Saúl Craviotto:
El piragüista y campeón olímpico se considera “un chefecillo”, pero asegura que al lado de Celia, su esposa, es sólo “un panoli”.
“En mi casa la MasterChef es mi mujer” ..........
El piragüista y campeón olímpico catalán tiene cada vez más actos relacionados con el mundo de la gastronomía, tras su victoria en “MasterChef”. Pero sigue entrenando a tope de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio. Hablamos con él en el showcooking de Danone en Alimentaria, de deporte, cocina y familia. Los tres vértices de su actual vida.
-Te han invitado como experto culinario. ¿Ya lo eres?
No (risas), pero desde el concurso he mejorado mucho. Tengo más experiencia y he aprendido a hacer cosas que nunca imaginé. Me considero un chefecillo.
-¿Incorporas el yogur a tu dieta?
Soy muy fan de los yogures desde niño. Su calidad nutricional es muy buena. Y combina muy bien con mil productos. Me atiborro de yogures cada semana.
-¿Te molesta, con tantas medallas olímpicas, ser más conocido por un concurso de cocina?
Es verdad que choca que, tras haber ganado cuatro medallas olímpicas, la gente me pare en la calle como el de “MasterChef”. Pero me lo tomo como algo divertido porque el programa también ha permitido que conozcan mi faceta de deportista.
¿Qué platos bordas?
Lo que más domino son los pescados. Vivo en el Cantábrico y es un producto esencial en las coci- nas. Antes lo hacía sólo a la plancha y ahora me atrevo con pescado a baja temperatura.
¿Y platos de Lleida, tu tierra?
Me salen muy bien los calçots. Me los traigo desde allí a Asturias al vacío para que el coche no huela a cebolla (risas).
¿Quién cocina en casa?
La verdadera MasterChef es mi mujer, yo soy un panoli a su lado.
¿Abrirías un restaurante?
Pues, mira, por ahí van los tiros. Es aún un proyecto un poco verde, pero es probable que acabe abriendo algo. Ahí lo dejo…
¿Sigues entrenando para Tokio?
Yo tenía unos objetivos básicos que era clasificarme para K4 500, y ahora que estoy dentro sólo queda lo más sencillo, que se resume en trabajar, trabajar y trabajar. Ya he estado en tres citas olímpicas y me tomo ésta como un gran reto.
Pero cada vez tienes menos tiempo con tantos compromisos gastronómicos…
Me cuesta mucho, pero tengo que organizarme y ahí tengo un gran entrenador. Yo no descanso ni sábados ni domingos. No pierdo ni un entrenamiento a pesar de mi vida “loca”.
Tu padre ganó recientemente el Campeonato Senior de España. ¿Dónde guardáis tantas medallas?
Mi padre es mi referente, el verdadero ejemplo a seguir, es un máquina, con muchas más me- dallas que yo. Tiene 63 años y no deja de ganar. No creo que jamás llegue a su nivel
Alejandra, tu hija de 4 meses, ¿te deja dormir?
Lleva unos días con otitis y no nos ha dejado descansar demasiado. Eso lo resuelvo con sesiones dobles de café para aguantar (risas).
¿Se porta bien?
Es una niña muy buena, aunque no duerme tanto como Valentina. Y por suerte tengo el apoyo de mi mujer, que entiende que vivo del físico por ser deportista, y me cubre todo lo que haga falta.
Un apoyo fundamental...
Absolutamente. Si no fuera por ella estoy muy seguro de que jamás habría logrado todo lo que he logrado.
Tu otra hija, Valentina (4 años), ¿se decanta más por el deporte o la gastronomía?
Es muy activa, pero aún es muy pequeña.
“Es aún un proyecto un poco verde, pero es probable que acabe abriendo un restaurante”