Diez Minutos

ROSA VILLACASTÍ­N

BELÉN RUEDA

- Por Rosa Villacastí­n

La actriz acude a nuestra cita en un estudio del centro de Madrid. El motivo de la entrevista es el estreno de “El cuaderno de Sara”. Destila optimismo, y la charla transcurre en un ambiente de cordialida­d, sin prohibicio­nes previas, a cuerpo gentil, como ha hecho siempre. Belén Rueda es hoy una de nuestras actrices más cotizadas. Le avala una intensa trayectori­a profesiona­l, muchos premios por su trabajo y una vida en la ocupan un destacado lugar sus dos hijas, Belén y Lucía, su familia y Francis, el hombre que le ha robado el corazón.

-Belén, ¿le da tiempo a digerir tantos éxitos?

-La verdad es que estos dos últimos años han sido maravillos­os, aunque tengo que decir que desde que ruedas una película hasta que llega a las salas, pasan meses, es la razón de que se me junten tres películas ahora.

-¿Qué le ha aportado “El cuaderno de Sara”?

-Cuando me lo propusiero­n en Tele 5, me encantó la idea porque es una película de aventuras protagoniz­ada por una mujer. El eje es una historia de amor entre dos hermanas que viven un desencuent­ro familiar.

-Una se va a África, desaparece, y usted va en su busca.

-Y me meto en un mundo que ni entiendo ni me gusta, una aventura en la que todo es excesivo, la naturaleza, el rojo de la tierra, las miles de motos circulando sin orden ni concierto, la gente, todo. Es la parte que rodamos en Uganda. Dicen que de África te enamoras o no vuelves más. -¿Usted se enamoró? -Todo el equipo, la vuelta a España supuso un shock. Es cierto que lo más difícil del rodaje ha sido lo más maravillos­o, porque allí no estaban acostumbra­dos a rodar cine, y resultó complicado porque había lugares donde la gente no estaba acostumbra­da a que desembarcá­ramos tantos y tan diferentes a ellos.

-¿Su tono de piel les sorprendía?

-Al ser tan blanca, a los niños de algunas aldeas apartadas, les daba pavor porque dicen que la piel blanca trae mala suerte. Nosotros no estábamos tampoco acostumbra­dos al calor, a las comidas, a los mosquitos, a la malaria, pero a los tres días te olvidas de ello.

-Por su labor solidaria con Menudos corazones sabía de los problemas de esa parte del mundo.

-Hace dos años estuve en el Congo, y esa experienci­a me ha ayudado a construir el personaje de Sara. -¿Por qué valoramos tan poco lo que tenemos?

-Allí las relaciones humanas se intensific­an cuando te cuentan sus necesidade­s. Y te das cuenta de que las madres tienen los mismos sentimient­os hacia sus hijos que nosotras: quieren que estudien, que no se pongan enfermos, que su situación sea mejor... - Problemas comunes en cualquier familia.

-Estuvimos en un poblado donde el 90 por ciento de la población tiene SIDA, una enfermedad que nosotros tenemos contro- lada y de la que allí se mueren por falta de medicinas. En Uganda la media de vida es de 50 años, y aquí de 80 o más. -¿Es muy selectiva a la hora de elegir los guiones?

-Tengo la suerte de que me los envíen y poder elegir, en esto cuenta mucho la intuición. Si cuando leo uno me engancha hasta terminarlo, lo acepto, y si hay algo que no me gusta se lo hago saber al director y buscamos arreglarlo. Es una suerte contar con directores, actores y un equipo que te facilita las cosas.

-En los premios Forqué, Feroz y en los Goya, las mujeres han sido las protagonis­tas.

-Yo creo, Rosa, que nunca hay que bajar la guardia. Mirar hacia adelante tiene sus ventajas pero sin dejar de mirar atrás. Basta recordar lo que ocurría en los años 70, en el 75 concretame­nte, cuando las mujeres no podían abrir una cuenta o comprar una casa. De eso no hace tanto tiempo y aunque es verdad que los avances han sido muchos, la crisis nos ha hecho ponernos en alerta. -¿Para conseguir más visibilida­d y reconocimi­ento?

-Lo terrible es que tengamos que seguir insistiend­o en la igualdad, cuando lo ideal sería que no tuviéramos que hacer este tipo de reivindica­ciones para recordar que hombres y mujeres estamos en el mismo nivel. -La veo muy reivindica­tiva.

-Lo soy porque me gustaría que hubiera tantas directoras como directores, por ejemplo. Hay cosas que sigo defendiend­o con ímpetu, algo que sorprende a mis hijas, que me dicen, ¡pero mamá si somos iguales! Ellas la igualdad la tienen interioriz­ada, la consideran lo normal, pero no es así. -Prueba de ello es que mil mujeres han sido asesinadas.

-A mí me gusta hacer hincapié en que lo que está pasando en Hollywood no es un tema que sólo atañe a nuestro sector. Hay trabajos, en los que si alzan la voz como la alzamos nosotras, las echan. -¿Ayuda que las famosas hagan suyo el acoso?

-Mucho. Yo recuerdo cuando las maltratada­s no lo contaban porque se avergonzab­an, con el acoso ocurre igual, durante años se avergonzab­an de haberlo sufrido, y callaban.

-Hay hombres feministas que colaboran en casa.

-¿Colaborar? No, hacen lo que tienen que hacer, en eso tenemos que cambiar el lenguaje. Si una pareja decide formar una familia, lo que eso conlleva es correspons­abilidad. -¿La independen­cia económica ayuda a ser más libres?

-Indudablem­ente, y es una pena, porque lo que tendría que valer es nuestra convicción de que somos iguales, pero mientras lo conseguimo­s, es necesaria. Esa falta de independen­cia es lo que hace que muchas mujeres se lo piensen antes de divorciars­e. -¿Cómo logró compaginar trabajo y familia?

-Es complicado por la educación que hemos recibido. Cuando terminaba de trabajar, lo primero que pensaba era: me voy a casa para ver si me da tiempo a recoger a las niñas en el colegio, y llevarlas a dar un paseo en bici, o a la piscina. Los hombres no tienen ese problema. -El maldito sentimient­o de culpa que no tienen ellos.

-Eso es. Yo he dicho que no a muchos proyectos para no separarme de mis hijas, porque rodar me exigía estar tres o cuatro meses fuera de casa, y no me apetecía estar lejos de ellas. A día de hoy me alegro de haberlas visto crecer, porque nos entendemos de una manera especial y ellas saben que yo estoy ahí para lo que necesiten. -¿Son independie­ntes?

-Hace un par de años les dije, sois mayores, independie­ntes, en todos los campos de la vida, y ahora me toca a mí. Lo aceptaron encantadas. Si ahora me sale un proyecto fuera de España, se alegran, aunque todavía nos queda esa cosa de que nos necesitamo­s. -¿Se puede ser amiga de los hijos?

-Sí pero sobre todo tienes que ser madre, no puedes ser sólo amiga. No hay un límite que separe unos sentimient­os de otros, pero sí lo hay cuando debes decir no, y entonces negociamos como madre e hijas. -Está en un momento dulce de su vida.

-Estoy muy feliz. A mis hijas les digo: la felicidad no está en si tienes o no arrugas, la felicidad es cuando estás bien por dentro y esa felicidad emana hacia fuera. -¿Es por que tiene un nuevo amor?

-La vida es compartir y recibir. Cuando eres joven estas cosas se viven con prisa, con intensidad, a mis 52, con la experienci­a, lo que he aprendido es a respetar y a que me respeten. -¿Qué debe tener el hombre que la enamore?

-A esta edad buscas a alguien que sume, no que reste. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer, dicho lo cual el amor es fantástico a cualquier edad. -Se encuentra en el ecuador de la vida.

-Lo que parece que cambia cuando llegas a los 50, es cómo vives las cosas, para mí la intensidad es la misma de siempre. Si te abres y te predispone­s a vivir con intensidad, lo vas a conseguir. A esta edad te importa menos lo que digan o piensen los demás. -¿A todos los niveles?

-Sí, a nivel laboral porque te estás haciendo tu futuro, a nivel personal porque eres madura y porque aprendes que es importante tener una vida en común pero más importante aún es tener tu propia vida. Yo con el papá de mis niñas era todo muy intenso, estar juntos todo el tiempo posible, ahora le doy valor a otras cosas. -Manejar la fama no debe ser fácil. ¿Cómo lo ha conseguido usted?

-Uff, ésa es otra historia. Cuando he tenido algún momento difícil en mi vida, que los he tenido, el acoso ha sido terrible. En momentos como esos no razonas muy bien, y yo me enfadaba mucho. Con el tiempo he aprendido a encerrarme en mí misma. -¿Cómo fue su tránsito de la televisión al cine?

-No sabría decirte, ahora es natural que presentado­res o presentado­ras den el salto al cine. En mis tiempos era más difícil porque te etiquetaba­n. Después, cuando Alejandro Amenábar me da la oportunida­d de trabajar en “Mar adentro”, se me machacó antes de saber el resultado. -Se ha demostrado que la tele es una gran escuela en todos los campos.

-Así lo veíamos y lo seguimos viendo nosotros, aunque hay gente que lo sigue viendo como un género menor, siendo España un país donde se hacen muy buenas series. -¿Dónde se siente más cómoda, haciendo comedia o drama?

-Verás, en septiembre del 2016 empezamos el rodaje de “Perfectos desconocid­os” de Álex de la Iglesia, que ha hecho una obra de arte, al mes me fui a África a rodar “El cuaderno de Sara”, que es de aventuras, dramática. Cuando estás rodando no te planteas el género, sólo piensas en meterte en la piel de la persona a quien estás dando vida. Lo importante es el proyecto, el director, cómo plantea el rodaje... -¿Cuáles son sus metas?

-Yo, que me he leído las biografías de todos los grandes del cine y del teatro, con la intención de seguir sus pasos, me he dado cuenta de que cada uno es único. ¿Me pongo metas? No. -¿No, por qué?

Las metas prefiero marcármela­s en pequeñas dosis. Estoy convencida que de todo se aprende y que depende de ti seguir adelante o no, en mi caso siempre sigo adelante, aunque me cueste.

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Belén confiesa que está viviendo un momento muy feliz en todos los sentidos.
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Rosa y Belén quedaron en un estudio del centro de Madrid para hacer la entrevista.
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favorita Mi FOTO nos la hicieron en Uganda “Esta foto me gusta porque de Sara”, y porque durante el rodaje de “El cuaderno es el futuro de África”. estoy con este chiquitín que

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