estreno siento no mariposas, siento dragones, por los nervios y la responsabi­lidad que conlleva.

Cómo será, que la noche anterior me tomo un montón de tilas, hago meditación para combatir los nervios, que desaparece­n cuando pronuncias las primeras frases. Y ahí es donde empiezo a disfrutar.

-El 7 estrena en Madrid, una plaza difícil.

-Dos días antes en Valladolid y el 7 de septiembre directamen­te en Madrid, en el Teatro Reina Victoria con “La habitación de Verónica” una obra de suspense, mucha tensión, del mismo autor de “La semilla del diablo”, con un desenlace inesperado. La dirige Ricard Reguant, y trabajan Antonio Albella, con el que hice “Diez negritos”, un gran actor, Lucía Gil, a quien hemos visto crecer, y Javier Pascual, quien un día decidió dejar su zona de confort para dedicarse al teatro.

-Usted también ha dado un paso difícil.

-Porque ya no puedo seguir haciendo de chica rubia tonta, aunque en la vida real a veces lo parezca. Para mí es un reto trabajar en el Reina Victoria, porque es un teatro que tiene muy buena acústica y mucho prestigio.

-¿En qué consiste su papel?

-De eso no puedo hablar porque, al ser una obra de misterio e ir toda la trama entrelazad­a, tenemos prohibido dar datos, con decirte que cuando me enviaron el guión ponía: mujer, hombre, chica, muchacho. Está claro que la mujer soy yo. Sinceramen­te, cuando me vean no me van a reconocer.

-¿Cómo influyeron sus padres a la hora de inclinarse por la interpreta­ción?

-De ninguna manera, yo estaba con María Teresa en Telecinco cuando me llamó Tomás Gayo, gran productor, para decirme que buscaba una cara televisiva porque estaba preparando “Pato a la naranja”. Yo no tenía ninguna experienci­a salvo un sketch que había hecho en el programa y que, casualidad­es de la vida, él estaba viendo en ese momento, y decidió hacerme un casting.

-¿La eligieron por su cara bonita?

-Así es, me dijo que le había gustado muchísimo, confió en mí, y empecé a compaginar la televisión y el teatro. Me gustó tanto la experienci­a que me metí de lleno a estudiar interpreta­ción.

-¿No le dio pena dejar la tele?

-Mucha, pero lo hice con todo el dolor de mi corazón porque pensé que era mi momento. Me lo pusieron difícil por ser hija de Laura Valenzuela y José Luis Dibildos. Pero gracias a eso pude vivir algo que ya no existe, que alguien sin conocerte te dé no sólo una oportunida­d sino tres, todas con éxito, porque las tres obras que hice con Tomás Gayo funcionaro­n muy bien.

-¿Es verdad que llegó a hacer triplete?

-Sí, porque salíamos de gira con las tres. Cada día interpreta­ndo una obra diferente, en lugares distintos y, ya ves, no me volví loca. Esas cosas se pueden hacer cuando eres muy joven y puedes con todo.

-¿Ser hija de dos personajes a qué le ha obligado?

-A demostrar siempre mucho, sobre todo que valía, porque es así como me han educado, dándolo todo para que nunca pudieran decirme que lo que hacía era por ser hija de… Ahora ya no tengo que justificar­me porque han pasado muchos años y si alguien no me llama será porque no le gusto. Yo soy muy exigente conmigo misma.

-Su padre era un gran productor. ¿Por qué no siguió sus pasos?.

-Si yo supiera que lo iba a hacer como él, no tendría problema. Mi padre, cuando le dije que quería ser actriz, sólo me dijo: piénsatelo bien, y si de verdad quieres dedicarte al teatro, estudia, cúrratelo. Y he seguido su consejo. Desde la primera propuesta que me hicieron he dedicado muchas horas a estudiar, a prepararme.

-Un poco osada sí es.

-Mucho, también era inconscien­te pero ahora ya no, cuando era más joven sí.

-Un tanto a su favor moviéndose en el ambiente que se mueve.

-A mí me enseñaron que los trapos sucios hay que lavarlos en casa. He tenido momentos difíciles pero, como te digo, no voy contándolo­s a la tele. Las cosas, cuando se viven en privado, se superan mejor.

-¿Sus hijos han influido en la buena relación con sus padres?

-Por supuesto, los hijos influyen mucho. Francisco sé que es mi hijo porque lo he parido, porque por lo demás es igual, igual que su padre. Pasa lo mismo con Álvaro, es idéntico al suyo.

-¿El secreto es que al verles felices lo sean ellos?

-Sin duda alguna. La buena armonía entre los padres es fundamenta­l para que los hijos sean felices y vivan en paz. En el caso de Álvaro, que sólo tiene 10 años, la comunicaci­ón con su padre es buena porque eso es bueno para él y también para nosotros porque, al tener un hijo en común, tenemos que comportarn­os como si fuéramos familia.

-¿Y?

-Álvaro padre participa de todos los acontecimi­entos familiares: mi cumpleaños, el de mi madre, siempre ha sido así y espero que lo siga siendo, porque estamos embarcados en lo mismo: la felicidad de nuestro hijo.

-¿De verdad no hay nada entre ustedes?

-Si lo hubiera no posaríamos juntos ni saldríamos juntos, todo lo que hacemos lo hacemos con naturalida­d. Y te voy a decir una cosa: como padre y como alguien a quien quiero mucho, es perfecto. Como pareja debes preguntárs­elo a las otras personas.

-Me decía que Francisco es un calco de su padre.

-Le ha superado en altura, y una de las alegrías más grande que nos dio fue cuando le becaron para ir a Filadelfia y ahora a Oklahoma, donde va a estudiar este próximo curso. Y eso es algo que se ha ganado él y de lo que yo me siento muy orgullosa.

-¿No teme que se quede a vivir en Estados Unidos?

-No, yo sé que está viviendo un sueño, un sueño que le va a ir muy bien para su futuro porque allí les dan muchas facilidade­s para jugar y para estudiar, más si vas becado. Becas a las que es muy difícil acceder y que en este caso las ha ganado él. Yo preferiría, como es lógico, que viviera conmigo pero no puede ser.

-¿Qué consejos le da siendo tan joven como es ?

-Con 18 años todo lo que les digas les entra por un oído y les sale por el otro, mejor dicho, les entra, pero en una parte de su cerebro se les queda grabado lo que les enseñas, de eso estoy segura, porque él sabe que todo lo que yo le enseño es por su bien.

-Una buena fórmula, sin duda.

-Lo que yo he intentado es darle la educación que yo recibí, libertad e inteligenc­ia para elegir su futuro y la confianza se la tiene que ganar. No me puedo quejar porque se toma muy en serio el baloncesto, me sorprende la fuerza de voluntad que tiene con la alimentaci­ón y con los entrenamie­ntos. Él sabe que el que algo quiere algo le cuesta, y lo que come es todo a la plancha. Me gusta porque tiene mucho sentido del humor, es muy buena persona, ya es parte de mis amigos, uno más.

-¿Se puede ser amiga de los hijos?

-No.

-Lo dice muy convencida.

-Creo mucho en la comunicaci­ón, en la confianza, pero al final yo soy su madre y él es mi hijo, y hay cosas que no le voy a contar y que él no me va a contar a mí, porque el respeto es fundamenta­l.

-A los hijos, ¿hay que ponerles normas?

-Yo creo que sí, a mí me las pusieron y nunca pensé que estaban haciendo mis padres algo mal. Aunque es verdad que la vida ha cambiado mucho y que la educación que yo recibí es distinta a la que él recibe.

-Póngame un ejemplo.

-Yo les exijo que cuando comemos tienen que ponerse una camiseta, y en la mesa no se cogen los móviles porque hay que hablar, son pequeñas cosas para mí, fundamenta­les.

-¿La letra con sangre entra?

-No, no, a los niños hay que repetirles las cosas para que sepan lo que pueden o no hacer. Ellos ya no necesitan que les repita que se pongan la camiseta porque cuando vienen a la mesa la traen puesta.

-¿Álvaro es muy diferente?

-Mucho, Álvaro no se guarda nada dentro. Es un tío que siempre le encuentra la parte positiva a todo, es como el padre. Sólo hay una cosa que en casa no se dice nunca.

-Explíqueme­lo.

-“Yo no puedo y qué mala suerte tengo”. Dos frases que están prohibidas. Si tú

“Si tuviera algo con Álvaro Muñoz Escassi no posaríamos ni saldríamos juntos. Como padre es perfecto, como pareja deberías preguntarl­e a otras personas”

dices no puedo ya estás renunciand­o a hacer el esfuerzo, yo creo mucho en la fuerza de la mente.

-Usted es un ejemplo de que se puede ganar la batalla al cáncer.

-Porque la mente es muy poderosa, para mí hay un antes y después del cáncer porque la vida te cambia, ojalá no me hubiera pasado pero de no haber sido por el cáncer no sería quien soy ahora.

-¿Actualment­e es feliz?

-Lo soy porque me considero una persona afortunada. Cuando alguien me dice qué mala suerte tuviste con lo del cáncer, yo les contesto: no, mi madre y yo somos muy afortunada­s porque las dos hemos tenido cáncer y aquí estamos. No me puedo quejar. ¿Que pediría más cosas?, claro que sí.

-¿Qué le falta que no tiene?

-Un marido, un perro, pero tengo un conejo, no es igual que un marido pero algo es algo. Perro no tengo porque, como viajo mucho, no me gustaría dejarlo solo por ahí.

-¿Quién ocupa su corazón?

-Estoy muy tranquila porque estoy sola. Claro que me gustaría dar a mis hijos una familia, pero tengo la familia que me he hecho yo, tengo a mi madre, a mis amigos de toda la vida que son como de la familia.

-¿No le pesa la soledad?

-Me gustaría encontrar un compañero de viaje, de vida, pero no por estar sola, ya que vivo mejor así que mal acompañada. Para mí lo peor, y te lo digo de corazón por lo que he pasado, es vivir con alguien y sentirme sola, eso sí que es duro.

-¿Le gustaría tener más hijos?

-No, salvo que encuentre a alguien que tenga hijos, pero madre de nuevo no.

-Ya sabe que están de moda los ‘singles’.

-Nunca se puede decir de esta agua no beberé, pero empezar de nuevo con los biberones, los pañales, no, no. Ésta es una asignatura que ya tengo aprobada y requeteapr­obada.

-¿Qué le preocupa de las nuevas generacion­es?

-Muchas cosas, ha evoluciona­do todo tan rápido que da miedo. Yo jugaba con muñecas, veía películas de Disney pero ahora el mundo va tan deprisa….

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 ??  ?? Lara, con Rosa Villacastí­n durante la entrevista, en la terraza del restaurant­e El Ancla, en Marbella.
Lara, con Rosa Villacastí­n durante la entrevista, en la terraza del restaurant­e El Ancla, en Marbella.
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