Diez Minutos

Laetitia Casta ‘‘ Ojalá su orgullo de modelo curvilínea cundiera en el gremio’’

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La descubrió un fotógrafo, en Córcega, tierra natal de su padre, cuando Laetitia tenía 15 años. Eran los noventa, y la chavala se encaramó enseguida al catálogo mayor de las modelos de entonces: Claudia Schiffer, Naomi Campbell o Cindy Crawford.

Aportaba a ese coro de magníficas una juventud de chica curvilínea, con escote a lo Sofía Loren y unos ojos color azul hipnótico. Enseguida, precocísim­a, pero ya famosa, hizo campañas de Guess, portadas de “Sport Illustrate­d” y pasarelas con las mejores, donde ponía un prestigio de mucho cuerpo, y retrato de ángel. Ahora, cumple 40 años, el 11 de mayo. Ha cuajado una carrera de modelo, y también de actriz, aunque en este oficio no ha logrado sostenerse encumbrada. Figura de diosa, eso sí, en el calendario Pirelli, la revista “Time” la adornó un día como una de las personalid­ades más influyente­s del año, y en la opinión francesa trasciende como una de sus bellezas predilecta­s, entre Catherine Deneuve y Brigitte Bardot.

Se casó el pasado año con el actor Louis Garrel, un apolo con el que llevaba dos años de noviazgo. Con otro actor, Stefano Accorsi, tuvo dos hijos, y antes salió con el fotógrafo Stephane Sednaoui, con quien tuvo a su primera hija, Sahteene, en 2001. Se ve en ella a una mujer de familia, aunque la familia la ha venido atando con distintos hombres.

Entra ahora en temporada que suponemos de plenitud. Cuarenta años en una mujer, hoy, es la juventud con experienci­a. Atrás quedan épocas en las que tenía podio entre las maniquíes millonaria­s. Donde ganaban las modelos preanoréxi­cas y otras sílfides del ramo, Laetitia se hizo un sitio cumbre y le fueron pagando un potosí por anunciar perfumes con sus morritos a lo Bardot, por andar pasarelas con su cintura cañón, por ser guapa con más bulto que osamenta. Lo que ya sabíamos: una francesa única.

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