Diez Minutos

CHICHO IBÁÑEZ

‘‘Soy absolutame­nte imperfecto y lo pienso seguir siendo”

- Por Rosa Villacastí­n

Rosa Villacastí­n entrevista al creador de “Un, dos, tres” y de “Historias para no dormir” tras haber recibido el Goya de Honor a su carrera. “Soy absolutame­nte imperfecto y lo pienso seguir siendo”, afirma.

Acomodador, vendedor de souvenirs, guionista, actor, director de cine y televisión, a Chicho Ibáñez Serrador no hay género que se le resista. Tiene una vida tan rica y variada que no se puede resumir en unas pocas líneas. Una biografía en la que no faltan grandes éxitos, algunos tan novedosos como: “Un, dos, tres....” o “Hablemos de sexo”, que presentó la doctora Ochoa y que revolucion­ó la forma de tratar un tema tabú para la mayoría de los españoles. Con “Historias para no dormir” inició un género, el de terror, que elogiaron en la Gala de los Goya, celebrada en Sevilla, algunos de los directores más importante­s de nuestro país, Amenábar, Álex de la Iglesía, Juan Antonio Bayona, entre otros, a la que Chicho no pudo asistir por la dificultad que para él supone desplazars­e en silla de ruedas. Para hablar de lo que ha supuesto para él este reconocimi­ento, acudimos a su casa, situada en una urbanizaci­ón a las afueras de Madrid, en la que se acumulan recuerdos de toda una vida: libros, cuadros, fotografía­s... Le acompañan, en su día a día, tres hermosos perros que junto con Carlos, su secretario y hombre de confianza, le hacen la vida lo más agradable posible. -¿Siguió la gala por televisión? -Sí claro, con un puro en la mano. -¿Qué sintió cuando le comunicaro­n que le iban a dar el Premio de Honor? -Sorpresa y pudor.

“Nunca me he sentido maestro de nada. El día que recibí el Goya fue irrepetibl­e para mí”

-¿No -No, -¿Se emocionó y lo lo esperaba? digo de cuando corazón. tuvo el “cabezón” -Mucho, en sus sobre manos? todo porque es un premio ros de profesión, que conceden compañeros los compañe- a los que cial, quizás admiro. irrepetibl­e Fue un día para muy mí. espe

-¿Se sintió representa­do por los ocho directores de cine que salieron a mostrarle su afecto y admiración? -Emocionado más que representa­do, no creo merecer ese honor. -Todos insistiero­n que era el gran maestro del cine de terror.

-Nunca me he sentido maestro de nada pero me produce una gran satisfacci­ón el haber puesto mi granito de arena, aunque muy chiquito, en nuestra profesión.

-¿Qué tiene el cine de terror para que guste por igual a hombres y a mujeres?

-No creo en un cine que sea para hombres o para mujeres, creo en un cine para personas: si tengo que catalogar, sólo encuentro lógico hacerlo por edades, no por género. -En algún momento ha dicho que el cine de terror es más libre.

-No, la libertad es un bien tan preciado que no pertenece o se manifiesta con más fuerza en el terror. Pertenece a los creadores y da igual si es terror, drama, comedia… -¿La fuerza de la imagen tiene más impacto que la letra impresa?

-La imagen tiene una fuerza que, bien utilizada, impacta en el cerebro del espectador. Pero sin la letra impresa, la imagen se queda sin alma.

-¿Qué debe tener un relato para atrapar al público: misterio, imágenes impactante­s…? -Calidad (sonríe y da una calada al puro). -Chicho, ¿el talento se hereda?

-Se aprende, pero si tienes la suerte o la desgracia de que tus padres sean de la profesión, ese aprendizaj­e comienza antes. -Sus padres fueron dos grandes artistas, ¿qué le enseñaron del oficio? -Todo, pero si tengo que resaltar algo, sin duda, el respeto al público. -¿Tuvo una infancia feliz? -No fue una infancia normal, pero sí muy feliz. -¿En qué momento se da cuenta de que lo suyo es la interpreta­ción? -Nunca me planteé dedicarme a

otra que no cosa, vuele. es como pedir a un pájaro

chillerato -En 1947 a se Salamanca. viene a estudiar ¿Cómo el ba- recuerda blanco, aquellos o en blanco años y negro? en España, en

cuerdos -Imagínate, son o con deben 12 años ser siempre los remaravill­osos. -Debuta en televisión con “El Zoo de Cristal”, de Tennesse Williams.

-No, fue la primera obra de teatro que dirigí, tenía 19 años y mi madre me dijo: Nene, así me llamaba, siéntate aquí que yo estoy cansada y ahí me senté, en la silla de dirección…y ya no me levanté. -Durante algunos años trabajó bajo seudónimo, ¿por qué?

-Por pudor. Si en el cartel de la obra aparece: “Interpreta­da por Narciso Ibáñez Serrador, producida por Narciso Ibáñez Serrador, dirigida por Narciso Ibáñez Serrador y escrito por Narciso Ibáñez Serrador”, me matan. (Sonríe).

-Irene Gutiérrez Caba fue una de sus actrices fetiche, fue la protagonis­ta de “Historias de la frivolidad”. -Era una gran actriz y gran amiga.

-Sin embargo, fue “La Residencia” la obra que le lanza al estrellato. ¿Qué tenía de especial respecto al resto?

-Lo de estrellato me parece excesivo. “La Residencia” fue un trabajo que me llena de orgullo. Me parece que no ha envejecido mal y eso, después de tantos años, es casi un milagro.

-Con “Un, dos, tres...”, que presentaba Kiko Ledgard recién llegado a nuestro país, consigue entrar por la puerta grande en todos los hogares españoles.

-Kiko imprimía un ritmo al concurso que lo hacía divertido y muy dinámico. La cercanía con el espectador fue clave en el éxito del programa, que empezó siendo muy pequeño y se convirtió con el paso de los años en un gigante.

-Después vino Mayra, Jordi Estadella, Miriam Díaz Aroca, Bigote Arrocet, Luis Larrodera, cada uno con su propia personalid­ad, lo que demuestra que el programa podía caminar solo…..

-No nos olvidemos de Bachs: cada uno le dio algo especial pero, como he dicho antes, era un trabajo coral. -Se vendió a nivel internacio­nal: ¿qué atraía a públicos tan diferentes?

-La capacidad de jugar es universal y siempre es bueno sacar a pasear el niño que llevamos dentro.

“La capacidad de jugar es universal y siempre es bueno sacar a pasear el niño que llevamos dentro”

-En “Un, dos, tres” se dieron a conocer Silvia Marsó, Lydia Bosch y otras muchas que después han triunfado en el teatro o la televisión. ¿Es usted una máquina de hacer famosos?

-No, por Dios, yo sólo di una oportunida­d a magníficos profesiona­les, el triunfar es cosa de ellos.

-Con “Hablemos de sexo”, que presentaba la doctora Ochoa, revolucion­ó de nuevo la televisión: ¿le gusta provocar?

-Sólo he pretendido, dentro de mis posibilida­des, enseñar y creo que con este programa conseguimo­s algo muy importante, que los españoles perdiéramo­s el miedo a hablar de sexo.

-¿Ha vuelto a encontrars­e con Elena Ochoa, convertida ya en una de las mujeres más poderosos del mundo del arte?

-Hace tiempo que no, pero siempre estará en mi recuerdo como una gran profesiona­l y estupenda persona. -¿Con qué otros profesiona­les con los que ha trabajado tiene relación?

-Con bastantes, pero sobre todo con Mayra. La tengo y la tendré porque fue muy cómodo y muy grato trabajar con ella.

-Tengo la impresión de que el teatro, las bambalinas, es su hábitat natural. ¿Me equivoco?

-No, ahí me siento como cualquier persona en el salón de su casa. El teatro siempre será la base de todo lo que he hecho. En el teatro aprendí lo dura e injusta que es esta profesión, pero también tengo claro que no puedo vivir sin él. -¿Qué le hubiera gustado dar a sus hijos que usted no tuvo?

-Me habría gustado dedicarles más tiempo, eso es algo que, por desgracia, no supe hacer. -¿Qué es más importante, la calidad o la cantidad de tiempo que se les da?

-Ambas me parecen indispensa­bles, la una sin la otra pierden valor y me parece fundamenta­l ese tiempo y esa calidad para formar buenos seres humanos.

-¿Es cierto que su madre le pidió perdón por carta, antes de morir, por no haber estado más tiempo a su lado?

-Sí, con los hijos uno nunca hace lo suficiente, lo que no impidió que mi madre estuviera conmigo todo lo que yo necesité. Sólo una vez me dio una bofetada y se arrepintió. -¿Y con su padre?

-Mi padre era todo lo contrario que mi madre: era muy divertido y hablábamos mucho. -¿Qué siente cuando sus nietas le llaman abuelo? -(Sonríe) Ternura, amor, felicidad cualquier cosa que diga de ellas me produce alegría. Soy muy afortunado por tener cuatro nietas preciosas, dos son de Pepa y dos de Alejandro.

-Ha cumplido 83 años. Buen número para hacer balance de su vida. ¿Del 1 al 10, de qué se siente más satisfecho?

-(Piensa en silencio) ¿83?… creo que aún soy demasiado joven para hacer balance, dentro de 20 años quedamos a tomar un café y me lo vuelves a preguntar. -¿Qué no volvería hacer, tanto en lo profesiona­l como en lo personal?

-Tantas cosas que la lista sería interminab­le, soy absolutame­nte imperfecto… y lo pienso seguir siendo. -¿Qué le parecen los movimiento­s feministas?

-A mí me crió mi madre: era una mujer fuerte, severa pero justa, culta y divertida. Me enseñó que las diferencia­s las marcan las personas, no el género. No creo en los movimiento­s, creo en la educación como arma para acabar con la discrimina­ción de la mujer y estoy seguro de que se está logrando, no todo lo rápido que nos gustaría, pero al menos los pasos son hacia adelante y firmes. -¿Llegará el día en el que a las mujeres se las valore igual que a los hombres? -Sin duda. -Tiene cuatro nietas, ¿qué mundo le gustaría dejarles?

-Un mundo en el que se sientan seguras y libres, un mundo sin tantas etiquetas y prejuicios, un mundo simplement­e mejor. -Tiene un hijo y una hija, ¿le hubiera gustado tener más?

-Tanto Pepa como Alejandro me han dado tanto, que han llenado cualquier deseo de tener más hijos. -La vida ha sido muy generosa con usted, ¿tiene alguna asignatura pendiente?

-Dirigir una película con mi hijo Alejandro: estoy muy orgulloso de él. La película que acaba de rodar dará mucho que hablar.

-Hay cuatro canales de televisión generalist­as, varios autonómico­s, locales... ¿Cómo ve el futuro de la televisión en España?

-Todo me parece ya muy visto, como una revista de hace semanas ya leída. Lo que quiere decir que hay espacio para otros programas. -¿De que tipo? -No lo sé, pero espacio hay. -¿Cómo es su día a día?

-Tranquilo pero activo, leo, veo la televisión, salgo a cenar. Llevo una vida muy normal... sí, soy aburridame­nte normal y eso, en estos tiempos, creo que es un gran valor.

“Me gustaría dejar a mis nietas un mundo en el que se sientan seguras y libres. Un mundo sin tantas etiquetas”

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Fotos: Ana Ruiz Ayudante: Julián Calvo Rosa Villacastí­n posa con Chicho y su Goya de Honor.
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