Diez Minutos

ROSA VILLACASTÍ­N FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

“Yo he vivido la Barcelona enloquecid­a de los 70”

- Por Rosa Villacastí­n

Conocí a Federico en Antena 3 Radio, en el programa de Antonio Herrero, por el que ambos sentíamos gran admiración y cariño. De aquellos años me quedan recuerdos, anécdotas y el convencimi­ento de que Federico es uno de los personajes más cultos e incisivos de nuestro país. Alumno aventajado de José Antonio Labordeta y Sanchís Sinisterra, compartió con su maestro el amor por Teruel, su tierra natal, y una formación intelectua­l que le ha permitido pasar de la extrema izquierda, donde militó en sus años jóvenes, a la derecha más radical con el nacionalis­mo. Ha recorrido un camino que le permite analizar la actualidad con criterios que encandilan a un público que le sigue allí por donde va.

-Dice Stephen King que los buenos libros se escriben en cuatro meses.

-Yo he tardado dos años en escribir “Memoria del comunismo: de Lenin a Pode- mos”, y cuarenta en prepararlo. El resultado es muy interesant­e, porque necesitaba hacer un libro atractivo para que lo pudiera leer todo tipo de público. -¿Qué es lo peor del comunismo? -Creer que por serlo son superiores, y tienen derecho a quitarles lo que tienen a quienes no están de acuerdo con ellos. Y como a la gente no le gusta que le quiten lo suyo, ni su libertad ni su salario, les matan, pero lo hacen por el bien de la humanidad. Lo cual es fantástico, porque tienes el poder absoluto sobre vidas y haciendas.

-No parece que con esos mimbres sea fácil caer en sus redes.

-Lo es, porque siendo mi generación la última educada en los valores católicos, para mí la idea de ayudar a los demás fue esencial, porque si pierdes la idea religiosa, el partido lo llena todo. Lo que ocurre es que dentro del partido no hay informació­n hacia fuera, y cuando conoces la realidad te das el castañazo. El comunismo es una secta.

-A la que usted perteneció en su juventud.

-Como tantos de mi generación. Claro que el partido que yo conocí nada tiene que ver con los de ahora. Era un partido que quería la democracia sinceramen­te. Y que en Italia, como en otros países, evolucionó hacia la socialdemo­cracia o un liberalism­o compasivo o estatalist­a, pero no en favor de la dictadura. -¿A -A los qué medios se debió de la comunicaci­ón. irrupción de Podemos? El socialismo jadora, siempre en cambio fue un el comunismo partido de base con Lenin trabaes de intelectua­les y periodista­s, que son los nuevos clérigos. Ellos son los buenos y el resto los malos. -No parece que tenga simpatía por Pablo Iglesias.

-Porque un partido como Podemos sólo puede llegar en circunstan­cias excepciona­les, ya que en épocas normales la gente vota moderado de izquierdas o de derecha, no quieren que les compliquen la vida, salvo que venga una grave crisis. Mira, Rosa, si Iglesias saca la bandera española está en el poder. -Sorprende lo convencido que está de sus ideas. -Porque yo sí conozco a Pablo, y sé que es el único líder en Podemos, el resto es atrezzo. -¿Qué me dice de los neonazis, que haberlos haylos?

-Son reacciones contra un mundo moderno, complejo, donde hay una desconfian­za al sistema representa­tivo. Hay una generación a la que todo les ha venido dado; la de mis hijos, que ya han nacido en democracia y por eso no valoran lo que es vivir en libertad. Tras la caída del muro de Berlín ni la derecha ni la izquierda han hecho el cambio. -¿Cómo le marcó que le secuestrar­a Terra Lliure?

-Me ha marcado más con la perspectiv­a del paso del tiempo. Cuesta rehacerse, aunque lo tengo totalmente superado. Yo, que estudié psicoanáli­sis, tendría que haber buscado ayuda para superarlo antes, por eso cuando sucedió el atentado contra Aznar, le dije: José, no hagas lo que yo, no quieras hacer de Capitán Trueno y vete a un psicólogo y le cuentas lo que sientes porque el cuerpo tiene memoria. -¿Siguió su consejo?

-No, porque a él como a mí, o te vencen o te reafirman, y a mí me reafirmaro­n en mis ideas, sigo defendiend­o lo que creo. -Nació en Orihuela del Tremedal, Teruel.

-Hay gente que se avergüenza de sus orígenes, de ser de un pueblo perdido, yo presumo del mío. Con Javier Marías me enzarcé en una polémica porque decía que yo era de un pueblo perdido. Le contesté: a mi pueblo le conocerán por mí, en cambio a ti te recordarán por ser hijo de Julián Marías.

“He vivido la Barcelona enloquecid­a de los 70. Tengo un libro en el que cuento el nacimiento del movimiento gay”

cantautor? -¿Qué le unía a Labordeta, el famoso

-Fue un segundo padre para mí, y de hecho fue el mío, antes de morir, quien me dijo que cambiara de colegio y me fuera donde estaba Labordeta, con el que me crié. Primero cuando estaba interno y después en su casa. -Sin embargo, eran muy distintos.

-Una vez le preguntaro­n por qué éramos tan amigos, y él contestó: aparte de haber sido mi alumno, tenemos muchas cosas de las que hablar que no sea la política. -Hablemos del Federico que pocos conocen.

-Porque una cosa son las ideas y otra la persona, es lo que decía Labordeta, no puedes circunscri­bir la vida a la política. Yo siempre he entendido la política a través del periodismo casi como una obligación, no devoción. -¿Por qué obligación?

-Porque me veo obligado a hacer determinad­as cosas, entre otras a escribir este libro. Como te he dicho, nací en un pueblo, mi madre y abuelo eran maestros, y a mí contar las cosas no me cuesta, y si además cuento algo que la otra persona no sabe, es maravillos­o.

“En Barcelona todo estaba permitido”

-Reminiscen­cias de su época de profesor.

-Yo daría clases gratis si pudiera, pero tenemos un sistema escolar que no me deja. La última vez que di clase fue en el Instituto Lope de Vega de Madrid, con un nivel extraordin­ario de las chicas, mayor que los chicos. -¿Ligaba mucho?

-Con las alumnas no, pero yo he vivido la Barcelona enloquecid­a de los setenta. Tengo un libro “La ciudad que fue”, en el que cuento el nacimiento del movimiento gay, antes de que apareciera el SIDA. En Barcelona todo estaba permitido, porque fue una época inverosími­l para los que han venido después. -¿Cómo fue salir de Teruel para ir a Barcelona?

-El gran cambio fue llegar a Teruel. Mis hijos se ríen cuando me preguntan cómo era la vida en el siglo XVIII. Yo iba a recoger la cabra de mi abuela que estaba en el monte con el resto de las del pueblo. Y cuando nevaba, mi padre tenía que hacer un camino hasta la escuela porque había un metro y medio de nieve. Milagro que había agua corriente. -Una beca le cambió la vida, ¿no es así?

-Fue la primera vez que una generación de chicos y chicas pudimos acceder a las becas rurales, que propiciaro­n el cambio más profundo que se ha dado en España, porque nos permitió, sin pasar por la Iglesia ni por el ejército, incorporar­nos a una educación pública que, por cierto, era buenísima.

“El secreto de la relación entre mi mujer y yo, es que siempre hemos tenido cada uno sus horarios, su dormitorio y su despacho”

-Se -Y ¿cómo emociona no? El al recordarlo. gran cambio fue pasar de vivir había en calefacció­n una casa de central. pueblo a Yo un antes sitio donde nunca había visto un radiador. -¿Para qué le sir vieron todas esas experienci­as?

-Para apreciar lo que había. Después he visto mundo, pero al final te das cuenta de que hay dos o tres cosas importante­s en la vida. -¿Qué cosas?

-Estar de acuerdo con uno mismo para poder dormir tranquilo, porque has hecho lo que tenías que hacer. Es decir, no traicionar­te es fundamenta­l. -Es un buen autorretra­to.

-Yo no valgo para mentir, hay gente que lo hace muy bien y han llegado a ministros, pero yo no valgo. -Y la familia, ¿qué?

-La familia es muy importante, porque con el tiempo vas descubrien­do que son los que te dicen lo que realmente estás haciendo mal. Yo siempre he estado y estoy rodeado de gente, pero al final tienes que elegir. -¿Entre aduladores y los que no lo son?

-Sí, porque los aduladores son los que al final te la pegan. Los que te dicen la verdad son la familia y algún viejo amigo. Mi mujer y mis hijos son los únicos que me dicen la verdad, aunque como saben que soy muy aragonés hago lo que creo que tengo que hacer. -¿Qué valora?

-La literatura, poder leer, escribir, es un regalo que te salva de muchas cosas. Para mí, la poesía, que es lo primero que hice y que he vuelto a hacer -publiqué un libro, “Haikus de la nieve, del agua, de la luz, de la niebla”-, que es lo mejor que he escrito. -María, su mujer, ha sido fundamenta­l en su vida. -Nos conocimos siendo estudiante­s hace más de cuarenta años.. -¿Fue un flechazo?

-Verás, yo la vi una mañana en el patio de la Universida­d Central, y pensé, ¡vaya chica!, pues aunque estábamos en el mismo curso, nunca habíamos hablado. Me costó meses hasta que salimos. -¿Qué le ha aportado?

-Lo importante es que hemos ido evoluciona­ndo y aprendido a vivir a la vez, y eso que normalment­e acaba mal, en nuestro caso, por suerte, no ha sido así. -Sin embargo, son muy diferentes.

-Pero como venimos de una época donde había mucho lío sexual y sentimenta­l, desde el principio siempre nos hemos respetado. María es una mujer muy equilibrad­a, cuidadosa, educada en el sentido

profundo del término. De una familia socialista pero católica, y ha criado a mis dos hijos estupendam­ente. -¿Cómo ha conseguido conciliar familia y trabajo?

-Si hay un secreto es que nosotros siempre hemos tenido cada uno sus horarios, su dormitorio y su despacho, porque es la única manera de sobrevivir. Cuando nos fuimos a vivir juntos nuestra primera casa tenía dos dormitorio­s, pero estaba claro que el espacio es muy importante, ahora ya nos sobra porque los chicos se han ido por su cuenta. -¿Quién se encargó de la educación de sus hijos?

-María se encargaba del día a día, porque los hombres en esto como en todo, estamos para los casos de extrema necesidad. Son chicos muy espabilado­s, muy sensibles, y eso su madre lo sabe porque los ha parido. -¿Alguno sigue sus pasos?

-David, el mayor que tiene 31 años, se fue a los 15 años de casa a estudiar a Estados Unidos y a Inglaterra, donde sacó el doctorado. Ahora ha vuelto a Madrid. Y Jorge, que tiene 28, trabaja conmigo en la radio y en Libertad Digital TV. Para ellos lo ideológico no es importante, saben de dónde venimos, es otra generación.

-Tiene su propia emisora de radio.

-Sobre todo tengo 160 responsabi­lidades, que es el número de personas que trabajan con nosotros. Cuando salí de la COPE tenía dos posibilida­des: colaborar o crear una empresa, y fundamos esRadio, la única cadena política junto con la SER. -¿Qué desayuna para ir a mil por hora?

-Es el estilo Antonio Herrero que tú conociste bien. Por la mañana, si quieres que te escuchen, tienes que agitar a la gente, y tiene que coincidir tu biorritmo con el programa. -¿Eso le impide hacer vida social?

-Yo me despierto muy rápido, sólo duermo cuatro o cinco horas por la noche, y cuando duermo de verdad es por la tarde, en la siesta. El resto pienso en el programa. -¿Qué hace en su tiempo libre?

-Leer, escribir, veo series, y el fútbol me encanta. He hecho tantas cosas en la vida... ¿Sabes una cosa? A mí no me gusta la gente, por eso salgo poco. Jamás voy a un estreno.

-¿Cómo le afectó la muerte de Antonio Herrero?

-Unos días antes de morir, Luis Herrero le dijo: Antonio, tienes que cuidarte, porque no te cuidas nada. Y él le contestó: Yo no me voy a morir nunca, yo soy inmortal. Poco después había muerto. Fue tremendo. -Ahora se cuestiona el papel del Rey Juan Carlos, en la Transición.

-Juan Carlos lo hace todo cuando tiene que hacerlo, a la desesperad­a, que es como a él le salen bien las cosas. Su papel fue extraordin­ario en el 76, porque tuvo que desmontar toda una estructura -la gente no quería saltos en el vacío-, que salió milagrosam­ente bien, lo mires por donde lo mires. -¿Qué pasó después?

-Que cuando llega Felipe González, como Felipe ya tiene un Estado en la cabeza, le adjudica el papel de florero, y ahí es donde se deja ir, porque Juan Carlos tiene una personalid­ad complicadí­sima. Pero su papel fundamenta­l fue del 75 al 85. Una década extraordin­aria de la que no se acuerdan.

“En un mes Urdangarin estará en la cárcel”

-¿Cuál es su mayor pecado?

-El caso Urdangarin. Mariano Rajoy debería haberle dicho que su yerno tenía que ir a la cárcel por el bien de la Corona. -¿Usted cree que irá? -Sin duda, en un mes estará en la cárcel. -Felipe VI ha cambiado tras su discurso del 3 de octubre pasado.

-Ha nacido. Lo tenía más difícil que su padre porque Juan Carlos paró el golpe con el Ejército de su parte, y Felipe, él solo, ha parado un golpe sin los partidos políticos. En un momento en que la nación estaba hundida y ha aparecido una institució­n, la monarquía, con la que nadie contaba, pero que es el símbolo. -¿Cómo ve el futuro de Leonor?

-No soy futurólogo, pero el otro día cuando su padre le impuso el Toisón, estaba preciosa. Es el símbolo de la España bonita. Tan formal, tan educada, eso hay que agradecérs­elo a su madre. -¿Qué opinión le merece la reina Letizia?

-Es la primera vez que un Rey de España consigue tener familia. Letizia es una chica normal, que sabe que a las niñas no se las puede malcriar. Hay que bendecir a Letizia, le ha venido muy bien a Felipe VI. -¿Tenemos monarquía para rato?

-Yo creo que sí, en la medida que el Rey no ceda a la tentación de identifica­rse con la casta política.

“En mi tiempo libre, leo, escribo... A mí no me gusta la gente, por eso salgo poco. Jamás voy a un estreno”

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Federico recuerda que cuando salió de su pueblo de Teruel no había visto un radiador.
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Jiménez Losantos y Rosa Villacastí­n, en el restaurant­e Rubaiyat, de Madrid.
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