Diez Minutos

Alejandro Sanz ‘‘

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Yo a Alejandro le voy viendo contento, y con muy buena cara. Lo diré de otra manera: ha llegado joven a los 49 años, que son los que cumple el 18 de diciembre. Ha padecido rachas de “nube negra”, que diría Sabina, por experienci­a propia, y hasta suspendió una gira, hace años, por ansiedad y otras tormentas interiores, que son las de peor cura. Pero ahí está, contento ya, como un flamenco, dispuesto como un rockero, salvado ya de varios infiernos, o purgatorio­s.

Cuesta ver a Alejandro de marido, porque tiene aún cara de crío listo, y no cuesta tanto ver que Raquel Perera, su mujer, vino a poner fiesta de madurez en su biografía. En la biografía en curso de los dos. Sé de Raquel, antes y después de Alejandro, y resulta una compañía imbatible de artista, que está siempre, sin estar incluso, cuando la ocasión obliga.

Alejandro tuvo club de fans, todas bachillera­s de carpeta, pero ya tiene afición de multitud. De modo que es un artista. Luego está que repercute a veces de noticia sin escenario. Se divorció de su manager de toda la vida, y la noticia fue un trueno. Con Raquel Perera se casó por la vía de lo secreto, que siempre es un susto para la afición. Aquella boda fue en 2012, en una finca extremeña, y los convidados pensaban que iban a un bautizo. Hasta que se encontraro­n a dos novios de matrimonio.

Raquel empezó a su lado, de asistente listísima, y ahora es la música arterial de su vida. Ha significad­o mucho en los alivios del luto del artista, y yo arriesgarí­a que hasta es la culpable de que él vaya tan en forma. La boda fue insólita, incluyendo que allí estaba Paco de Lucía, ese genio. Por Antonio Carmona me enteré que hubo “muy poca peña, pero muy buen rollo”. Parece que estuviéram­os ante un nuevo Alejandro, pero es el de siempre: un artista logrado.

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