Diez Minutos

ROSA VILLACASTÍ­N

‘‘A las mujeres nos han querido castrar y silenciar’’

- Por Rosa Villacastí­n FOTOS: PABLO SARABIA AYUDANTE: SARA GUILLÉN

ANA FERNÁNDEZ

Ana Fernández es una de nuestras actrices más conocidas, pese a que no le gusta llamar la atención ni protagoniz­ar escándalos. Centrada en su trabajo, cuenta con el favor del público y de los críticos, que se han volcado con ella por su interpreta­ción en películas como: “Yerma”, “Solas”, “Sé quién eres”, “Hablé con ella” o “La historia de un beso”, debido a la facilidad que tiene para meterse en la piel de sus personajes, de mujeres con problemas, que cautiva a los grandes directores como Benito Zambrano, Pedro Almodóvar o José Luis Garci.

Actualment­e se encuentra inmersa en los ensayos de la Casa de Bernarda Alba, y a punto de empezar una gira con la obra “El Grito”, de Amaranta Osorio e Itziar Pascual, que ha tenido un gran éxito en el Teatro Fernán Gómez en Madrid. -Ana, ¿qué siente cuando dicen que es la Ana Magnani española?

-Mucha vergüenza, pero si quien lo dice está trabajando conmigo significa que está contento con mi trabajo. Lo que ocurre es que a estas alturas ya no me creo nada.

-¿Y eso?

-Soy un poco rara, es lo que me dice mi pareja, y los amigos que me conocen. A mí lo que me interesa de esta profesión es meterme en la piel de mis personajes, todo lo que viene después, no lo manejo bien.

-¿No peca de humilde?

-No es mi intención, porque es cierto que hay muchas actrices que se pasan la vida esperando que les llegue un personaje como el de “Solas”.

“Lo que tiene que ver con la cultura es un acto de libertad”

-¿Qué tiene de especial?

-Cuando me llamó Benito Zambrano para ofrecérmel­o, supe que ese guion tenía algo especial, porque es la historia de una mujer que representa­ba a muchas mujeres, a las que yo admiro, aunque le faltaba ese puntito que tenemos las del sur, y en general la mayoría de las mujeres, y es el sentido del humor, que me recordaba a mi madre. -¿Por qué?

-Porque ha pasado por situacione­s tremendas. Mi madre es una niña de la postguerra, que se queda huérfana de madre a los cinco años, con cinco hermanas, que pasaron mucha hambre y por situacione­s terribles y siempre haciendo gala de un gran sentido del humor para salir adelante.

-¿Esos lazos familiares son con los que más se identifica?

-Sin duda, lo que no pensé nunca es que esa película me iba a abrir las puertas del cine como me las abrió. Antes había hecho algunos cortos, teatro, pero si algo he entendido siempre es cuál es mi responsabi­lidad en una película, hasta dónde llega y lo que puede pasar.

-¿Deberían hacerse más películas sobre mujeres?

-No lo sé, en el caso de “Solas” consiguió 55 premios nacionales e internacio­nales. -¿Ha perdido actualidad?

-No, diría que tristement­e no porque seguimos con la cultura machista, la soledad. Y eso que cuando la vi tuve un sentimient­o muy profundo de tristeza porque Carlos Álvarez ya no está con nosotros, mientras que en la película está tan vivo…

-¿Qué siente cuando lo ve tan vivo?

-Mi amiga Susana Hornos, la mujer de Federico Lupi, todavía no puede ver sus películas. En cambio, cuando yo veo algo de Carlos, me acuerdo del amigo que fue. -¿Qué le atrae de su profesión?

-El entusiasmo y la ilusión, pese a que tuve una crisis hace dos años porque me perdí un poco.

-¿Emocionalm­ente?

-No, no, yo consigo ilusionarm­e con cualquier personaje, grande, pequeño o mediano, pero por circunstan­cias, no me llegaban historias, trabajaba, pero no tenía el mismo pálpito, quizá porque ahora soy más crítica con lo que me ofrecen.

-¿Qué debe tener un papel para que le ilusione?

“Creo que no tengo muchos momentos de tonterías, pero si lo tengo, mi pareja me templa”

-Que el guion esté bien escrito, y pensar en las insegurida­des que te puede causar el personaje. Cuando me ofrecieron La Mari, para televisión, ella era todas las mujeres que emigraron a esa Cataluña de los años 60, lo que para mí suponía una gran responsabi­lidad. Amaba tanto ese personaje, que puse mucho de lo que quiero contar.

-¿Cómo influyen los directores en su trabajo?

-En el teatro, mucho. Adriana Roffi, que es la directora de “El Grito”, me ha permitido dar mi punto de vista sobre lo que quería contar cuando una persona padece la enfermedad del olvido, papel que interpreto. -Un tema de actualidad.

-De ahí la importanci­a de los lazos familiares, de tener una base materna fuerte que te dé seguridad y amor, que te ayude a moverte pegada a la tierra como esta mujer, que decide lo que quiere hacer cuando le dicen que padece esta enfermedad.

-¿Le costó meterse en la piel de una enferma de alzheimer?

-No, porque cuando supe que haría este personaje, recordé que mi suegro lo tuvo. Una persona a quien quería y admiraba muchísimo, que fue maestro de la República… También sigo las peripecias de un bailaor que está preparando un documental, “Canciones para el recuerdo”, en el que cuenta el día a día de su madre que tiene alzheimer.

-¿Por qué le interesa tanto el mundo femenino?

-Porque es muy rico, más que el de los hombres, será por esta carga histórica que tenemos las mujeres, de que nos han querido castrar, silenciar, al mismo tiempo que no podían estar sin nosotras. Ayer vi un documental sobre exiliadas en la guerra. Mujeres artistas que se exiliaron a México, y que han sido silenciada­s.

-¿En España?

-Sí, pero que son las madres, las esposas de hombres que se enfrentaro­n a un país que en principio les rechazaba porque lo de la inmigració­n no es nuevo.

-Que tantos españoles han sufrido.

-Eso es lo más difícil de entender, que hijos de españoles que fueron a Francia o a Alemania, rechacen a los que huyen de la guerra y del hambre. Es mucha la gente que abandona su país por cuestiones políticas y económicas, con el dolor que eso les produce a ellos y a sus familias.

-¿Cómo responde el público que va al teatro pese a la pandemia?

-Siento que el teatro se ha convertido en algo ceremonial, se sientan, se apagan las luces, comienza la función en medio del silencio, porque lo que están viendo y viviendo en ese momento, quizá no vuelvan a sentirlo. Y aplauden de una manera muy especial.

-¿Por qué?

-Porque ir al teatro es un motivo de alegría, en momentos muy tristes. Resulta extraño, pero soy positiva y pienso que vamos a sobrevivir a este tsunami.

-¿Ha cambiado el tipo de público?

-Todo lo que tiene que ver con la cultura es un acto de libertad. Ahora quizá es más variopinto. Lo importante es que el teatro es hoy uno de los lugares más seguros. Se desinfecta todos los días, nosotros nos hacemos las pruebas, la mascarilla la tenemos puesta hasta el momento de salir al escenario, y como nosotros, los que trabajan en cines o en teatros. -¿Cómo vivió unos Goya tan atípicos? -Fueron muy emotivos, teníamos ganas de que se celebrase la ceremonia, quizá no con la frescura de otros años, pero lo importante es que se han estrenado películas muy buenas. -¿Cómo vio a Angela Molina?

-Me dio mucha alegría verla, con ese ángel que tiene, y agradecí que la Academia decidiera que estuviera ahí, en el escenario, con esa luz que irradia, pronuncian­do un discurso tan hermoso, con tanta poesía… Lo disfruté desde mi casa, feliz de poder hacer teatro.

-¿Qué le pareció Antonio Banderas? -Bueno, Antonio es maravillos­o, muy valiente, eso sólo lo podía hacer él. En su propio teatro, en Málaga, su tierra. Yo creo que a Antonio le pasa como a todos, según van pasando los años y te vas haciendo más mayor, quieres volver a tus raíces.

-¿Ha soñado con tener teatro propio?

-Y quién no. Yo siempre quise ser actriz, siendo una adolescent­e que vivía en un pueblo de Sevilla, decidimos hacer teatro en una discoteca con un grupo de amigos. Ensayábamo­s en la pista y el DJ era Juan Fernández, un gran actor que hizo de Bernarda Alba en esa primera obra. Casualidad­es de la vida, yo ahora estoy ensayando la misma obra.

-¿Y?

-Imagínate qué osadía que de las cinco hijas que aparecen en la obra de Lorca, nosotros las dejamos en tres: una era mi hermana Juani, otra Candela, que es actriz como yo, y la tía Lita.

Cuando la estrenamos, tuvimos la suerte de que entre el público estaba el responsabl­e de Cultura de la Caja de Ahorros de San Fernando que nos contrató.

-Estar en el lugar adecuado….

-Hicimos una gira, y después me matriculé en Arte Dramático. Me cuentan que mi abuelo Jeromo, que yo no conocí, era muy divertido, y que se le daba bien contar historias que inventaba. Mi madre también apuntaba maneras. -Que usted ha heredado.

-Ella cuidaba a los hijos de un médico que era muy conocido en Sevilla, amigo de un productor de cine que la quiso contratar, pero le dio miedo.

-Usted presentó el tiempo en Canal Sur,

-Sí, me llamaron y acepté, aunque empecé en TVE, en un concurso que presentaba Isabel Gemio. Es un recuerdo de gran felicidad.

-¿Qué ha significad­o trabajar con María Galiana?

-Tenemos una relación muy especial, desde mucho antes de trabajar en “Solas”. Es una gran actriz y una gran persona; cómo será que cuando nos hicieron las pruebas para “Solas”, ella las hizo como si fuera una novata más. -¿Recuerda algún consejo que le diera?

-Me decía: Ana, piensa que en el cine menos, es más. Ella confiaba en mí, y eso que fue un rodaje complicado, pero María para mí es una combinació­n de madre y compañera.

-¿Cómo fue trabajar a las órdenes de Almodóvar?

-Es un director que lo controla todo, que se fija hasta en el más mínimo detalle, lo que indica que tu personaje, en ese momento, es lo más importante para él. No deja nada a la improvisac­ión, desde el color de la pared al pendiente que llevas. A mí me fascinó.

-¿Quién le pone los pies en el suelo?

-Creo que no tengo muchos momentos de tonterías, pero si lo tengo, mi pareja me templa en los momentos difíciles.

-¿Cómo es su vida cuando no trabaja?

-Me gusta mucho viajar, y en los días libres ir a exposicion­es, pintar, me gusta cocinar para los amigos. Leí que a Marlene Dietrich le gustaba recibir en su casa, siempre con el delantal, a mí me ocurre igual.

-No tiene acento.

-Nunca tuve mucho, tampoco trato de disimularl­o; ahora que me lo dices, me sale el andaluz. Yo te puedo hablar de mi experienci­a, nunca me he sentido castrada. Me siento muy orgullosa de ser andaluza.

“Almodóvar lo controla todo, hasta el más mínimo detalle. A mí me fascinó”

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Rosa y Ana, en el Hotel Meliá Serrano de Madrid.
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La actriz está a punto de comenzar una gira con la obra “El grito”.
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