Diez Minutos

María José Goyanes

‘‘Dudo haber estado enamorada alguna vez’’

- Por Rosa Villacastí­n FOTOS: FERNANDO ROI AYUDANTE: IDOIA VITAS

NACIÓ el día 8 de diciembre de 1948, en Madrid. Procede de una familia de grandes actores y actrices. Su abuelo fue el actor Alfonso Muñoz y su madre la prestigios­a actriz Mimi Muñoz. Eran tres hermanas, Concha, ya fallecida, Mara Goyanes y Vicky Lagos, que estuvo casada con el también actor Ismael Merlo.

TRAYECTORI­A Debutó en el teatro a los 16 años con “El caballero de las espuelas de oro”, junto a José María Rodero. Ese mismo año actuó en “Julio César”, y al siguiente en “El rostro del asesino”. Ha participad­o en un gran número de obras teatrales de “Estudio 1”, de TVE. En 1975 interpretó “Equus”, junto a José Luis López Vázquez y Juan Ribó, en la que aparecía totalmente desnuda, lo que originó un gran escándalo. Ha trabajado en grandes obras como “La casa de Bernarda Alba”, “La gata sobre el tejado de zinc”, “La gaviota”, “Casandra” o “La herida del tiempo”. En cine debutó con el director Luis de Lucía en “Un rayo de luz”, protagoniz­ada por Marisol. En 1998 actuó en la serie “El olivar de Atocha”, y en 1996 en “Yo, una mujer”. Ha recibido el premio a su trayectori­a por las Asociación Amigos del Teatro de Valladolid, el Premio Nacional de teatro y ha sido nominada cuatro veces al Matilde de Teatro.

FAMILIA Tiene un hijo, Javier Collado, con Manuel Collado.

AMaría José Goyanes hay que preguntarl­e qué no ha hecho, a qué grandes personajes de teatro no ha dado vida, teniendo en cuenta que comenzó a los 16 años y no se ha bajado de los escenarios, donde sigue con la obra “Palabras de mujer”. Un espectácul­o poético y musical dedicado a ELLAS, a las mujeres, en el que comparte escenario con Gloria Vega y Karmele Aramburu, y al piano Maru Mararía.

-La encuentro estupenda.

-Ahora sí, aunque soy muy insegura, porque he tenido siempre complejo de fea, únicamente me he sentido guapa en el escenario, cuando interpreto a una mujer de rompe y rasga, ahí no tengo complejo de ningún tipo, en el escenario puedo hacer cualquier cosa, incluso me desnudé.

-Fue la primera actriz que salió desnuda en “Equus”, en plena dictadura.

-Han hecho un documental, se titula “Mujeres sin censura”. Lo grabamos en el Teatro de la Comedia, donde se hizo “Equus”. Fue una experienci­a horrible volver a rememorar aquello. Me emocioné porque desde entonces han pasado muchas cosas.

-Era muy joven cuando le piden hacer aquella obra.

-No me lo pidieron, era la primera obra que Manolo Collado, mi marido, dirigía. Yo acababa de parir a mi hijo, tenía dos meses para empezar a ensayar “La casa de Bernarda Alba”, me los cogí libres para recuperarm­e y estar con mi bebé, y la primera vez que fui a comprarme ropa…

“La juventud de hoy es mucho más conservado­ra, las jóvenes se dejan vigilar por sus parejas, nosotras eso no lo hubiéramos permitido”

-¿Qué pasó?

-Que estando en la boutique, sonó el teléfono, era mi marido que me dice que la actriz que iba hacer ese papel se ha venido abajo, que no lo hace, a una semana del estreno, y que tenía que hacerlo yo.

-Se la recordará por el escándalo que se montó.

-Me lo pidió por favor, me sentó mal, pero lo hice. Hay gente que me recuerda por eso, y mira que he hecho cosas, desde que debuté en televisión a los 9 años no he parado de trabajar.

-¿Hoy sería posible un montaje como aquel?

-La juventud es mucho más conservado­ra, las jóvenes se dejan vigilar por sus parejas, nosotras eso no lo hubiéramos permitido. Yo nunca he perdido mi apellido de soltera. Y a mis parejas no les he dado ningún motivo de duda, pero tampoco hubiera permitido que miraran mi móvil. -¿Recibió amenazas?

-Nos cerraron el teatro durante 10 días, y mandaron 5 censores en vez de 2. Esos mismos nos dijeron que la escena entre dos adolescent­es les había parecido impresiona­nte, y si había que autorizar un desnudo era ése, pero al día siguiente nos dicen que el ministro lo había prohibido. Estuvimos diez días con el teatro cerrado. Cuando abrimos, venían autobuses de toda España a vernos, porque decían: el director exhibe a su mujer en cueros.

-¿Condicionó su carrera?

-Creo que a todos nos marcó, nos amenazaban con bombas. Como el Teatro de la Comedia no tenía cafetería, salía la gente y se iba enfrente, los acomodador­es no podían controlar quién salía y quién volvía a entrar; vivíamos mirando el reloj porque el escenario era como un ring de boxeo. Había público por todas partes, los actores estábamos sentados con el público, en plena obra me llamaban puta, me decían de todo, teníamos que parar la función, porque mi corazón latía a cien por hora.

-En eso sí que hemos cambiado. -Gracias al cielo, en la playa es difícil ver un bikini completo, y hay playas nudistas.

-Blanca Portillo salió hace poco en el festival de Málaga en vaqueros y camiseta. ¿Fue una provocació­n?

-Lo que ella quiso decir es que no se sentía cómoda luciendo trajes de grandes mar

cas porque ella en la vida real no se viste así. Me pareció muy bien, igual que tras la pandemia muchas actrices salieron con sus canas, las caras lavadas y con deportivas.

-¿Por qué a la mujer siempre se la juzga por el físico?

-A mí me han dicho mis parejas “tienes tripita,” “estás gorda”; Manolo me decía: estás gorda, te sobran 3 kilos por lo menos, así toda la vida, algo que a ellos no les penaliza.

-Por parte de madre, todos eran actores, y de padre, médicos. ¿Es por lo que quería estudiar Medicina?

-Fui a Camerún con mi padre, que estaba contratado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud, ahí me enamoré de la profesión. De pequeña cogía sus libros de Medicina, todos en inglés porque estudió en la Clínica Mayo, lo veía como se mira una revista, me encantaba. Él se desilusion­ó porque de cinco hijos, ninguno siguió sus pasos, estaba convencido de que yo estudiaría Medicina. -Pero decidió ser artista.

-El primer papel lo hice con José María Rodero, con 16 años.

-Ha dicho que ha tenido suerte. ¿Y algo más?

-Sí he tenido suerte, porque en un determinad­o momento me llamaban para hacer televisión más a mí que a mis hermanas. No creo que fuera mejor ni peor que ellas. Concha se especializ­ó más en el humor, Mara ha sido una bailarina maravillos­a, pero se enamoró con 16 años y lo dejó.

-¿Y Vicky?

-Era espectacul­ar, con ella no tengo recuerdos de infancia, ya que yo era la pequeña, y con ella no jugaba, con Mara tampoco porque me llevaba 7 años; con quien sí tenía esa complicida­d era con Conchi. -¿Cómo eran las reuniones familiares? -Mi madre decía: ¿y la gente que no es de esto, de qué hablará? Decía que en un camerino con humo y sin ventilació­n, es donde se respiraba mejor, en el campo se ahogaba, era demasiado sano para ella. Como era cómica, había viajado mucho con sus padres a América.

-No ha hecho mucho cine, ¿por qué? -Porque al tener compañía propia, no podía irme y dejar la compañía.

-Ha hecho comedia, drama, clásicos… -En Mérida hice “Las Troyanas” a los 15 años. Hacía de chico porque montaba muy bien a caballo.

Para trabajar con José María Rodero hice de una señora a la que Calígula viola. Quien hacía el papel se puso mala y el gerente me dijo que bien podría hacerlo yo. Claro, yo por salir con Rodero cualquier cosa, y a él se le olvidó hasta la letra.

-Trabajó siendo jovencita con Marisol. -Con 9 años.

-¿Entiende que lo haya dejado todo?

-Lo entiendo por cómo ha sido su vida. -Marisol no tuvo ni infancia ni juventud. -Sí, yo rodé casi un mes con ella.

-¿No coincidían fuera de los platós?

-No, solo hablábamos de los diálogos, del internado, lo demás era acabar la secuencia, una persona llegaba y se la llevaba, no la dejaban socializar con las demás niñas.

-¿Ha sentido que le han robado la niñez? -No, me lo he pasado muy bien, a mi madre no le gustaba que perdiésemo­s el colegio, aunque nos hemos criado entre cajas, ella lo entendía y nos dio un poquito de cancha. Conchi tuvo mala suerte, fue una niña con problemas, abusada, de darle dos bofetadas y decirle: como digas algo te vas a tu casa. Hay cosas que a esa edad hay que vivirlas con tus amigos y en los colegios, me parece importante vivir la infancia.

-En los platós van a poner vigilantes para impedir que ocurran esas cosas.

-Ahora los niños tienen un tutor en el plató, no pueden trabajar más de 2 o 3 días, no pueden perder tantos días de colegio, además de recibir clases extraescol­ares para reforzar los días que ruedan. Protección absoluta, entonces no había nada.

-¿Se ha sentido peor pagada que sus compañeros?

-En el teatro, al tener mi propia compañía, al primer actor le pagaba lo mismo que cobraba yo, pero sí he visto a directores decir: toda la vida un primer actor ha cobrado más que una primera actriz.

-¿Ha sido reivindica­tiva?

-Sí lo he sido, nosotros todos los días teníamos que salir al escenario, y los dueños de los teatros eran los que más imponían. A Manolo le preguntaba­n: “¿Tú de parte de quién estás?”. Y él les contestaba: “Ante todo, soy hijo de actriz y yo he sido actor, yo defiendo al actor siempre, no porque quitemos un día vamos a perder nada, eso se recupera, estarán mejor, menos cansados”.

-¿Tener la misma profesión les generaba celos?

-Le llamaban señor Goyanes muchas veces, pero se echaba a reír, la famosa era yo en ese momento, y él era un profesiona­l con prestigio, pero no lo conocían y cuando reservaba en los sitios lo hacía a mi nombre. -¿Enamoradiz­a?

-No, es más, dudo haber estado enamorada alguna vez, creo que estaba ilusionada, he sido enamoradiz­a, pero enamorarme, no. -¿Qué le pide a un hombre?

-Que no me mienta, pero no lo conseguí jamás, es un problema de educación.

-¿Ha tenido sensación de culpa por no estar más tiempo con su hijo?

-Hice una gira por Centroamér­ica, a la que no me lo pude llevar porque tenía alergia. En 7 meses sin mi hijo, me pasó de todo, una tos nocturna, me vio un cardiólogo, no tienes nada, decía, y era todo psicológic­o. Mi hijo me decía que me quería mucho, me cantaba “Susanita tiene un ratón” y yo a llorar, Manolo se enfadaba conmigo, él no tenía la ilusión de ser padre, yo lo hubiera tenido como fuera.

-¿El día más feliz de su vida?

-Cuando me quedé embarazada. Comía con un placer… Todo fue perfecto, nació muy largo para mi útero, con los pelos largos y negros: mi cuñada Lola me decía “reconócelo, no es bonito, es feíto pero lo vamos a querer igual”, se cachondeab­a de mí. Tiene los ojos azules.

-¿A quién se parece?

-A Manolo, ahora se parece mucho a mi padre, una vez le hice un regalo de un álbum con fotografía­s desde que estaba en mi barriga. Le quiero con locura. Escribe muy bien, es periodista, aunque no ejerce, y actor.

-Emilio Gutiérrez Caba es su pareja más estable en las tablas...

-Formamos compañía cuando yo tenía 18 y él veintitant­os. Mi primer Estudio 1 fue con él, “El jardín de las horas perdidas”. Ahora vamos a Las Palmas con “Galdós enamorado”.

-¿De dónde saca tanta energía?

-El escenario es sanador, dejas de ser tú para hacer otro personaje, ese personaje te lleva, yo siento que me transporta.

-¿Cómo cultiva la memoria?

-Todos los días coges 3 líneas de un periódico, las lees 3 o 4 veces, intentas reproducir­lo.

-¿Ha pensado en la retirada?

-No, mientras me guste y me lo pase bien.

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María José Goyanes y Rosa Villacastí­n se citaron en el Hotel Interconti­nental de Madrid.
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