ÁNGEL ANTONIO HERRERA
PARIS HILTON
AParis Hilton la titulan “celebrity”, que es lo que toda la vida llamamos “hija de papá”. Paris es, en rigor, una “groupie” de sí misma, y cumple 38 años, el 17 de febrero. Bien podemos imaginar al respecto una celebración que se parezca a la hora punta de una discoteca de Ibiza, donde suele ir mucho, por cierto.
Si lo pensamos un poco, está siempre de cumpleaños, porque es criatura de mucho estrés de fiesta. Pero ahora cumple, por calendario. Podremos decir muchas cosas de ella, a favor, o no tanto, pero la chavala no cambia de estilo, eso sí. Ella es una chica escaparate, como aquí Tamara Falcó,o Carmen Lomana, cada una a su manera, y con distintas tesorerías. Todas son un poco o un mucho fans de sí mismas. Paris es famosa de dar poco palo al agua, o ninguno, y eso se le nota en que insiste a rachas en ser cantante y en el mucho tiempo que invierte en vestirse para salir luego desnuda a la fiesta, o casi desnuda.
Paris es a la fama lo que Platón a la filosofía. De Paris no sabemos nunca si usa “deneí” cuando sale de fiesta, pero sí que usa lencería de minucia, que es el “deneí” de las guapitas que cada noche viven la “fiebre del sábado noche. Es hija de actriz y de millonario y está siempre de marcha, como los de “Gran Hermano”, sólo que Paris no necesita de concursos para ser famosa. Tiene algo de actriz porno, y algo de ordinaria que bebe el champán más caro y se aloja en hoteles de su familia. Por ahí la adornan de actriz, o modelo, o pinchadiscos, o todo junto, que es un modo de decir que no es el suyo un oficio concreto, o ejercido.
Ha tenido novios diversos, y hubo uno, Rick Salomon, que grabó con ella un video erótico que aún cunde por ahí. Rivaliza en fama con Angelina Jolie, y asoma en ella algo del pijerío de escaparate de Victoria Adams. Es otra versión de la Spice Girls, sólo que con dieta y sin David Beckham. Tiene, en fin, algo de “pornostar” de cóctel, entre la musa de pedrería y la animadora de sí misma.