Diez Minutos

ROBERTO LEAL

‘‘Sara, mi mujer, es lo mejor que me ha podido pasar”

- Por Rosa Villacastí­n

El presentado­r de “Operación Triunfo” (TVE) habla muy sincero de su esposa en la entrevista de Rosa Villacastí­n: “Sara, mi mujer, es lo mejor que me ha pasado”.

Nadie le ha regalado nada; como tantos jóvenes, Roberto Leal se ha ganado a pulso lo que ha conseguido: respeto y admiración, primero como redactor, después como reportero, tertuliano y conductor de diferentes programas y formatos de televisión, hasta llegar a “Operación Triunfo”, que le ha convertido en el presentado­r de moda. Junto a Anne Igartiburu -uno de los rostros más queridos y admirados de la pequeña pantalla-, pasó con nota la reválida de dar las Campanadas de Fin de Año en La 1.

Nos encontramo­s a medio camino entre su casa y la mía: viene de llevar a su hija a la guardería, ya que de vuelta de las navidades se encuentra inmerso en el nuevo proyecto de TVE, “La mejor canción, mejor cantada”, en el que tiene puestas muchas ilusiones, como con todo lo que hace, porque sabe, por sus muchos años en televisión, que las oportunida­des hay que cogerlas al vuelo.

-Se dice que es el presentado­r estrella de 2018. ¿Es así como se siente?

-Hay veces que me cuesta creer todo lo que dicen de mí, pero no voy a negar que me halaga que digan cosas bonitas, aunque lo cierto es que lo que me gustaría es mantenerme y disfrutar de este momento. Ha pasado todo tan rápido... Ha sido un año tan intenso que ahora, cuando he echado el freno al dejar “España directo”, me doy cuenta de la de cosas que he vivido.

-Estará de acuerdo en que “OT” es un bombón de programa.

-Mi nombre sonaba para presentarl­o, pero te prometo que no me lo creía. Es un programa que había seguido desde sus inicios, en el que la cadena había puesto muchas expectativ­as, pero, mira, salió.

-¿No sintió el miedo escénico del que habla Valdano?

-Siempre había querido presentar un concurso, pero cuando llega no puedes evitar un nudo en el estómago. Estábamos en Calella, pasando unos días de vacaciones con mis padres y mis suegros, cuando me llamó Toñi para darme la noticia. Cuando colgué me dio un subidón tremendo y, cuando se lo dije a mi familia, me sentí como deben sentirse las modelos que salen por primera vez a la pasarela, muy guay. ¿Qué fue lo más difícil en su debut?

-La gala cero y la uno. Ni yo ni el equipo estábamos rodados y nos costó. Tuve que encontrar mi sitio, mi lugar, y no aparentar que era más protagonis­ta que los concursant­es, por eso al principio se me veía nervioso. Con distancia, me doy cuenta de que todos lo estábamos y eso es algo que le llegó al espectador y le conquistó, porque demostramo­s que lo hacíamos de verdad, no había trampa ni cartón, llorábamos y reíamos de verdad. -Uno de sus logros es haber conquistad­o a un público joven.

-Hace poco me paró en el Ave un chico de 10 años, iba con su abuela, que me conocía por “España directo”, y el niño por “OT”, ése ha sido el triunfo del programa, que hemos conseguido captar segmentos diferentes. -¿También ha cambiado el perfil de los concursant­es?

-Creo que sí, ahora no somos ni mejores ni peores que en anteriores ediciones, simplement­e nos hemos reivindica­do, hemos luchado para no dejar de ser nosotros mismos. Ha sido un reto, pero ha salido bien porque los concursant­es han aportado cosas muy diferentes a la edición anterior. -Cuánto talento hay en nuestro país, ¿no le parece?

-Cuando se habla de este formato, hay que reincidir en lo importante que es para esos jóvenes que están en sus casas intentando hacerse un hueco en el panorama musical español. Es complicado llegar a triunfar fuera de los concursos, no nos engañemos, pero al menos han tenido esa oportunida­d. No hay que olvidar que se presentaro­n 16.000 personas al casting. -Sólo unos pocos han logrado hacerse un hueco.

-Se lo digo a Sara, mi mujer, qué suerte tienen de estar ahí, con un equipo, del que yo me siento parte, porque para mí es como si les hubiera criado.

-De los concursos salieron algunos de nuestros grandes cantantes.

-Es cierto, pero hoy la competenci­a es mayor, y las discográfi­cas apuestan menos porque se venden menos discos: es la razón por la que hay menos giras, de ahí la importanci­a de las redes sociales, de YouTube, de Instagram... -¿Le sorprendió el triunfo de Famous?

-Para mí, Famous estaba entre los favoritos pese a que una mayoría creía que iba a ganar Natalia, pero al final cualquiera de los tres que quedaron podía haber ganado, y eso ha sido un ingredient­e diferente al resto de ediciones. Lo bueno de este programa es que el que gana no significa que vaya a triunfar, ya lo hemos visto con Pablo López, por ejemplo. -Es el primer año que se toma Las Uvas ante millones de personas.

-Es verdad, en mi familia somos muchos pero no tantos como había en la Puerta del Sol, o viendo La Primera. A Anne Igartiburu tengo que agradecerl­e lo cariñosa y generosa que ha sido conmigo desde que volví a Televisión Española. -Suele ocurrir con quienes se sienten seguras en su trabajo.

-Eso es el compañeris­mo, no pensar que la gente viene a quitarte tu puesto sino a sumar. Cuando me dijeron que iba a dar las Campanadas, enseguida la llamé para decírselo y Anne se emocionó, no sólo por lo que significab­a para mí, sino por la alegría que se iba a llevar mi madre. Fue muy guay, y la noche del 31 se me pasó tan rápido, Rosa, que sin apenas darme cuenta ya estábamos comiéndono­s las uvas. Ha sido muy bonito. -¿Le ha dolido dejar “España directo”?

-Ha sido muy duro, tanto como cuando dejé “Espejo Público”, porque han sido nueve años, cinco como reportero y cuatro presentánd­olo, pero era una decisión que tarde o temprano tenía que tomar, ya que no hay que olvidar que tengo una niña pequeña y, cuando llegaba a casa y la encontraba dormida, me daba mucha pena, pensaba la de cosas que me estaba perdiendo, por eso lo hice. No sé si algún día me arrepentir­é, pero tenía que hacerlo. -¡Cómo ha cambiado el papel de los hombres respecto a la paternidad!

-Ya era hora, desde el principio tuve claro con mi mujer que queríamos tener un bebé porque nos encantan los niños. Lola tiene ahora 18 meses y, pese a que duerme fatal y nos tiene locos porque nosotros tampoco dormimos, a mí no me entraría en la cabeza que los padres no se implicaran en el crecimient­o de los hijos. Yo me encargo de mi hija tanto como Sara, mi mujer, porque es una manera de disfrutarl­a.

-La incorporac­ión de la mujer al mundo laboral ha cambiado los usos y costumbres de la familia.

-Fíjate que yo cuando estoy con Lola me veo reflejado en ella, pero, sobre todo, me doy cuenta de todo lo que han hechos mis padres por nosotros y lo egoístas que somos los hijos cuando somos adolescent­es y les decimos: “No haberme tenido”. Ahora, cuando baño a mi niña, me imagino cómo sería cuando mis padres hacían lo mismo conmigo, porque es una atención de 24 horas sobre 24 horas, una dedicación plena, algo de lo que no te das cuenta cuando eres muy joven. -Tiene una hermana y muchos primos.

-Somos 64 primos. De hecho, cuando yo me casé en Madrid, vinieron todos, mientras que por parte de mi mujer, que es de Barcelona, eran muchos menos. A nosotros nos gusta compartirl­o todo, por eso la Noche del 31 me enviaron un vídeo con todos tomando las Uvas en casa de mi madre.

-Hay un debate abierto sobre si la familia como institució­n está en peligro. ¿Usted qué cree?

-No creo que esté en peligro, hay muchos tipos de familias y todas respetable­s, afortunada­mente. Y quienes piensen lo contrario están anclados en el pasado. Ahora bien, no voy a negar que yo lo miro todo a través de mi propia experienci­a, siempre respetando todas las posturas, desde quienes quieren tener hijos, a los que no los quieren tener. -¿Partidario de la gestación subrogada?

-Mira, Rosa, todo lo que sea que una pareja de homosexual­es o de heterosexu­ales, me da igual, que quieran tener hijos y no puedan, creo que hay que darles la oportunida­d de que puedan tener su propia familia. Nunca me he visto en ésas, pero tengo amigos que lo han pasado muy mal por no tenerlos y yo les doy todo mi apoyo. Hay asuntos en los que tenemos que admitir que la sociedad ha evoluciona­do, y adaptarnos a los nuevos tiempos. -Ahora que Lola ya anda sola, ¿le gustaría tener algún hijo más?

-Por supuesto que sí, a mí me gustaría tener como mínimo dos, aunque cuando era pequeño siempre pensaba que lo ideal eran tres. Nos lo estamos tomando con calma. -¿Qué le gustaría trasmitir a sus hijos?

-Yo tengo dos maneras de entender la vida como una herencia de mi padre: trabajo llama trabajo; para que te llamen, tienes que estar en activo y demostrar que vales. Yo, desde pequeño, he trabajado mucho con mi padre, le echaba una mano en la obra, incluso estando en la Universida­d. -Y de su madre, ¿qué ha heredado? -A relativiza­rlo todo: mi madre me en-

señó a reírme, a tratar de ser feliz y disfrutar de cada momento, porque al final tengo familiares que se han ido jóvenes por una enfermedad y siempre dice lo mismo: “Aquí estamos de paso”. -¿Tuvo una infancia feliz?

-Todos los recuerdos que tengo son muy bonitos. Vivíamos en Alcalá de Guadaira, un pueblo de Sevilla: mi padre era albañil; mi madre, ama de casa y costurera, y por las mañanas hacía las faenas de la casa y por las tardes iba a corte y confección y después a recogernos al colegio, porque mi padre echaba muchas horas en la obra. Se prejubiló joven porque le dio un infarto. Gracias a Dios, nunca hemos tenido ningún bache, mis padres siguen casados y felices y mi hermana está casada y tiene un niño. -En Antena 3, conoció a Sara, su mujer.

-Mi mujer es productora, periodista como yo, muy trabajador­a, igual que su padre, y eso es lo que mi hija va a ver: que en casa los dos estamos a la par, los dos curramos mucho, le cambiamos los pañales y nos queremos mucho. -¿Lo suyo fue un flechazo?

-Yo le había echado el ojo en el comedor de Antena 3, porque es muy guapa. Es poco romántico, como verás, pero un día que sólo había sitio en la mesa donde ella estaba, allí me senté. Hablaban de los acentos, ya que Sara es catalana de padres extremeños. Después siempre la buscaba, fue más flechazo para mí que para ella. Me lo tuve que currar mucho. -¿Es más fácil la relación entre personas con vivencias comunes?

-Es el eterno debate, yo siempre pensé que no, pero con Sara es lo mejor que me ha podido pasar, porque hablamos el mismo idioma, entiende que tenga que viajar por motivos de trabajo, lo ve normal, al final nos complement­amos. -¿Qué le lleva a estudiar Periodismo si no hay antecedent­es en su casa?

-Yo siempre he sido muy abierto, nunca pensé en estudiar Periodismo, yo quería ser dibujante, pero acabé trabajando de cajero en un supermerca­do... -¿Por qué?

-Lo dejé cuando, por tener una nota alta, me dieron Periodismo. Sí tuve claro que quería hacer prácticas enseguida, así empecé en la radio de mi pueblo, llamando a muchas puertas. -¿Qué fue lo más difícil?

-Dejar Alcalá de Guadaira; dicho eso, hay que saber esperar. La gente dice que la suerte no existe, yo pienso que sí.

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Robero Leal se encontró con Rosa Villacastí­n en el hotel Barceló Imagine.
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Roberto dejó “España directo” para poder disfrutar de su pequeña Lola.

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