Diez Minutos

ROSA VILLACASTÍ­N

‘‘No convivo con mi pareja porque necesito tiempo para estar sola’’

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CARMEN POSADAS

Charlar con Carmen Posadas es una delicia, por su sinceridad, su amabilidad y sus experienci­as vitales, ya que pocas mujeres como ella han sabido adaptarse a las circunstan­cias, no siempre gratas, de las que ha aprendido que ni lo bueno ni lo malo es eterno, aunque alguna le hayan dejado heridas que ha logrado cicatrizar sin que el odio entrase en su vida. Fruto de las cuales, son algunos de sus libros más leídos como “Cinco moscas azules”, que la lanzó a la fama como la gran novelista que es, traducido a varios idiomas desde que ganó el Planeta en 1998. Ahora vuelve con una novela, “La leyenda de la Peregrina”, muy interesant­e, en la que desvela la intrahisto­ria de una perla que sedujo tanto a hombres como mujeres y que acabó en el cuello de una de las actrices más bellas del firmamento hollywoodi­ense, Elizabeth Taylor.

-En una ocasión me dijo que era espía de la actualidad. Yo diría que disfruta hurgando en las biblioteca­s.

-Yo llevaba mucho tiempo sintiendo que La Peregrina me estaba guiñando un ojo y yo no me daba cuenta, porque iba a visitar un Museo y allí estaba, escogía un libro de arte y allí estaba, hasta que un día tras la muerte de mi madre encontré un anillo muy bonito de zafiros que era de la familia. Recordé entonces que me había dicho que antes de ser un anillo, su abuela lo tenía de broche y su bisabuelo de colgante.

“Me encantaría que la perla Peregrina la tuviera Corinna Larsen”

-¿Fue así como tirando del hilo llega a la famosa perla?

-De alguna manera sí, porque pensé: qué pasaría si las joyas hablaran.

-¿ Descubrirí­amos secretos inconfesab­les?

-Sí, sí, porque si algo está cerca de las personas en los momentos más íntimos e importante­s de sus vidas, son las joyas. En mi caso pensé en escribir sobre esta historia familiar pero no me daba para un libro, y me acordé de que La Peregrina llevaba tiempo tentándome, aunque yo no me había dado cuenta.

-Una perla que han lucido damas de alta cuna y baja cama.

-Y que ahora está en un país árabe, aunque no he logrado averiguar quién la tiene, porque sólo un multimillo­nario puede comprarse una joya de más de doce millones de euros para tenerla guardada.

-Salvo que sea un coleccioni­sta que quiera admirarla en soledad.

-O alguien que necesita lavar dinero. No lo sé, en cualquier caso, de lo que sí estoy segura es de que ha sobrevivid­o a expolios, robos, incendios y a todo tipo de ambiciones y que reaparecer­á.

-¿Por qué algunas mujeres sienten esa fascinació­n por las joyas?

-Porque son un símbolo de estatus social y porque tienen un valor práctico también. Que las mujeres tengan joyas se debe a que son fáciles de llevar de un país a otro, les dan seguridad en los malos momentos. En el caso de La Peregrina, siempre está con el poder.

-Una joya así nunca podría estar en manos de un obrero de la construcci­ón.

-No hay que olvidar que la encontró un esclavo en Panamá, con la que compró su libertad; después, se la regalaron al Rey más poderoso del mundo, Felipe II, hasta que con la caída de los Borbones, vino la revolución francesa y la perla llega a manos de los Bonaparte: con la caída de Napoleón, se hace con ella la Reina Victoria, y muchos años después, acaba en Hollywood. Ahora está en un país árabe, siempre junto al poder. Cualquier día nos enteramos de que la ha comprado un chino multimillo­nario…

-Richard Burton se la regaló a Elizabeth Taylor, una pareja de cine. -Y que lo digas, fue un regalo de amor,

“El Rey Juan Carlos no debería volver a España porque, ¿dónde lo pones?”

para una gran historia de amor, por la que el famoso actor pagó el equivalent­e a nueve millones de euros. La historia de la Reina Victoria también es muy atractiva, era tan descuidada que la perdió dos veces en Buckingham Palace. Años después, cuando La Peregrina sale a la venta, el joyero que la tiene llama a Alfonso XIII para que la compre ya que había pertenecid­o durante siglos a la Corona Española.

-¿La compró?.

-Como el Rey no podía ir a comprarla, envía a dos personas, con lo que mata dos pájaros de un tiro: por un lado recupera una joya familiar y por otro, se la regala a la Reina Victoria Eugenia, que ya tenía una gran colección de joyas por los cuernos que le ponía…

-Ahora regalan millones de euros a sus amantes.

-Sí, también los hay que te ponen los cuernos y no te regalan nada.

-También, pero siga, siga.

-Cuando al Rey le dicen el precio, se da cuenta de que no puede comprarla, pero el joyero es muy astuto y le ofrece otra perla más barata y no tan perfecta como La Peregrina, y la compra.

-¿Le da gato por liebre a la Reina?

-Por supuesto, pero ella no lo sabe y queda encantada. Eso ocurrió en 1914, aunque al poco tiempo de morir Alfonso XIII, en 1941, la Reina lee una noticia en la prensa que le sorprende: salía a la venta La Peregrina. Le extraña porque la tiene ella y así es cómo se entera de que la auténtica no está taladrada, y la suya sí. Entonces llama a su nieto Alfonso de Borbón Dampierre para que vaya a Nueva York y averigüe qué ha pasado.

-Y colorín colorado…

-En esa subasta, quien se hace con ella es Richard Burton, que se la regala a Elizabeth Taylor.

-¿Es cierto que Franco le pasaba una pensión a la reina Victoria Eugenia?

-Es una de las cosas que más me han asombrado porque es de sobra conocida la poca simpatía que le tenía la Reina Victoria Eugenia a Franco, pero así es.

-¿Cree que la Reina Sofía tiene muchas joyas?

-No me da la impresión de que sea una mujer a la que le interesen mucho. Lleva cadenas y pulseras, pero todas muy discretas. Yo cruzo los dedos porque a mí me gustaría que La Peregrina la tuviera Corinna, me vendría genial.

-¿Cree que el Rey Juan Carlos debe volver a España?

-Yo creo que es mejor que no venga, porque ¿dónde lo pones? Yo no sabía que a Victoria, la hija de la infanta Elena, la habían insultado por la calle, y eso es por el mal ambiente que se ha generado tras la salida del país de Juan Carlos. Cuando los reyes o los jefes de estado dejan de ser ejemplares, pierden toda su autoridad.

-¿Qué opinión le merece el Rey

Felipe?

-Me da mucha pena, porque le ha tocado reinar en un momento, muy muy difícil, con un gobierno que no le va a proteger, y con la gente de Podemos que pide la República. Creo que el Rey Felipe lo ha hecho todo bien.

-Este libro lo termina en plena pandemia.

-Sí, porque no hay mal que por bien no venga. Andaba bastante atrasada cuando declararon el Estado de alarma, y aproveché para darle un empujón. Es más, la pandemia entra en el libro porque al escribir sobre la corte de Carlos III, me acordé de que en aquella época hubo una pandemia de viruela. Me interesó mucho saber cómo era la reacción de la gente.

-¿Fue muy diferente a la de ahora?

-Era exactament­e igual, estaban los que no querían salir de su casa porque estaban aterroriza­dos, los que negaban la pandemia, y los superstici­osos, lo que demuestra que en algunas cosas no hemos cambiado tanto.

-¿Y usted cómo lo ha vivido?

-Yo tuve la suerte de que, como me gusta estar sola, para mí eso no es un trauma, al contrario, lo peor es que he perdido algún amigo y eso duele mucho. Sí pensé que al llegar el verano esto se habría acabado, pero ya ves que no.

-¿Cree que hemos aprendido algo?

-Sí, hemos aprendido que somos muy frágiles y que tenemos que mejorar la Sanidad.

-¿Y usted personalme­nte?

-Yo he aprendido a cocinar. En mi primera reencarnac­ión, en mi primer matrimonio, cocinaba bastante bien, pero luego entró en mi vida Martina, que cocinaba como los ángeles, pero ahora me ha abandonado porque se ha jubilado y se ha ido a su país. Razón por la cual tengo que cocinar yo.

-¿Qué tal se le da?

-Soy muy caprichosa y lo que más me gusta de la comida es el postre.

-¿Qué ha sido lo más duro?

-No ver a mi familia, eso sí me ha pesado mucho, aunque una parte del confinamie­nto estuve con mis nietos y fue maravillos­o, porque no es igual que vengan a verte de vez en cuando que estar con ellos todo el día.

-¿Qué diferencia hay entre las madres de ahora y usted?

-Yo creo que ahora sobreactúa­n mucho con los hijos. Antes, cuando llegaban del colegio se iban a su cuarto o al jardín a jugar solos, ahora en cambio están más tiempo con los padres.

-Como abuela, ¿es muy protectora?

-No soy de las abuelas consentido­ras, soy bastante severa porque yo tenía una suegra que les consentía todo a mis niñas. Recuerdo que cuando eran pequeñas se llevaba mucho eso de: yo soy la mejor amiga de mis hijas. Todas las revistas del corazón estaban llenas de frases como esa. Y yo siempre decía: no soy su amiga, soy su madre, que es lo importante porque amigas ya tendrán.

-Tuvo una infancia feliz.

-Tuve la suerte de tener unos padres bastante adelantado­s. Yo recuerdo, por ejemplo, que cuando llegué a España a todas mis amigas las castigaban si llegaban más tarde de las 10, a mí jamás, pero como yo quería ser como todo el mundo, llegaba tarde para que me castigaran, pero no lo conseguía. Salí bastante responsabl­e, la verdad.

-¿Sus hijas se le parecen? -No, mis hijas son igual que el resto de las mamás, muy permisivas. Yo tengo nietos de 13, 10, 7 y 5.

-¿Le hacen preguntas que no sabe contestar?

-Más las chicas que los chicos, porque los chicos son muy chicazos, hacen deporte. De las niñas, dicen que mi nieta Carmen se parece a mí. Lo curioso es que mi otra nieta que tiene 7 años es pelirroja, igual que mi madre que también lo era, aunque se teñía de rubia. Pues son clónicas, lo que quiere decir que se han saltado tres generacion­es.

-En mi última entrevista aligeraba los armarios.

-No lo he conseguido, lo intento, pongo mucho interés, pero no lo he conseguido todavía. Cuando vivía con Mariano, teníamos que dividirnos los armarios, ahora todos están hasta arriba con mi ropa, y cuando llega el momento de ir a una fiesta o a un acto, no encuentro qué ponerme.

-Dice Carolina Herrera que a partir de los 40, pelo corto.

-Me parece un comentario decimonóni­co. Tal vez en el Siglo XIX una mujer de más de 40 años con el pelo largo pudiese parecer vulgar. Ahora en cambio, ese mismo comentario sería pertinente en una mujer de 70, porque le estamos ganando 20 años a la vida.

-¿Qué echa de menos de su época con Mariano Rubio?

-A la gente que tenía curiosidad intelectua­l, incluso los políticos eran muy distintos a los de ahora, ahora el nivel dialéctico es espantoso. Quién podía pensar que Inglaterra, con lo que ha sido Inglaterra, tendría de primer ministro a un personaje como Boris Johnson.

-¿Para cuándo un libro sobre la sociedad actual?

-Es difícil cuando no tienes perspectiv­a, pero temas hay muchos, porque todo es como un sainete. Yo suelo dejar un año entre libro y libro porque me gusta viajar, dar conferenci­as….

-Tiene pareja (el abogado Bernardo Cremades) pero no viven juntos.

-No, porque necesito estar tiempo sola, yo no podría estar con una persona muy absorbente.

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Por Rosa Villacastí­n FOTOS: CARLOS HIDALGO AYUDANTE: GUILLERMO JIMÉNEZ Rosa y Carmen, durante la entrevista, realizada en la casa madrileña de la escritora.
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Posadas opina que a la Reina Sofía no le interesan mucho las joyas.
Carmen Posadas opina que a la Reina Sofía no le interesan mucho las joyas.
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De su época con Mariano Rubio echa de menos “a la gente que tenía curiosidad intelectua­l”.

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