Ana Obregón y Lequio desconsolados en la despedida a Aless
Sus padres y su novia, Carolina Monje, llegaron desolados a su entierro, celebrado el 16 de mayo en el cementerio de La Paz, de Madrid.
LA ACTRIZ, A LA QUE LE ES IMPOSIBLE ASUMIR LA PÉRDIDA, APENAS PODÍA MANTENERSE EN PIE
Para Ana, Aless era toda su vida. Desde que nació se entregó a él en cuerpo y alma y mucho más desde que en la primavera de 2018 le detectaron el cáncer que finalmente acabó con su vida el pasado 13 de mayo. Su imagen a su llegada al Tanatorio de La Paz, el día 16, lo decía todo. Ana se puso de luto riguroso e intentó esconder sus lágrimas tras unas inmensas gafas de sol y una mascarilla, recomendada en la crisis sanitaria que estamos viviendo. ¿Su bastón? El padre de su hijo, Alessandro Lequio, devastado como ella por la terrible pérdida del ser que más han amado en estos últimos 27 años. En un sitio preferente también estaba Carolina Monje, la novia de Aless. Los tres asistieron abrazados a su entierro.
Íntima despedida
Abrazada al aristócrata, casi sin fuerzas y desconsolada. Así pudimos ver a la actriz tras el coche fúnebre. “Mamá y papá” se leía en la corona que reposaba sobre el féretro. También quisieron estar junto a ellos en el tanatorio, María
Palacios, la mujer de Alessandro, la sobrina de Ana, Celia Vega-Penichet Obregón y sus hermanas, Celia y Amalia, que han sido su máximo apoyo y lo seguirán siendo en los días que le quedan por vivir sin su hijo. Fueron precisamente ellas las que se trasladaron a Barcelona, donde pasó sus últimas semanas Aless. El joven ingresó tras una recaída y ya nunca más salió del hospital Quirón. Fue allí, donde sus padres instalaron su cuartel general, alquilaron un apartamento, y no se separaron del joven ni de día ni de noche.
De ahí que el viaje de regreso a Madrid fuera tan duro. Lo hicieron Ana y Alessandro en un coche conducido por el chófer de la actriz. Y seguidos de las hermanas de Ana. Pararon a descansar en una gasolinera y las imágenes que allí vimos eran desgarradoras. Ana no podía dejar de llorar, no encontraba consuelo y su aspecto físico era muy frágil. Ahora podrá seguir contando con Alessandro, cuya unión se ha acrecentado en el dolor, y con sus amigos, que la esperaban en Madrid para no dejarla caer. Es el caso de Raúl Castillo, Ra, que l e escribió: “La vida sigue, dicen, pero no siempre es verdad. A veces la vida no sigue. A veces sólo pasan los días. Pero encontraré la forma para que vuelvas a sonreír amiga, entre todos los que te queremos lo conseguiremos. Eterno Aless, descansa en paz.” Que así sea.
DM/Agencias
ANA Y LEQUIO NO PODÍAN OCULTAR SU TERRIBLE DOLOR