Extrema la precaución
En principio, la lluvia actúa como agente limpiador, ya que despeja el ambiente de polen. Pero conviene ser precavida en los días lluviosos porque, si después del agua reaparecen el sol y el calor, las partículas de polen regresan con más fuerza. En caso de días secos y calurosos, la concentración de alérgenos es mayor; si el día es ventoso y soleado, el alérgeno se meterá con facilidad en los ojos, lo que puede provocar irritación, enrojecimiento y lagrimeo.