Verdades PIADOSAS
Jesús Mariñas se estrena como colaborador y nos acompañará en estas páginas, en las que narrará sus viviencias personales con los famosos y revelará muchos de sus secretos.
Jesús Mariñas, nuestro nuevo colaborador, analiza con detalle el caso de Rocío Carrasco, que él vivió de cerca por la amistad con su madre. “Era hora de que dijese basta, nunca es tarde para quitarse ese muerto”.
“Era hora de que dijese basta, nunca es tarde para quitarse ese muerto”
Qué transformación más asombrosa. No parecen la misma persona y bien recuerdo aquella Rocío jovencita, muy atractiva y llamativa pero tímida, miedosa, siempre con muchos nervios, inmadura y despistada, más niña de lo real, apenas sin formas. Ingenua, cándida, desprendida, entregada y muy pendiente de los demás. Fue un típico producto de aquella España prudente, recatada, temerosa y nada lanzada. Menuda diferencia con la realidad actual, que no tiene cortapisas , límites ni censura. Así nos va, lanzados sin pausa, prudencia ni cautela, viviendo alocadamente un frenesí desatado sin autocensura, prudencia ni limitaciones.
Rocío fue inmadura como muchas, casi todas, de la época. Se mantuvo así hasta los veinte años. Fue típico, apetecible y muy atractivo producto de una sociedad discreta y sensible, muy temerosa , siempre encerrada en sí misma y cuyas inquietudes o ilusiones no trascendían del ámbito casero. Muy distinta es la Rocío interesante –y estresante, todo hay que decirlo– actual, tan bien reflejada en la llamativa, sorprendente y valiente entrevista televisiva. Ya sin miedos, recelos ni pelos en lengua. Su franqueza y libertad incluso parecen asombro y causan pasmo. Asombra y desconcierta por su arrojo y decisión al hablar, contar –no sé si también añorar, no lo creo– puntualizar y describirlo tanto tiempo después. Tuvo ocasión de meditarlo, calcularlo sopesarlo y medirlo. Envidio su memoria, ¡para mí la querría! Todo es prueba evidente, innegable, fuerte y dolorosa de que dejó señal, una herida no cicatrizada aún sin curar. Un recuerdo eterno de esos a los que quizá cobardemente nos aferramos aunque nos angustien, desvelen o dejen insomnes.
Eso ocurre con las fuertes, sinceras, muy valientes, sufridas, inéditas y hasta ahora calladas declaraciones televisivas de Rocío. Sufrió en silencio y daría muchas canciones de Quintero, León y Quiroga, ¡ay penapenita-pena! No dejan indiferente a nadie porque producen sorpresa, nervios, desazón, sarpullido y escozor. A ver si repite esa valentía desgarradora y sigue largando. Ojalá: creo que aún puede seguir asombrándonos mucho. Quedo a la espera y rezo para que prosiga siguiendo arriesgada, decidida, valiente, rotunda y verdadera sin temer el que dirán. Bastante lo sufrió en sus carnes morenas. Ahora no siente miedo ni que pensarán o cómo la juzgarán. Era hora de que dijese basta, nunca es tarde para quitarse de encima semejante muerto, pena y angustia. Reconforta, anima y alienta su coraje. Tarde pero segura, consciente y muy responsable del riesgo y de cuanto su existencia pueda exponerse, recibir y padecer. ¡Enhorabuena, valiente! Te mando mi aplauso y fervor cálidos, entusiastas, cariñosos y admirativos. Ojalá sigan tu ejemplo y valentía. Ojalá.