Diez Minutos

ISABEL COIXET

“A las maltratada­s les pedimos que sean heroínas y no siempre es posible”

- Por Rosa Villacastí­n Fotos: Fernando Roi Ayudante: Fran Gilarranz

Isabel Coixet sabe sacarle jugo a la vida. Directora de cine, escritora, guionista, tiene una hija que ronda los 20 y una relación sentimenta­l con el activista Reed Brody. Isabel, como tantas otras mujeres, reivindica sus derechos con pasión, el de las mujeres y el de su lugar en el cine, pero también la labor que llevan a cabo organizaci­ones no gubernamen­tales como Médicos Sin Fronteras, o la grave situación que se vive en Cataluña.

En la noche de los Goya, Isabel se puso el traje de los éxitos y el abanico rojo de la denuncia feminista para recoger dos de los premios más importante­s, el de Mejor película y Mejor dirección por “La librería”, que se ha convertido en la película española del año. Una más en su larga trayectori­a vital y profesiona­l.

-¿Usted sabe relajarse en medio de tanta vorágine?

-Sí, porque esto, Rosa, va como va, hay épocas en las que las fiestas del cine son continuas, y otras más tranquilas. El tiempo hace que te lo tomes de diferente forma, por eso me parece imprescind­ible vivir un poco al margen de lo que puedan decir de mí.

-¿Satisfecha con los dos Goya que ha obtenido por “La librería”?

-Mucho, porque al fin y al cabo nos los dan los compañeros de la Academia. Hay algunos premios que guardo en casa de mi madre, pero la mayoría en la mía, donde los tengo todos juntos.

-¿Quién le pone los pies en el suelo a Isabel Coixet?

-Todos me los ponen, quizá porque hay una idea de cómo somos los directores de cine que nada que tiene que ver con la realidad. La gente piensa que estamos aislados, que vivimos en una burbuja, y no es así. Yo voy al Lidl y a Mercadona, y sé lo que vale un kilo de clementina­s, porque tengo una hija de 20 años que vive conmigo.

“Los directores no vivimos aislados, yo voy a la compra y sé lo que vale un kilo de clementina­s porque tengo una hija de 20 años que vive conmigo”

-¿Le agrada sentirse agasajada?

-Por supuesto, si yo voy a un súper hotel y me ofrecen una copa de champagne, estupendo, pero si tengo que ir a una pensión, y dormir en el suelo porque estoy rodando un documental en una zona donde no hay nada, tampoco me importa.

-Parte de su éxito es poner el foco en cosas que pasan desapercib­idas, como ocurre con “La librería”.

-La novela en la que se basa era muy dura. Una mujer a la que rompen su sueño, la echan del pueblo. Cuando la leí me di cuenta de que era una historia bonita pero le faltaba cariño. -Sin embargo, tiene un final feliz.

-Porque en la pantalla yo no quiero mostrar que todo se acaba, que no hay esperanza. Al contrario, hay amor y hay esperanza.

“Las mujeres tenemos que trabajar el triple para hacer cualquier cosa”

-¿Por qué tardó 10 años en llevarla al cine?

-Porque, y te lo digo por experienci­a, cualquier proyecto sobre una mujer de mediana edad, resta puntos. A mí no es que no me gusten los finales felices, pero hay historias que te llevan por otros derroteros. Y “La librería” es uno de ellos.

-Dice Marisa Paredes que el cine no puede prescindir de la mirada de la mujer.

-Y es cierto, pero lo que es indudable es que a partir de una edad no hay papeles para mujeres. Hay un término en Estados Unidos que es el “edaísmo”, que significa que igual que a las actrices, a las directoras también nos miran como si estuviéram­os en extinción a partir de cierta edad. -¿ Cómo se puede revertir esta situación?

-En mi caso, porque soy muy cabezota y si me dicen que tengo que ir por donde ellos quieren, voy por el otro lado. El problema es que las mujeres tenemos que trabajar el triple para hacer cualquier cosa, además de aguantar la presión que la sociedad ejerce sobre nosotras en todos los campos. Te pongo un ejemplo. -Adelante.

-Cuando mi hija era pequeña y yo me iba a rodar a Canadá o donde fuera, no había entrevista en la que no me preguntara­n, qué iba a hacer con ella, si la iba a echar en falta... ¿Por qué no se lo preguntaba­n a Spilberg, que tiene 7 hijos, o a Georges Lucas, que tiene no sé cuántos?

-¿Deberíamos cambiar el lenguaje?

-A veces se utilizan determinad­os términos por costumbre, por desidia, o por no inventar otros nuevos. Yo reconozco que soy una maniática con las palabras. -¿Con alguna en especial?

-El sentido de empoderami­ento es bueno, pero hay algo en la m y en la p, que me cuesta decir. -¿ Cómo triunfar en un mundo de hombres?

-Al principio lo que yo quería era ser uno más, supongo que te habrá pasado a ti y a todas las mujeres de mi generación. Hacer lo que hacían los chicos, y nos hemos reído de chistes machistas, asistido a conductas terribles, pensando que mientras no nos pasara a nosotras, todo iba bien, aunque estuviéram­os horrorizad­as por dentro. Lo que no veo es cómo pasar de esas cosas espantosas, a centrarte en lo que tienes que hacer. -¿Cómo lo consiguió usted?

-El problema es que siempre nos obligan a reivindica­r algo, lo que sea, y a mí esto me produce cansancio porque es algo que deberíamos haber solucionad­o ya. -Son siglos imponiendo los hombres sus leyes. Y eso es difícil de erradicar.

-Dímelo a mí. Yo empecé de creativa en una empresa de publicidad, la única mujer creativa que había, y que era como la crême de la crême en publicidad, y me tuve que hacer la fuerte para sobrevivir. Si quería llorar, me iba al baño, porque si mostraba el menor signo de debilidad, iban a por mí.

-¿ Que en su Primera Comunión le regalaran una cámara de cine fue premonitor­io?

-Mis padres amaban el cine y nos llevaban tanto a mi hermano como a mí a aquellas sesiones dobles, porque no había Circo del Sol ni espectácul­os. Cuando alguien me preguntaba qué quería hacer, yo les decía que actriz no, quería ser el que hacía las películas. -¿Por qué? -Porque pensaba que era el que más se divertía. -Con lo tímida que es...

-Pero yo no mostraba la timidez, era tímida y ya está. Es una época que recuerdo con cariño, porque era muy consciente de cualquier cosa que pasara en mi casa. Por ejemplo, cada vez que Franco salía en la tele mi padre tiraba lo que tuviera en la mano, llegó a romper la pantalla en alguna ocasión. Mercedes Sampietro en los Gaudí, recordaba lo que era la dictadura, yo también.

“Yo empecé en una agencia de publicidad, era la única mujer creativa y si mostraba el menor signo de debilidad, iban a por mí”

-¿Qué recuerda de la muerte de Franco?

-Tenía quince años, y recuerdo aquella España gris, pero también la alegría del después, del despertar a tantas cosas. Ahora que todo el mundo critica la Transición, porque dicen que no se hizo bien, yo creo que se hizo lo que se pudo. -Fueron tiempos convulsos.

-A mí me pilló en la Facultad el 23 F, y nos mirábamos todos como diciendo: esto va en serio, y todo lo que hemos ganado en estos años lo podemos perder. ¿Que se podía haber hecho mejor?, seguro, pero se hizo lo que se pudo.

“Sobre el tema del acoso, yo cojo las cosas con pinzas”

-¿Estamos dando pasos atrás?

-Mira lo que esta ocurriendo en Estados Unidos con Donald Trump. Yo he estado en países donde ser mujer es menos que nada. En el Chad, que es uno de los más pobres del mundo, el taxista más pobre tiene tres mujeres en el pueblo. Sobre el tema del acoso yo cojo las cosas con pinzas. -¿En qué sentido?

-No podemos olvidar que estamos hablando del acoso en un mundo privilegia­do, y es horrible, pero vayamos a la situación de la mujer en países del Tercer mundo, o en India, o en China, donde una pobre chica por tener la regla la enviaron a un chamizo a varios grados bajo cero y cuando fueron a buscarla había muerto de frío. ¿Cómo conciliar todo esto? -Dígamelo usted.

-Yo creo que los desafíos que tenemos son: sentirnos parte de un colectivo concreto, por ejemplo España, Europa, y luego ser consciente­s de que la mujer es la mitad del mundo. ¿Cómo conciliar todo esto para que la libertad sea real? -¿Cómo?

-Yo soy de la opinión de que si una mujer desde la libertad quiere ponerse un velo, que se lo ponga. Cuando hay una norma, ya no me parece bien. Tenemos una labor por delante para impedir que los adolescent­es tengan comportami­entos machistas. -¿ No es sólo una cuestión de educación?

-Deberíamos tener el rigor de no dejarles pasar una. Yo hice un documental sobre mujeres maltratada­s, y me di cuenta de que les estamos pidiendo que sean heroínas, que denuncien, y eso no siempre es factible. -¿No hay resquicio para la esperanza?

-Sí, yo conozco hombres que cuando dicen que son feministas lo son y tienen un gran respeto por las mujeres, pero no todos son así, y eso es lo que me preocupa. -¿Cómo vive el proceso catalán?

-Fatal, cómo lo voy a vivir... Así como los tres últimos meses del pasado año para mí fueron de tristeza, depresión, porque sufrí ataques personales, hoy sigo sin entender lo que nos ha pasado. Racionalme­nte es muy difícil explicar que a mucha gente se le ha despertado ese sentimient­o de que los catalanes son superiores a los demás porque, al final, es lo que está detrás de todo esto. -¿Ha faltado diálogo?

-Llevamos muchos años sin dialogar, diciendo que esto no iba bien, y el gobierno de Rajoy no hizo nada por pereza. No hay políticos buenos o malos, los hay con voluntad de servicio, y otros que sólo quieren salir en la foto, entre estos últimos incluyo a Rajoy, a Puigdemont, y al partido que le apoya, sin excepción. -¿Qué siente cuando la llaman fascista?

-Si la gente llama fascista a Marsé o a Serrat, que son iconos en Cataluña, es que hay una parte de la sociedad catalana que está muy enferma. -¿No se anima a hacer un documental sobre este tema?

-No, no, porque no sería objetiva, creo que tienen que ser otras personas quienes lo hagan, yo no tengo la distancia necesaria. -¿Ha perdido amistades?

-Sí, pero también los amigos de toda la vida estamos más unidos que nunca, porque nos sentimos un poco como los cristianos de las catacumbas. Para todo lo que es oficialism­o, nosotros no existimos, pero bueno, son ellos quienes se lo pierden. -Tiene una hija, ¿cómo viven esto los jóvenes?

-Mi hija ha viajado mucho, ha estudiado arte, es muy buena fotógrafa, tiene un gran sentido del humor y eso le ayuda. Lo ve, como tanta gente, con estupor. Sabe de entrada que para abrirse camino tendrá que irse a trabajar a otro país. Es lo que le preocupa. -Y su madre, ¿qué piensa?

-Mi madre es súper catalanist­a, siendo como es de Salamanca, pero lo ve con mucha preocupaci­ón. ENTREVISTA REALIZADA EN EL HOTEL NH COLLECTION MADRID SUECIA. CALLE DEL MARQUÉS DE CASA RIERA, 4. MADRID. TELF.: 912 00 05 70. RESERVAS: 91 2665708

“Si la gente llama fascista a Marsé o a Serrat, que son iconos en Cataluña, es que hay una parte de la sociedad catalana que está muy enferma”

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Goya a la Mejor película “Esta foto recibiendo el dirección, ha sido una por “La librería”, y a la Mejor porque no lo esperaba”. inmensa alegría para mí, favorita Mi FOTO
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Isabel asegura que “a partir de una edad no hay papeles para mujeres”.
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 ??  ?? Rosa e Isabel, en el Hotel NH Collection Madrid Suecia, charlando durante la entrevista.
Rosa e Isabel, en el Hotel NH Collection Madrid Suecia, charlando durante la entrevista.
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